Todo esto es un buen ejemplo de la quiebra moral de la España de la hora presente
Confieso que dedico el mínimo tiempo posible a ver nuestras emisoras de televisión generalistas. Tanto las de Atresmedia como las de Mediaset. Por eso me pierdo programas que resultan ser relevantes o, cuando menos, polémicos. El pasado lunes leí en ABC.es «French 75», el blog de mi admirado Salvador Sostres, en el que publicaba un artículo titulado «Una querella a Arcadi Espada» y hablaba de la entrevista que le había hecho la víspera Risto Mejide en Cuatro. Leyendo el texto de Sostres sentí plena sintonía con él, pues deduje que Mejide había sometido a Espada a una trampa saducea. Sostres describe a Espada en ABC.es como «el gran periodista de España y quien de muy largo mejor escribe en los periódicos».
Yo casi sólo conozco a Espada por sus escritos. Recuerdo haber almorzado con él una vez en el palacio de un amigo común y poco más. El 30 de marzo del pasado año dejé en estas páginas un elogio sin matices de su libro «Un buen tío. Cómo el populismo y la posverdad liquidan a los hombres». Pero confieso que el ver ayer -a instancia de mi hija- el programa de Mejide del pasado domingo ha hecho que se me derrumbe la imagen de Espada. No me atrevo a criticarle como periodista, pues puede tener muchos más méritos que yo. Pero sí como ser humano -a pesar de las muchas faltas que me adornan-.
Espada abandonó el programa de Cuatro después de que el presentador le recordara citas suyas sobre los niños con síndrome de Down en las que decía que «si alguien deja nacer a alguien enfermo, pudiéndolo haber evitado, ese alguien deberá someterse no solo a que el enfermo lo denuncie por crimen, sino a que sea la propia sociedad. Ellos tratan de imponernos hijos tontos, enfermos y peores». «Claro» respondió Arcadi. «Si alguien deja nacer a alguien enfermo, pudiéndolo haber evitado, ese alguien deberá someterse no solo a que el enfermo lo denuncie por crimen, sino a que sea la propia sociedad». De lo que se deduce que hay que empezar por eliminar a los niños que puedan portar síndrome de Down y, a la brevedad posible, habrá que finiquitar a los enfermos dependientes y otras personas que representen cargas para sus familias en particular y la sociedad en general. Cuando Espada fue confrontado con el testimonio de un chico que padece ese trastorno y un padre que reivindica la felicidad de tenerlo, primero negó haber dicho que los que padecen esa dolencia sean «tontos» o «peores» para después aducir que había sido citado fuera de contexto y terminar marchándose de la entrevista a instancias del presentador, segundos después de que insinuase que podía hacerlo por iniciativa propia.
Todo esto es un buen ejemplo de la quiebra moral de la España de la hora presente. Desconozco lo que Mejide pueda haber hecho por los que padecen síndrome de Down a lo largo de su vida. Pero sí sé que aunque me produce rechazo ver el uso que hizo Mejide de una víctima, más asco me generó el alegato que hace Espada del aborto como un bien que beneficia a la sociedad. Y peor aún, denunciar como un crimen el no practicar abortos a quienes gesten hijos con síndrome de Down. Sí, claro que serán una carga para la sociedad. Como tantos otros seres humanos, incluidos los que nacieron con todos los dones, no fueron correctamente formados por sus padres ni por la escuela, pública o privada, y acaban siendo drogadictos dependientes de la beneficencia pública.
Esta es una cuestión de Derechos Humanos, no de fe. Pero me pasma, querido Salvador, que un católico que proclama su fe a los cuatro vientos admire una declaración abortista así...Ramón Pérez-Maura
https://www.abc.es/ MRF
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