Seguimos esperando a Godot y lo malo es que parece que nunca va a llegar
Estragón dice que los zapatos le molestan mientras que Vladimir se queja de que sus dos piernas están agarrotadas. Los dos vagabundos esperan en la obra de Samuel Beckett al borde de un camino a que aparezca Godot, del que no logramos saber quién es ni para qué le aguardan ni cuándo va a aparecer. «Hoy seguro que no, mañana tal vez», apunta un mensajero.
A juzgar por las campañas y el desenlace de estas dos elecciones celebradas en menos de un mes, los españoles no sabemos tampoco a quién estamos esperando ni cuándo va a aparecer porque, a falta de mayorías claras, todo depende de unos pactos cuyos criterios no se explicitan.
Es posible intuir que PP, Ciudadanos y Vox van a pactar en Madrid, que el PSOE alcanzará un entendimiento con Podemos para la legislatura que viene en el Congreso o que los independentistas catalanes se pondrán de acuerdo en reforzar su poder local. Pero tenemos muy poca información de lo que quieren hacer cuando lleguen a gobernar.
Si hablamos a nivel nacional, no sabemos si Pedro Sánchez va a subir los impuestos, si tiene intención de reformar la educación o cuál va a ser su política de inmigración. Ha ganado pero no se ha comprometido a nada. Ni siquiera es imposible, aunque lo parezca ahora, que logre el apoyo de Ciudadanos para poder tener mayoría en el Parlamento. No sería la primera vez que Rivera cambia de opinión.
No sabemos el precio que está dispuesto a pagar Casado por el apoyo de Vox para hacerse con el ayuntamiento y la comunidad de Madrid ni tampoco si el PSOE dejará gobernar a UPN en Navarra o permitirá que repita Uxue Barcos en alianza con Bildu.
En realidad, hemos votado a ciegas, haciendo un acto de fe en los líderes y las siglas porque casi nadie ha leído los programas electorales, entre otras cosas, porque todos somos conscientes de que son papel mojado. A la hora de la verdad, lo que cuenta son los pactos para mantenerse en el poder y no los proyectos.
Aunque parezca obvio, hay que insistir en que ninguna de las cinco formaciones nacionales ha propuesto medidas de regeneración de la vida política y de lucha contra el transfuguismo y la corrupción, que tanto daño han hecho a la credibilidad de las instituciones. Ni una sola mención a las puertas giratorias, las incompatibilidades y las cuestiones que afectan a principios éticos.
Todo está hoy al albur de los pactos, que deciden las cúpulas de los partidos y no los dirigentes locales, al igual que sucede con la confección de las listas electorales. El que se mueve no sale en la foto, como decía antaño Alfonso Guerra. Los líderes políticos han sembrado la simplista idea de que la democracia consiste en votar. Eso es necesario pero insuficiente cuando no hay un contrato de los partidos con los ciudadanos para cumplir los programas y cuando no existe transparencia a la hora de negociar los pactos ni las cuotas de poder.
Seguimos esperando a Godot y lo malo es que parece que nunca va a llegar...Pedro García Cuartango.....
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