Solo el 10% de la criminalidad total tiene nombre de mujer. Hurtos, robos y en menor medida estafas y delitos contra la salud pública, las famosas «mulas» de la droga, copan esta estadística. «La delincuencia femenina está muy vinculada a situaciones de carencia económica y disfunciones sociales y también le puede dar la mano a la enfermedad mental. Cuando hablamos de delitos en el ámbito intrafamiliar la estadística se invierte. Ahí la mujer es víctima mucho más que el hombre, por parte de la pareja, pero cuando hablamos del filicidio o el neonaticidio o incluso la agresión a ancianos los términos cambian. En el filicidio, matar al hijo, rondamos el 70% de mujeres autoras y en el neonaticidio (cometidos en las primeras 24 horas de vida) puede llegar al 95%, esto en líneas generales y a nivel mundial», afirma la abogada y criminóloga Beatriz de Vicente. Se basa en el cotejo de varios estudios internacionales, aunque traslada los datos a nuestro país. «El estudio que se ha hecho en España en 2018 sobre casos de 2010 a 2012 da la razón a estas estadísticas» (solo en parte porque la muestra no es suficientemente representativa).
Informe de Interior
El Ministerio del Interior publicó en 2018 un estudio basado en 632 homicidios (esclarecidos policialmente) cometidos entre 2010 y 2012; el 59,3% de todos los registrados en ese periodo. De los 871 autores contabilizados, 778 eran hombres (89.32%) y solo 93 mujeres (10,68%), pero un tercio de las detenidas actuó en el ámbito familiar.
En el informe se recogen estudios llevados a cabo en varios países que avalan la afirmación de De Vicente: «Las mujeres matan mucho más que los hombres en el ámbito del hogar, a miembros de la familia», se señala. En la radiografía española, al estudiar la tipología delictiva y la relación entre homicida y víctima se encontró que la mujer mató con mayor frecuencia que el hombre a recién nacidos (18,3% frente a 1,3%) y a menores de edad (12,9% frente al 3,5%). «Las mujeres son el menor de nuestros clientes y las que sufren la violencia de sus parejas o exparejas», afirma José Luis González, guardia civil, psicólogo y miembro del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad. González es uno de los cinco coordinadores de la macromuestra de homicidios. «Pero si aparece un bebé en un vertedero o abandonado en cualquier lugar, la autora va a ser la madre casi al cien por ciento», añade. Son los neonaticidios a los que alude De Vicente y los estudios internacionales.
«Tenemos la visión de que la criminalidad femenina no es un problema social por estadística, pero no podemos valorarla solo por estadística. Hay casos tremendos como el de Ana Julia», señala Paz Velasco, jurista y criminóloga. «Cuanto menor es la edad de la víctima más posibilidad hay de que el autor sea una mujer que lo cuida; su madre o alguien muy cercano», asiente González.
Un estudio realizado en 2006 por la psicóloga y forense Rosa Sáez sobre 31 sentencias de filicidios, con 42 víctimas, señala que el mayor riesgo de sufrir filicidio se concentra en los menores de tres años y el 19% son venganzas del agresor contra el cónyuge (el llamado síndrome de Medea o asesinato de género extendido), con casos como el de José Bretón o el del primer condenado a prisión permanente que mató a sus dos hijas con una radial. Los padres y madres asesinos matan con veneno, quemaduras, abandono, traumatismos y estrangulamientos. El horror entre las paredes.
«Hay un sector feminista exacerbado que no permite la visión global de la mujer. Somos maestras de la manipulación y del maltrato psicológico. Y hay una verdad oculta: la de los hombres maltratados», añade De Vicente.
La presunta asesina de Godella, María G.M., en prisión por matar a sus dos hijos de tres años y cinco meses, es el último caso de filicidio aireado y aúna algunas de las características asociadas a este tipo de crímenes. Según los informes médicos, ha sufrido hasta cuatro brotes psicóticos.
Un centenar
«En el filicidio la implicación de los trastornos mentales es altísima. Cuando se mata al hijo más allá de las 24 horas los trastornos, la psicosis y las enfermedades mentales son muy habituales; en cambio en los neonaticidios aparecen más anomalías, problemas económicos, vergüenza», apunta De Vicente. «Es normal que aparezcan estados depresivos porque es un comportamiento contrario a la perpetuación de la especie».
Entre 2013 y 2017 fueron asesinados en España 102 menores en el ámbito familiar, según el INE. El de Godella encaja en un filicidio psicótico. Los hay por venganza (Medea), altruistas (ideas delirantes para salvarlos), negligentes, funcionales (les estorban), por honor o vergüenza; en pareja ( como el de Asunta Basterra) e incluso en grupo. La maldad en todas sus versiones.
Velasco y De Vicente radiografiaron hace unos días en Madrid a las mujeres «malas» durante la primera jornada «Mujer y Criminología». Ambas se centraron en la mujer como agente de la actividad delictiva (incidiendo en el número reducido) con argumentos sugestivos y datos que los avalan. «Hay tres características que diferencian al hombre y a la mujer criminal», explica Velasco. «La primera, la victimología: el hombre asesino sale a cazar una víctima, selecciona atendiendo a unos parámetros que cumplen sus fantasías, oportunidad o azar; las mujeres son recolectoras. Van a asesinar, a atacar a quienes conocen y están dentro de su entorno más inmediato: hijos, maridos, padres. En el caso de los ángeles de la muerte eligen a sus víctimas en su hábitat o ámbito laboral. Las mujeres muy pocas veces salen a cazar. El caso paradigmático son aquellas parejas letales en las que se unen un hombre y una mujer; entonces cambia la victimología porque es él el que escoge; la motivación viene guiada por él (sexo, sadismo o control) y el modus operandi también varía porque predomina el del varón»
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