.Los «alcaldes del cambio» cosechan sonoras derrotas y rubrican la decadencia de Podemos
La capital de España será el principal dique de contención frente la marejada independentista que arrecia con la complicidad de Pedro Sánchez. La ola independentista crece, tal como proclamaba ayer noche un eufórico Arnaldo Otegi, derrotado por el PNV en su pugna por el electorado separatista vasco, pero Madrid regresa al bloque constitucional, salva los muebles de un PP maltrecho y rubrica la decadencia imparable del populismo podemita. Pocas bazas negociadoras ha conseguido Pablo Iglesias en las urnas municipales y autonómicas para exigir carteras de peso en la negociación del nuevo Gobierno. Con la excepción de Cádiz, donde Quichi revalida mandato, los cabezas de cartel de los «ayuntamientos del cambio» cosechan sonoras derrotas. Claro que ninguna tan dolorosa para ellos como la sufrida por Manuela Carmena, víctima de la fragmentación de su grupo y del hundimiento local del PSOE, que paga muy caro el servilismo mostrado durante los últimos cuatro años a la alcaldesa derrotada. Madrid resiste, gracias a la excelente campaña ralizada por el candidato popular,Martínez Almeida, y al merecido crecimiento experimentado por los Ciudadanos de Begoña Villacís. Madrid regala al centro-derecha una victoria indispensable para mantenerse a flota ante la durísima legislatura que se avecina. A tenor de los resultados, la que pondrá a prueba el régimen constitucional vigente desde 1978.
Y es que las elecciones municipales y autonómicas celebradas este domingo consolidan el dominio absoluto del separatismo catalán y vasco en sus feudos territoriales, de donde prácticamente desaparece el PP y el PSOE salva los muebles a costa de abrazarse a un «diálogo» que, según confesión de Miquel Iceta, debe abocar a la celebración de un referéndum de autodeterminación en un plazo de diez a quince años. O sea, una claudicación en toda regla a las exigencia del separatismo y la liquidación, de facto, de la soberanía nacional. Pronto tendrán ocasión los de Sánchez de mostrar cómo respiran, pues el socialismo se enfrenta en Navarra y Barcelona a sendas alternativas diabólicas: en la Comunidad Foral, entregar el poder a la coalición vencedora integrada por PP, UPN y Cds o bien dárselo a Geroa Bai. En la Ciudad Condal, dirimir el empate entre ERC y Ada Colau, logrado por los de Junqueras merced a un crecimiento espectacular proporcional al descalabro de la lista ciudadana encabezada por Manuel Valls. Si el independentismo termina haciéndose con la plaza, Podemos perderá su segundo bastión, debilitando aún más la posición de Pablo Iglesias ante un Sánchez crecido por su victoria undiscutible en número de votos, ensombrecida, eso sí, a medida que avanzaba la noche, por la remontada de los populares en la comunidad más anhelada. La que salvará la cabeza de Casado, que algunos daban por guillotinada. Esa Comunidad empeñada en preservar su condición de baluarte liberal y servir de contrapeso al Gobierno. Madrid comunidad resiste también, al igual que la capital, gracias a que Aguado compensa con su crecimiento el descenso de Isabel Ayuso, y nos brinda a los madrileños un oasis fiscal donde proteger la cartera de los sablazos que se avecinan. Madrid nos devuelve la esperanza en una España unida, capaz de plantar cara al desafío secesionista. Madrid aguanta y a ellas se suman las históricas Aragón y Navarra, que se unen a la batalla constitucional.
El nuevo mapa político se sobrepone al de una Europa donde las fuerzas eurófobas crecen, aunque no tanto como deseaban. Habrá tensiones, se pondrán a prueba las costuras de la unión, pero también ese edificio resiste a las embestidas....Isabel San Sebastián
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