Tal como nos vimos y nos comprendimos en tus obras sobre Pujol, Pla y Dalí, e incluso los catalanistas que te odian se conocieron y se aceptaron mejor gracias a ti; necesitamos que vuelvas a ser una vez más nuestro Callejón del Gato, nuestro espejo cóncavo, nuestra deformación artística para ayudarnos a viajar hasta el fondo deformado de nuestra realidad. El delirio ha llegado tan lejos que no nos basta la inteligencia, ni el humor ni la ciencia para aprehenderlo: y resulta imprescindible tu talento, como a Dante no le bastó la razón y precisó el amor que mueve el Sol y las otras estrellas para explicar el Paraíso, o que Virgilio le acompañara hasta el más bajo círculo del Infierno.
En nuestra Cataluña deshecha el talento está exiliado y la vulgaridad instalada hasta el punto de que tu obra, que es la más bella dedicatoria de amor que un artista haya dedicado a su tierra en la última mitad del siglo XX, se ha interpretado como un ataque y te han llamado traidor los que en sus tristes vidas de fanatismo y mediocridad no han sabido aportar nada más que derrota.
Si el independentismo fuera un movimiento vertebrado, con vocación de poder y basado en las categorías fuertes sobre las que se asientan los Estados, habría utilizado tu Ubú President como la más afilada de sus armas victoriosas y serías aunque no lo quisieras su héroe, porque sólo un pueblo consciente de sus defectos, y reconciliado con ellos, está preparado para la gesta. Sólo un pueblo que se fortalece con su sátira puede luego ganar las guerras. Y una sociedad que desprecie el talento jamás podrá ser libre.
No: no puedes irte porque debes terminar lo que empezaste, y el fin de trayecto al que llegará el catalanismo, tanto si celebra su referendo como si no lo celebra, necesita que lo expliques tal como has explicado durante 30 años todo el proceso. La de momento última actualización de Ubú, en 2001, incluyó a Maragall, pero te faltan Mas y Junqueras, las manifestaciones multitudinarias, la corrupción y la CUP, el engaño del 9-N, y en fin, los más alucinantes acontecimientos y los más grotescos personajes que desde que nos dejaste han ido apareciendo en nuestras vidas, también ellos huérfanos desde que tú te fuiste, como si hubieran exagerado su extravagancia para asegurarse un papel en tu próxima obra.
Ni el más alienado Pujol, al que diste vida en 1995, se habría entonces creído que Lluís Llach sería diputado y Carme Forcadell presidenta del Parlament votados por Convergència. O que de Convergència quedarían no más que los restos coqueteando con la extinción.
A veces no es posible elegir y para ti ésta es una de esas veces. Pregunta a cualquier persona que respetes y te dirá lo mismo que yo te digo. Llama a Ramon Fontserè. Reunid las fuerzas que os queden. Y que el testamento de nuestra era que ahora muere sean las últimas gotas de vuestro talento.
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MRF
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