No Al Olvido

jueves, 7 de junio de 2018

# Si Rajoy hubiese nombrado a Jorge Javier Vázquez en Cultura, laSexta le hace al PP un 'Especial Escarnio' de 24 horas..VideoCristina López Schlichting: "A vista de pájaro parece un Gobierno diseñado por un productor de cine o un especialista de marketing, lleno de caras famosas".. VIDEO!!!



La confección del Gobierno de Pedro Sánchez y lo mediático de los nombres de algunos ministros inundan este 7 de junio de 2018 las tribunas y editoriales de la prensa de papel en la que se reclama al presidente que, más allá de los fuegos de artificio de un Màxim Huerta (Cultura) y de un Pedro Duque(Ciencia), lo que se reclama es gestión.
Luis Ventoso, en ABC, pone el dedo en la llaga sobre la elección ministerial hecha por Pedro Sánchez y recrea lo que hubiera pasado si esa composición hubiese tenido la titularidad del PP:..
Si el Gobierno anterior hubiese dejado la Universidad en manos de un simpático astronauta y la hubiese desgajado de la cartera de Educación, la Sexta haría un Especial Escarnio de 24 horas, con los sufridos tertulianos durmiendo en el plató. Si el PP hubiese nombrado ministro de Cultura digamos que a Jorge Javier (que también es novelista y presentador de Telecinco, como Màxim Huerta), aquí ardería Troya. Si Rajoy se hubiese dedicado a rescatar a jueces estrella derechistas para hacerlos ministros, dándoles incluso Defensa y los secretos del Cesid, se levantaría un clamor mediático contra las terribles puertas giratorias y la intoxicación política de la Justicia. Y si se hubiese pasado de 13 ministerios a 17, como acaba de hacer Sánchez, rugiríamos contra el dispendio. Por último, o mucho me equivoco, o la anterior presidenta del Congreso, la secretaria general del PP, la vicepresidenta saliente, y las ministras de Defensa, Trabajo y Sanidad de Rajoy eran mujeres. Es decir, no supone novedad alguna situarlas en carteras estelares.
 
Ignacio Camacho considera que Pedro Sánchez ha conformado un Gobierno con visos de perpetuarse unos años en La Moncloa:
El «Gobierno bonito» (copyright Colmenarejo) con el que el PSOE ha vuelto al poder... para quedarse. Y no para quedarse unos meses, sino seis años. Seis, no uno ni dos, porque Sánchez traza un horizonte a plazo largo. Aspira a ganar las elecciones y puede lograrlo ante un PP en estado de shock tras su desalojo y ante el desconcierto de Cs, al que la moción de censura ha trastocado el paso. Bajo su traza apaciguadora, este Gobierno alberga un perfil político de sesgo muy marcado y la determinación suficiente para conducir a la oposición al colapso.
 
ABC pronostica un duro camino para Pedro Sánchez:
No conviene olvidar que se trata de un Ejecutivo sustentado en 84 de 350 escaños, lo que hace prever un Gobierno con enormes dificultades para emprender reformas legislativas. Desde luego, no parece un Gobierno inclinado a la extrema izquierda o a posiciones radicales y, por tanto, es muy probable que no solo quede expuesto a la frontal oposición del PP o de Cs, sino a medio plazo también de Podemos, que en términos electorales seguirá siendo el principal rival del PSOE. Es muy probable que la tentación de gobernar en precario a base de decretos termine convirtiéndose en una necesidad para Sánchez.
 
El País, que gira hacia la izquierda, jalea la elección de nombres de Pedro Sánchez:
Hay que notar que, en su enésima reconversión, Pedro Sánchez ha optado esta vez por girar de nuevo hacia el centro. Debemos felicitarnos de ello porque el resultado es un buen Gobierno que promete moderación, profesionalidad y criterio, valores que, junto con la ética y la limpieza, la sociedad española ansiosamente necesita ver encumbrados en el Gobierno de la nación. Con este equipo, Sánchez parece así aspirar a recuperar para el PSOE el espacio del centroizquierda moderado que tan buenos resultados ha dado a su partido y a la sociedad española desde el comienzo de la democracia.
 
La Razón celebra la política de gestos y nombres escogidos por Pedro Sánchez, pero asegura que aquí lo que se van a juzgar son hechos:
Esa voluntad de una presencia masiva de ministras debe alegrarnos porque es reconocer que en España hay menos discriminación -en los niveles ejecutivos que en los inferiores-, como país tolerante y abierto que somos, en contra de lo que muchos anuncian. La imagen cuenta y vende, pero serán los hechos los que medirán el éxito o el fracaso de este gabinete.
Cristina López Schlichting afirma que este Gobierno parece haberlo diseñado un productor televisivo:
A vista de pájaro parece un Gobierno diseñado por un productor de cine o un especialista de marketing, lleno de caras famosas. Además es un proyecto para «recentrar» al Partido Socialista y sacarlo del «rinchi» podemita en que Pedro Sánchez lo había metido. Se ha buscado fascinar a las mujeres y los gays (Maxim Huerta y Grande-Marlaska lo dicen con libertad) y se hacen guiños a los anti independentistas (Borrell, Meritxell Batet) y los votantes de Valencia (¡cuatro ministros!).
 
El Mundo destaca el carácter efectista del gabinete de Sánchez, pero pone en tela de juicio que luego sepa gestionar:
Sánchez recurrió a un claro efectismo con el nombramiento de Pedro Duque como ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Nadie discute la voluntad, los méritos y la preparación del prestigioso científico, astronauta y empresario, pero Duque carece de experiencia en la gestión pública y eso puede resultar ineficaz para reactivar de forma racional las inversiones en I+D+i. También causó sorpresa el ministro de Cultura, Màxim Huerta, periodista y escritor, célebre por su etapa televisiva pero una incógnita como gestor.
 
Javier Redondo critica que el Gobierno de Sánchez sea de fuegos artificiales, pero que luego no se meta de lleno a resolver los problemas esenciales:
La puesta en escena requería un final a la altura de los tiempos postelevisivos: el periodista y escritor Màxim Huerta completa la nómina de independientes pero sobradamente conocidos. En definitiva, un Gobierno deudor y a la altura del 8-M y de la disputa con Ciudadanos; del desafío de hacer como que gobierna; que gobernará con la retórica y la reválida en el horizonte; un Gobierno ducho, gestual, equilibrado, compuesto y en periodo de pruebas; específicamente diseñado para «Defender la alegría como una trinchera / defenderla del escándalo y la rutina / de la miseria y los miserables / de las ausencias transitorias / y las definitivas». O sea, defenderla de la atonía monocorde y grisácea que fue esa incierta anomalía, que se convenció enseguida de que fue elegida sólo para reducir el paro y cuadrar las cuentas.
 
http://periodismo/prensa/  MRF

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