Eran las seis de la mañana. Los músicos habían dejado de tocar. Buena parte de los 140 invitados a la boda llevaban 13 horas de celebración en la carpa del restaurante El Rincón de Pepín de Ponferrada —la fiesta había comenzado a las cinco de la tarde con un brindis con cava—cuando le pidieron dos cafés al encargado. Lo que sucedió a continuación—desbandada generalizada aprovechando que el empleado y el dueño del negocio se encontraban en el edificio anexo a la carpa de la boda— es algo muy parecido a lo ocurrido el pasado lunes en otro restaurante de Bembibre, cuando 120 invitados a un bautizo salieron huyendo a la carrera y sin que nadie pagara la factura pendiente cuando servían los postres. «Salí a preparar los dos cafés, a treinta metros del comedor. El jefe también estaba en el lavaplatos y nos debieron vigilar, porque cuando volví, se habían fugado todos en un visto y no visto», relataba ayer George Ibrasu, indignado al ver que el mismo modus operandi se ha repetido dos semanas después en Bembibre.
La espantada en el Rincón de Pepín, cuyo dueño presentó una denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional por la mañana, se produjo en la madrugada del viernes 17 de febrero y como en el caso de Bembibre se trató de una celebración de un grupo de rumanos de etnia gitana. «Yo también soy rumano, pero cuando se dieron cuenta de que hablaba el idioma comenzaron a hablar en su dialecto y dejé de entenderles», aseguraba ayer Ibrasu.
El padre del novio, que llegó en un Audi A-6, fue quién firmó el contrato, mostrando un documento de identidad rumano —cuenta el encargado del negocio— y pagó mil euros como señal. Lo que habría dejado a deber estaría en torno a los 7.000 euros, porque la boda que contrató en el Rincón de Pepín, con una carpa permanente y jardines en torno a un edificio principal, salía a un precio de 50 euros por persona.
Y entre plato y plato, una banda de una docena de músicos interpretó música tradicional en una fiesta donde muchos invitados llegaron en coches de alta gama y que se prolongó casi hasta el alba. «Nos engañaron», resumía ayer el encargado.
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La Guardia Civil ha detenido a dos vecinos de Fabero de 40 y 67 años de edad acusados de cultivar y distribuir marihuana en la localidad.
Los agentes ha desactivado además un punto de venta de droga e intervenido 35 plantas de marihuana, junto con un kilogramo de marihuana seca, así como los útiles necesarios para su cultivo, según informó ayer la Comandancia de León en un nota.
Las dos detenciones y la incautación de droga se producen como consecuencia de las investigaciones desarrolladas por la Guardia Civil de Fabero dentro del plan parra luchar contra el tráfico minorista y el consumo de drogas en las zonas de ocio.
Las detenciones de los dos hombres tuvieron lugar el pasado martes. Durante la operación, los agentes registraron un domicilio de Fabero donde localizaron la plantación de marihuana, según la nota difundida ayer desde la Subdelegación del Gobierno en León.
Junto a las 35 plantas de marihuana y el kilogramo de droga seca, los agentes se incautaron de lámparas caloríficas, botes de fertilizantes, un termómetro digital para el control de la humedad y la temperatura y un radiador de luz, empleados para el cultivo.
Punto de venta desactivado
La Guardia Civil ha dado por desactivado un punto de venta de droga en la localidad de Fabero con las dos detenciones y la incautación de las plantas, informó ayer la Subdelegación del Gobierno en León.
Tanto los dos detenidos como las plantas de marihuana y la droga incautada en Fabero y las diligencias policiales instruidas han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción número siete de Ponferrada, que se encargará ahora de sacar adelante el procedimiento judicial contra los dos acusados de narcotráfico.
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MRF
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