El progre, asegura esta politóloga, no cuestiona las consecuencias que su pensamiento produciría, y tiene un gran desconocimiento del funcionamiento de la economía. Así, prefiere que sea el Estado quien tome decisiones por él, aunque eso suponga convertirse en una especie de esclavo. «Todo el mundo quiere ser libre, pero casi nadie quiere ser responsable. Y el problema está en que la libertad es responsabilidad sobre las consecuencias de tus actos. Como ser libre implica esa responsabilidad, prefieren no ser libres. Prefieren ser esclavos, para que a la hora del fracaso digan que es culpa del otro», asegura. También buscan la intervención del Estado, explica Álvarez, para repartir la riqueza: «Para el progre, repartir la riqueza es siempre más importante que crearla, y creen que la manera de acabar con la pobreza es repartiendo la riqueza. Cree de alguna manera mística que el Estado va a estar por encima de esta redistribución y mágicamente va a crear riqueza, y siempre va a haber riqueza para poder repartir. Y eso no es lo que ha pasado ni en Cuba, ni en la Unión Soviética ni en ninguno de los países que ha llevado este modeo a cabo».
El ejemplo en España de este pensamiento, considera, lo encontramos sobre todo en Podemos. Pese al fracaso del modelo en países como Argentina, Brasil, Bolivia, El Salvador o Venezuela, hay otros países como México, Guatemala, e incluso España en los que, aunque los partidos que representan este modelo no han llegado a gobernar, sí cuentan con representatividad. Sin embargo, asegura, es evidente que la formación de Pablo Iglesias ha perdido fuerza, entre otros motivos, por su defensa del régimen venezolano: «Que siga habiendo gente de Podemos que defienda un régimen que está llevando a la gente a comer basura en la calle... Es muy difícil de sostener».
Precisamente sobre Pablo Iglesias esta politóloga tiene una opinión muy clara: «Vende lo mismo que Che Guevara vendía en su momento, y obviamente como aquí el contexto no se presta a que él esté en una montaña fusilando gente, lo que hace es fusilar las posibilidades de cualquier debate serio». Entre otras cosas, explica, utiliza disparates en sus discursos tales como «que Marx era socialdemócrata, cuando para empezar pensaba que la democracia era un recurso de la burguesía y la oligarquía». Pero lo que más le sorprende a esta politóloga, asegura, es no encontrar habitualmente a personas que desbaraten de manera efectiva al dirigente de la formación morada por sus argumentos.
Lo contrario a buenos argumentos y a un discurso serio se puede encontrar en gran medida en Twitter, «una herramienta que gusta al progre», dice esta experta. El motivo, explica, es por la utilidad como método propagandístico que se le puede dar: «Siempre que haya algún recurso tecnológico y una herramienta de comunicación masiva va a ser utilizada por quienes tratan de imponer un totalitarismo. Hoy por hoy las redes sociales, que irónicamente tenemos gracias al libre mercado y al ingenio de muchas personas, son utilizadas para protestar en contra de ese mercado». Además, el insulto es muy habitual en esta red social, así como lo que se conoce como «trolls». Esto es, explica esta politóloga, porque «el odio es súper mercadeable, porque te dice que alguien más es culpable de tu desgracia».
«El odio es súper mercadeable, porque te dice que alguien más es culpable de tu desgracia»La mejor manera de debatir con un progre es, en su opinión, el método socrático: «Yo evidencio con argumentos las cosas que sostengo. Ahí cada cual tiene la oportunidad de desmentirme contraargumentando. Y en lugar de yo evidenciar por qué estoy en lo correcto, les cuestiono a ellos, a que me prueben por qué ellos están en lo correcto. Y ahí es donde me doy cuenta de que la mayoría de progres no ha leído a Marx, no conocen la historia del comunismo, no entienden cómo funciona la economía... y se vuelve entonces fácil evidenciarlos». De esta manera, explica, el enemigo del progre es la persona bien documentada, que habla con razón y con lógica y ha leído. Precisamente eso aconseja esta politóloga a los progres: «Que hablen con la gente que vive en pobreza, que viajen, que lean historia... Que tomen la responsabilidad de su propia educación».
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MRF
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