Se avecinan elecciones. ¿Veremos a un Sánchez lastimero explicando sus nuevas andanzas?
Se agota el tiempo. Tic, tac, tic, tac (¿les suena?). Golpe de realidad oportuna. Ya no se puede estirar más el chicle. El Gobierno sigue sin presupuestos propios, y sin apoyos dentro y sin comprensión de las autoridades fuera se antoja imposible su continuidad hasta finalizar la legislatura. Lo más honesto sería convocar elecciones cuanto antes. Y que los ciudadanos decidan quién debe gobernar. De hecho, apremia, ¡con tanto fuego que apagar! Porque aún estamos a la espera de que el que arde en torno a la ministra de Economía, Nadia Calviño -tras la exclusiva de Javier Chicote en ABC-, se intente apagar con respuestas convincentes sobre la sociedad instrumental que creó junto a su marido, en junio de 2000, pero con la que, según la ministra, ya no tienen relación desde 2004.
Ya, pero mientras tanto los números siguen existiendo año tras año en el balance de la sociedad opaca. Y hablan. Y dicen que la empresa pantalla reduce los tributos a una cifra imposible si declarara como persona física, lo que contraviene el listón ético que marcó su jefe de Gobierno. Mientras, la ministra negaba ayer toda irregularidad. Veremos cuando lea los números que publica hoy este periódico. Suma y sigue. Lo mismo Sánchez, ahora sí, se piensa seguir confiando en su ministra. Si uno se compromete con comportamientos que te vuelven más papista que el Papa, o cumple con ello a rajatabla o se le vuelve en contra, y la desconfianza se instala hasta allá donde te alcanza la vista. Sánchez, en 2015, cuando era secreatario general del PSOE: «Si yo tengo en la ejecutiva federal de mi partido, en mi dirección, a un responsable político que crea una sociedad interpuesta para pagar la mitad de los impuestos que le toca pagar, esa persona al día siguiente estaría fuera de mi ejecutiva». Blanco y en botella. La ministra, es aún ministra.
Sánchez empieza a dar pena. Pero con la pena no solucionará sus problemas de futuro. Y mucho menos los de todos. ¿Se acuerdan de Calimero? Calímero era un personaje de dibujos animados, un pollito negro con un cascarón de huevo en la cabeza, que se quejaba amargamente de lo mal que le iban las cosas, «nadie me quiere», «no es justo», decía. ¿Se acuerdan? Sánchez podría caer de nuevo en la típica queja de «a los políticos no nos quiere la prensa, no nos quieren los empresarios, no nos quieren los inversores». El lamento como forma de vida. Pero no cuela. A Bruselas tampoco le ha convencido. No se cree los números de su equipo económico, su proyecto presupuestario para 2019, porque contiene un riesgo «significativo» de incumplir las reglas fiscales europeas que es lo mismo que anticipar que está creando nuevos desequilibrios y ahondando en los actuales... ¡Elecciones a la vista! ¿Volveremos a ver al Sánchez solitario cual Quijote recorriendo todos y cada uno de los rincones de la piel de toro, poniendo en escena el sainete del personaje Calimero, explicando lastimero sus actuales andanzas? No se dejen engañar otra vez.María Jesús Pérez
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