Llegó el cambio, sí, ahora ya puedes ser ministro aunque incumplas la ley y burles al fisco
Ay, ¡aquel mefistofélico Mariano! Necesitó un par de semanas antes de enseñarle la puerta de salida a su ministro de Industria, José Manuel Soria, por mentir. Aquellas dudas le fueron afeadas con legítima indignación por el líder de la oposición, el muy ético Sánchez; por el regenerador en jefe Rivera; por un airado Iglesias, que se rasgaba las vestiduras escandalizado (mientras su número dos de entonces seguía sentado en su escaño tan ancho tras robar una beca), y también por la tele al rojo vivo y todos los chiringuitos digitales del orbe. Todos tronaban contra Soria, sus escaqueos fiscales y sus trolas al respecto. ¿Cuál había sido su pecado? Tras destaparse que su familia poseía empresas en paraísos fiscales, Soria negó toda relación. Pero pronto se probó que su nombre figuraba en algunas de esas compañías. Es decir, faltó a la verdad y Rajoy lo obligó a dimitir, como no podía ser de otra manera, porque en una democracia un servidor público no puede mentir a los ciudadanos.
Pero el viejo Mariano ya es historia (allá anda, sumando un buen dinero en el despacho de registrador que se ganó de mozo como opositor y disfrutando de la vida sin acritud y sin enredar). Hemos dejado atrás su oprobiosa etapa (salida de una crisis atroz y tres años seguidos creciendo por encima del 3%) y hemos entrado en la luminosa era Sánchez, que llegó al poder prometiendo una exigencia ética extrema para cercenar de raíz el más mínimo atisbo de corrupción. Y en efecto, las cosas han cambiado. A diferencia de lo que ocurría en la lúgubre etapa anterior, ahora puedes mentir con desparpajo al público; o torear al fisco; o hacer bromistas machistas y reír los delitos de un policía corrupto; o burlar las leyes que regulan la inversión en bolsa; que aquí no pasa nada. El «dream team» del progresismo empieza desbordar roña. La diferencia es que ahora todas las televisiones reman a favor y la suciedad que antes era piedra de escándalo ha pasado a una mota debajo de la alfombra.
El Gobierno se está aplicando. Borrell -el docto Borrell, el buen patriota, el hombre cabal en la balsa de la «Medusa» de Sánchez- pillado ejerciendo la picaresca más cutre con sus acciones de Abengoa, vendiendo diez mil títulos a sabiendas de que venía un concurso de acreedores, información a la que había accedido como consejero de la compañía. La CNMV lo ha multado con 30.000 euros. ¿Respuesta ética de Sánchez? Por ahora cero. El ministro cosmonauta acaba de regularizar su situación con Hacienda, ergo no era regular. Nadia Calviño, como ha detallado ABC, montó una empresa-chiringuito para burlar al fisco. Lola Delgado ha sido tres veces reprobada. Celaá omitió un estupendo chalet en su declaración de bienes. Y al frente, Sánchez, que sigue sin explicar la chapuza probada de una tesis doctoral que incumple todos los requisitos académicos. «Frente a los que facilitan y amparan la corrupción, defendemos la persecución y el castigo para los corruptos y los corruptores» (Sánchez, discurso de investidura). Y paro de escribir, que estoy sucumbiendo a la risa tonta...Luis Ventoso
https://www.abc.es/ MRF
No hay comentarios:
Publicar un comentario