# Xavier García Albiol en Vila-Roja, Gerona, España Noticias 24 H.Más firmes que nunca ante el golpe.!!!
La
Justicia, el Gobierno, las instituciones del Estado y los partidos
políticos que apoyan la reinstauración del orden constitucional en
Cataluña tienen que aguantar el tirón de la polémica que el
encarcelamiento provisional de los consejeros cesados –y de los
«Jordis», confirmados en su situación procesal por la Audiencia Nacional
ayer mismo– está causando en la sociedad catalana. La aplicación de la
ley no siempre es un plato de gusto y en ocasiones exige pasar por
trances difíciles, pero incuestionables desde la perspectiva del Estado
de Derecho. La sumisión de todos a la ley no es un eslogan. Es una regla
esencial de la convivencia democrática. Y la referencia a la ley incluye el Código Penal.
Muchos insisten en que la decisión de la juez Carmen Lamela –y, en
general, las querellas del Ministerio Fiscal– supone judicializar la
política. Tal afirmación es antidemocrática, porque deja fuera del
mandato legal a la clase política. Suprema contradicción la de quienes,
como Podemos, dicen querer acabar con la casta y ahora reclaman para
ella la impunidad. Otros afirman que el Derecho Penal no está previsto
para estos conflictos, lo cual es falso, porque el bien jurídico supremo
de una sociedad es la convivencia pacífica construida sobre el respeto a
la Constitución y a la Ley. Quebrar el orden constitucional es un
delito extremadamente grave, en España y en cualquier Estado que se
precie de ser democrático y de Derecho. Toca al Gobierno y a los
partidos que han apoyado la aplicación del artículo 155 apretar los
dientes ante la embestida victimista del separatismo, porque ya lo han
hecho antes y seguirán haciéndolo en el futuro.
También
debería asumir, de una vez por todas, que el conflicto desatado por el
soberanismo catalán no es sólo de raíz nacionalista. Hay una
confluencia, cada día que pasa más clara, entre el separatismo y la
extrema izquierda para liquidar el pacto constituyente de 1978. La
emergencia de Ada Colau como líder de esa coalición nefasta es
demostrativa de la ausencia de cualquier escrúpulo democrático en la
izquierda anticonstitucional. Colau es un «caballo de Troya» del
separatismo en las filas de la izquierda y el PSOE sigue sin querer
aceptarlo. Unos y otros, separatistas y populistas, se reconocen en su
voluntad destructiva contra la Constitución de 1978. La ultra izquierda
siempre verá como una derrota propia que el Estado funcione, que la ley
se haga cumplir, que la Justicia actúe con independencia y que los
separatistas sean derrotados legal y políticamente. Además de una
confrontación jurídica, está planteada una batalla ideológica que no se
libra en los boletines oficiales ni en las resoluciones judiciales, sino
allí donde personajes sin ética pública como Ada Colau promueven la
discordia civil y la liquidación política de España. No hay que llegar
tarde a dar esta batalla por la idea de una España democrática, unidad y
constitucional.
http://www.abc.es/
MRF
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