Nuevo tirón de orejas de la Comisión Europea al Gobierno de Pedro Sánchez. Y van... En realidad yo ya he perdido la cuenta, y total ¡para lo que me va a servir! Porque si al presidente no le preocupa, ¡apaga y vámonos! De hecho, por un oído le entra y por el otro le sale. Quizás el Doctor Okupa pensará en aquel dicho tan poco decoroso, y sí grosero, de «para lo que me queda en el convento...», en fin, acábenlo ustedes. Ayer Bruselas avisó de nuevo de que España sigue siendo vulnerable a la alta deuda pública y privada en un contexto de desempleo elevado. El mensaje, muy clarito: mientras no arreglemos el problema del alto endeudamiento del país siempre estaremos en el punto de mira y seremos propensos a volver a caer en desgracia.
Cierto es también que el anterior inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy, al final de su mandato no logró aprobar la asignatura de la deuda, ya que, una vez pasado el testigo al nuevo presidente, apenas había registrado alguna leve reducción en los tres últimos años, al alimón con la recuperación. Echando la vista atrás, en 2011, los populares recibían una deuda sobre el PIB del 69,50% (734.530 millones de euros) que no dejaría de incrementarse en los años siguientes hasta tocar techo en 2014 con una deuda del 100% del PIB (más de un billón de euros). Produciéndose desde entonces un descenso leve hasta cerrar el ejercicio de 2017, último año completo para Rajoy al frente del país, en el entorno del 98% del PIB (1,14 billones de euros) y una deuda per cápita de 24.583 euros frente a los 15.881 euros de hace siete años. Se antojaba pues urgente que el nuevo Gobierno -desde junio de 2018-, continuase con el esfuerzo de reducirla para evitar disgustos futuros.
Pues no. Sánchez desde el minuto uno propuso lo mismo que Zapatero. Subir todos los impuestos para poder despilfarrar a sus anchas con promesas sociales que deben hacerse, sí, pero cuando se pueda y deba. La receta socialista de siempre vamos. Y encima en un contexto internacional que no ayudaba nada a empezar con el derroche -Brexit, guerra comercial, tipos con previsión de revertir la tendencia y, sobre todo, el impacto que pueda tener la desaceleración económica de nuestros vecinos europeos-, sin pensar en colchones futuros por si acaso.
Sánchez recibió también un país saneado, que ingresaba 50.000 millones más de recaudación que en 2011, y en vez de ahorrar, bajar el déficit y amortizar deuda, lanzó brindis al sol con más gasto, aumentando el déficit y subiendo impuestos. Y, para colmo de males, a golpe de decretos. Hoy la deuda del país -herencia para nuestros hijos no lo duden- sigue en el entorno del 97%.
Ahora en plena carrera electoralista, el presidente se compromete a más gasto social para acaparar votos: al menos 2.300 millones. ¿De dónde lo sacará? No sé ya si reír o llorar. Como dijo Charles Chaplin «Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar»....María Jesús Pérez
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