Su “aparato” 
paralelo lo forman un ejército de afines perfectamente engrasado, presto
 a recibir directrices de la de Triana, que se pasa el día enganchada al
 teléfono, dando órdenes.
                                            
                                            
                                                                                        
                                                
La llamada operación salvamento del PSOE, el golpe de Susana Díaz,
 ha quemado una etapa más. La puesta en escena del paso al frente en 
Ifema resultó arrolladora. La andaluza transmitió poderío interno. Era 
parte de la estrategia. Congregar alrededor de su figura, entre 
ovaciones, pasado, presente y futuro del partido: como referentes, Felipe González y Alfonso Guerra (juntos pero en ningún caso revueltos), Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, o José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono,
 más todos los barones, presidentes autonómicos, alcaldes y, como 
contrapeso a la etiqueta de fuerza orgánica, miles de militantes de a 
pie.
El recinto se abarrotó. En las explanadas 
que rodean el edificio, decenas de autobuses venidos de Andalucía, sí, 
pero también de todas partes de España. Nadie quiso faltar. Agrupación 
tras agrupación, se presentaron todas porque, como decía con sorna uno 
de los asistentes: “Aquí estamos, hemos vaciado las casas del pueblo”. 
Ahí, y a pesar del Puerto Hurraco (Antonio Hernando dixit) del histórico Comité Federal del 1 de octubre, también las bases estaban con Susana.
 La Sultana” saltó al ruedo como a ella le gusta: apabullando a los que no la quieren
El socialismo se sabe en precario, los 
dirigentes deambulan inciertos y los militantes desean confiar. Y ante 
ellos saltó al escenario Díaz con sus “esencias”, las 
que les brindó el poder, y con las que confía salvar a sus centenarias 
siglas. Tras meses de medir sus pasos, de presiones, después de momentos
 en los que pudo parecer que daría de nuevo la “espantá” para reducir al
 mínimo los daños colaterales sobre San Telmo, “La Sultana” declaró su 
objetivo de liderar el PSOE. Y lo hizo como a ella le gusta: apabullando a los que no la quieren.
Atrás quedan sus reservas cuando atendió a un Zapatero muy preocupado o a un Rubalcaba
 movilizado como nunca a su favor. En política, ya se sabe, cabe todo, 
más todavía cuando lo que se pone por delante es la propia 
supervivencia.
Ese escenario ha forzado cohabitaciones como, por ejemplo, la de Madrid, entre los archienemigos Purificación Causapié y Antonio Miguel Carmona, gracias a la intermediación de Elena Valenciano. Desde este domingo, y ya con ese “100 por 100 PSOE” como lema, la impresionante demostración de fuerza de Díaz se ha producido gracias a la potencia del PSOE-A,
 que se ha volcado en apoyar masivamente a su jefa; pero también gracias
 a una amplia red de apoyos distribuidos por toda España.
Su “aparato” paralelo, un ejército de 
afines perfectamente engrasado, presto a recibir directrices y que 
permite a la sevillana de Triana descolgar el teléfono y hablar, ella 
directamente, con cualquier socialista del lugar más recóndito. “A 
diario dedica horas a las llamadas”, señalan. Federación a federación. 
En ese campo, Díaz también gana por goleada a Pedro Sánchez.
Esos mensajes en las redes en los que ella
 aparece abrazada a una enferma de cáncer o se vuelca con una anciana la
 identifican. Un hecho gráfico: cuando el exsecretario general visitó 
Zaragoza en el arranque de su precampaña, su correligionaria Susana Sumelzo hubo de insistirle para que al menos “tirase” de móvil y agradeciera personalmente a los compañeros que gratis et amore le hubieran dado cobertura organizativa en el acto. Díaz,
 en cambio, hubiera exigido de antemano la lista completa de esos 
militantes para citarlos por su nombre desde el escenario. ¿Empatía? Así
 llaman ahora a su cercanía con la gente.
Vista al frente
En líneas generales, el organigrama 
marcado se está cumpliendo, y los errores cometidos, como el alargar el 
calendario antes de las primarias para tratar de calmar las aguas 
internas y pasar página de la traumática abstención ante Rajoy, o los imprevistos surgidos, como la “resurrección” de Sánchez,
 no han apocado a la presidenta de la Junta de Andalucía, que se prepara
 a ganar el pulso con el manual impuesto por su jefe de gabinete, Máximo Díaz-Cano, deseoso esta vez de hacer realidad con ella lo que le fue imposible antes con Bono y posteriormente con Chacón.
“Susana no sabe conjugar 
el verbo perder”: toda una declaración de intenciones de alguien cercano
 a la lideresa socialista. Quienes la conocen sostienen que “está 
pendiente de todo”. Y en este sentido, sus próximos dan por hecho que 
tiene pensado cuánto tiempo podrá compatibilizar la Junta con el máximo 
sillón de Ferraz, incluida la posibilidad de que una convocatoria de 
elecciones generales anticipada recorte los tiempos.
Con todo, ahora mismo lo que más se 
escucha entre sus partidarios es un  “Vamos todos a una, hay demasiado 
en juego”. Con la federación andaluza bajo control, la intención es 
echar el resto en las federaciones donde ha podido enraizar el 
antisusanismo, como Cataluña. Díaz va a desembarcar en las cuatro provincias de la mano de Zapatero y de Eduardo Madina. Y ahí reside, precisamente, una de las mejores bazas de Susana Díaz: su capacidad de integrar. Y en este sentido la imagen con Madina (ya señalado como futuro portavoz parlamentario o, tal vez, secretario de Organización del partido) es inmejorable.
 http://www.esdiario.com/ 
MRF
Susana me parece una mujer con empuje y carácter político, pero si llegara a Presidenta de la Nación se quedaría en una pobrecilla inculta y un tanto "maruja", que por cierto no son las amas de casa, ni mucho menos.
ResponderEliminar