Ya le demostró ABC a Sánchez que no decía la verdad sobre su tesis copiada al menos en un 20 por ciento, según la herramienta certificada que mide los plagios. Los papeles, las pruebas, no tardan en llegar casi siempre y entonces emergen a la par la verdad y el embustero. Este periódico desveló ayer la carta enviada por el embajador británico ante la UE, Tim Barrow, a Tusk y Juncker en la que afirma que el Reino Unido no entrará en negociaciones sobre la soberanía de Gibraltar y seguirá defendiendo los intereses de la colonia en las futuras negociaciones con la Unión. Una estocada letal al triunfalismo de «albricias y santas pascuas» con el que Sánchez salió de Bruselas al asegurar que España había conseguido un «triple blindaje». Después de la fanfarria, ese presunto «triple blindaje» histórico y fetén otorga los mismo derechos que un carné de socio del Blockbuster, aquella cadena de videoclubes desaparecida hace años: ninguno, según Londres.
Salió Sánchez de Bruselas cantando un Lepanto y aquello fue más bien un pequeño Trafalgar, un mal trago tras el agradable paseo triunfal con Begoña y Miguel (el encargado que han dejado los Castro) por La Habana Vieja. España ha perdido una ocasión ideal para blindar de verdad una posición de superioridad a la hora de tratar el futuro del Peñón. Gibraltar es un anacronismo, la única colonia en toda Europa que además presenta un oscurísimo día a día como presunto puerto franco para las tinieblas financieras y el contrabando, como prueba que en un lugar habitado por poco más de 30.000 personas estén residenciadas decenas de miles de sociedades (su oscuridad impide aclarar el número concreto), un sitio en el que algún año se han entrado 117 millones de cajetillas de tabaco, que si se consumieran en Main Street y aledaños cada llanito (incluidos los lactantes) debería ventilarse cada día un cartón. En 2017 «solo» fueron 72 millones, pero aún así y sin contrabando cada gibraltareño debiera liquidarse seis paquetes y pico al día. Para partirse el pecho...
España ha perdido una oportunidad formidable para avanzar en sus reivindicaciones sobre, al menos, la cosoberanía del Peñón. Claro que eso de «¡Gibraltar, español!» a la izquierda siempre le ha parecido una cosa «muy de derechas» casi «casposa», así que normalmente a la progresía mediático-política suele aburrirle el debate. Como seguramente le aburrió a Sánchez la cumbre del Brexit, cuyas vísperas él prefirió pasarlas en Cuba para luego salir de Bruselas con la mentira a cuestas.Álvaro Martínez
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