Ciudadanos tampoco era un partido angélico
España es el único país del mundo con un género literario llamado «novela picaresca». Por algo será... Así que no resulta extraño que la corrupción salpique a todos los partidos, del mismo modo que destacamos en artes como la mangancia en el súper, trucar másteres universitarios y tesis, piratear películas o contar con brigadistas antiincendios que se dedican a quemar el monte. El PSOE, que va de fino, también arrastra su mochila: está a punto de fallarse el caso ERE, el mayor robo de fondos públicos de nuestra democracia; dos de sus últimos secretarios generales en Galicia están encausados; se investiga su financiación en Valencia y las mordidas del caso Acuamed; hay mugre también en Extremadura, con cárcel para dos ex de Vara; y un par de ministros de Sánchez tuvieron que dimitir por tramposos. No está mal. En cuanto al PP, sus casos de corrupción, la mayoría gestados en la etapa de José María -Lecciones Magistrales- Aznar, se convirtieron en el principal lastre del ciclo de Rajoy, cuando el partido se ponía colorado casi cada semana.
Tropelías como la cueva de Alí Babá suiza del tesorero del PP provocaron que numerosos votantes conservadores se hastiasen de las vergüenzas de su partido y buscasen nuevos aires. En ese contexto surgió una operación política ideada por el poder catalán templado: Ciudadanos. La nueva marca vendía cuatro cosas: 1) Juventud y modernidad frente al aire camp del PP marianista. 2) Regeneración democrática, con exigencia de limpieza radical y alarde de que con ellos llegaban los políticos sin mácula. 3) Una firme defensa de la unidad de España, sin medias tintas con el nacionalismo, lo que en realidad constituye su único valor. 4) Unos oradores muy dotados para la dialéctica y bien parecidos, excampeones incluso de debate universitario.
Pero resultó -oh, sorpresa- que Ciudadanos también estaba compuesto por seres humanos. El naranja destiñe igual que el azul o el rojo. El partido de Rivera apenas ha tocado poder, pero ya ha perdido a dos alcaldes por corruptos, en Espartinas y Arroyomolinos. Ahora ABC ha contado que Begoña Villacís no declaró correctamente que era administradora de una sociedad instrumental. Es el tipo de caso que en cabeza ajena convertía a Rivera y Villegas en la versión castiza de Savonarola, exigiendo dimisiones inmediatas. Ahora que les toca a ellos, mutis absoluto de Rivera y Villacís recurriendo al clásico: matar al mensajero. Por último, Ciudadanos tampoco ha resultado un ejemplo de coherencia política. Gobernó con Susana Díaz tres años y pico… y una mañana se despertó rompiendo teatralmente con ella, como si no la hubiesen sostenido. Rivera firmó un pacto para investir a Sánchez y hoy rubrica otro proclamando que nunca lo apoyará, ni a él ni al PSOE (máxima que no rige en Madrid, donde Cs sí parece dispuesto a encamarse con los socialistas). Ciudadanos es un globo de bonita envoltura, al que cabe hacerle un reproche serio: han contribuido a acogotar la presunción de inocencia, una conquista irrenunciable de nuestra civilización.
(PD: se esperan todavía sus disculpas a la senadora Barreiro, declarada inocente y a la que crucificaron de manera preventiva)...Luis Ventoso
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