El mercado navideño de la avenida Pérez Colino de Ponferrada se convirtió, ayer, en el escenario de una demostración culinaria o ‘showcooking’ en la que los cocineros Diego Pestaña (Restaurante La Perla Parda) y Samuel Naveira (Muna) ofrecieron una visión renovada e innovadora de varios platos elaborados con productos del Bierzo. En su acción, Pestaña trató de acercar la cocina a los niños y ahondar en la importancia de una correcta nutrición. Naveira, por su parte, mostró el potencial de frutas y frutos secos. Ambos son dos de los referentes de la nueva cocina berciana. Hoy, taller de quesos.
Policia Municipal
La Policía Municipal de Ponferrada hace entrega hoy de los 1.500 juguetes recogidos en la campaña de Navidad 2018. «La solidaridad de los ponferradinos y empresas se ha traducido en juguetes para niños de todas las edades que los agentes se han encargado de seleccionar y presentar como regalos», destacan fuentes policiales en un comunicado.,,,
Los juguetes se entregarán a un importante número de asociaciones y colectivos en los siguientes puntos de la ciudad. De 10:00a 12:00 horas, en el pabellón Lydia Valentín; a las 12:30, en la calle Chile, sede asociación de inmigrantes; a las 13:00 horas, en la sede de Cáritas, y a las 13:30, en la iglesia Evangélica del barrio nuevo.
La campaña de la Policía Municipal de Ponferrada se ha desarrollado desde antes de las Navidades y se ha convertido ya en un gran colofón de la solidaridad de los bercianos.
A-6
El siguiente indicador de la provincia, en dirección a León, se eleva ya hasta los 13.273.
El tráfico es también un termómetro del pulso económico de una comarca, de una provincia o de una comunidad. Y la Autovía del Noroeste (A-6) muestra también la menor actividad del Bierzo. En sus 595 kilómetros, esta carretera radial que comunica Madrid con La Coruña tiene a su paso por tierras bercianas el menor trafico rodado de su recorrido, con 10.614 vehículos diarios, según la última estadística publicada por el Ministerio de Fomento con datos de 2017, lo que supone, sin embargo, un crecimiento del 19,4 por ciento frente al año anterior, sobre todo en coches (27,6). En cambio, en camiones baja (-2,4).
El mayor tráfico se da en la salida de Madrid. En la estación permanente ubicada en el punto kilométrico 12,07, la intensidad diaria de tráfico alcanza los 152.962 vehículos, la mayoría coches (147.638) y el resto (5.324) camiones y vehículos pesados, según la misma estadística que se puede consultar en la web del Ministerio. A la altura de la provincia de Ávila (kilómetro 131) el tráfico diario baja de forma importante hasta los 19.704 vehículos diarios entre coches (16.649) y camiones (3.055). Datos que no difieren mucho del paso, por ejemplo, por la provincia de Zamora, donde baja algo, hasta los 18.143 vehículos diarios entre coches (14.901) y camiones (3.262).
Más que en el Bierzo pasa también en la parte gallega. En Lugo, en la estación permanente del kilómetro 503,72, el dato se dispara hasta los 25.468 vehículos diarios, no tanto en camiones, que viene a mantener una cifra similar a otros puntos del recorrido (3.454 diarios), como en el apartado de coches, que se dispara hasta los 21.972 de media diaria en el año 2017. Y vuelve a bajar, otra vez, en el final de la A-6 cerca ya de La Coruña, en el kilómetro 555,74, con 17.678 diarios, de los que 15.285 son coches y 2.393 camiones.
En la propia provincia de León hay más actividad fuera del Bierzo, aunque es un dato a estudiar con más profundidad ya que muestra también el tránsito de vehículos desde el Bierzo hacia León y viceversa. Cerca del alto del Manzanal, subiendo desde Astorga, en el kilómetro 341,09, el tráfico diario es de 13.273 vehículos: 10.306 coches y 2.967 camiones.
De esos 10.614 vehículos de media al día que se midieron en la estación del kilómetro 394, a la altura de Camponaraya, 8.243 corresponden a coches y 2.371 a camiones. El mayor tráfico del año se dio en el mes de agosto, con 14.113 vehículos, seguido de julio, con 11.771, y el menor en febrero, con 8.440.
El resto de meses con más tráfico son septiembre (12.069); octubre (10.635), noviembre (10.532), diciembre (10.227) y abril (10.120). Junio se quedó en el Bierzo en los 9.880 vehículos diarios; marzo en 9.825, y enero, en los 9.089.
ANTONIO TURIEL MARTÍNEZ FÍSICO Y MATEMÁTICO, INVESTIGADOR DEL CSIC
Antonio Turiel Martínez (León. 1970) es físico y matemático, doctorado con una tesis sobre turbulencias en la Universidad Autónoma de Madrid, investiga los océanos en el Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona. Con su blog The Oil Crash se ha convertido en un mediático divulgador. «La llegada al cénit de producción mundial de petróleo ha puesto a la economía contra las cuerdas», dice su encabezamiento. Eso habría ocurrido en 2005, el año de máxima producción. Hoy a las 19.00 horas da una conferencia en Sierra Pambley sobre El futuro de la energía, organizada por La Raya.
—¿A qué dedica sus investigaciones en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC?
—Siendo físico de formación, trabajo en Oceanografía Física, es decir, en el estudio de los procesos físicos del medio marino: corriente, clima, remolinos, formación de aguas profundas y afloramientos,… Me interesan sobre todo las escalas relativamente grandes. Mi especialización es en la oceanografía por satélite. Como también trabajo la explotación de recursos naturales, desde hace ya algunos años trabajo, con mis colaboradores, en la cuestión de los recursos energéticos en general.
—¿Qué plazos vislumbra para sustituir las energías fósiles en las condiciones actuales del planeta?
—Hay dos cuestiones: una es la del impacto ambiental, con el cambio climático a la cabeza, que es de lo que más se habla. La otra es la del agotamiento de los combustibles fósiles, que a pesar de ser tanto o más apremiante se comenta mucho menos. Con respecto a la primera no hay muchas dudas: cuanto antes eliminemos el uso de combustibles fósiles, mejor. A día de hoy no podemos estar seguros de que el planeta se pueda estabilizar a unos niveles climáticos adecuados para la raza humana, y cada año que postergamos la toma masiva de medidas para eliminar los combustibles fósiles hacemos que la probabilidad de éxito disminuya. La segunda cuestión es mucho más compleja, pero también mucho peor para nuestro futuro inmediato. La primera cosa a dejar claro es qué queremos decir cuando hablamos del agotamiento de los combustibles fósiles. Hay que entender que pasarán muchas décadas, incluso siglos, antes de que los combustibles fósiles sean tan poco productivos que ya no se exploten. Pero los problemas comienzan mucho antes, cuando se llega al máximo de producción, porque a partir de ese máximo cada año se va produciendo un poco menos que el anterior. Comparo esta situación con la de una persona a la que le bajan el sueldo un poquito cada año: nunca deja de cobrar dinero, pero la vida se le va haciendo cada vez más difícil. Y en ese punto de que nos empiecen a reducir el sueldo energético parece que estamos ya con respecto al petróleo y posiblemente el carbón y el uranio, en tanto que con respecto al gas natural nos queda un poco más, aunque en una década también habrá llegado a su cenit. Por lo tanto, lo mejor es, de nuevo, comenzar a hacer la transición energética ya, ahora que aún la energía es abundante.
—¿Alcanzará con las renovables para satisfacer las necesidades del planeta?
—No serán suficientes si queremos que aporten tanta energía como actualmente aportan petróleo, carbón, gas y uranio. No nos hacemos una idea clara de la enorme cantidad de energía que consumimos hoy en día (550 exajulios en 2016). Los múltiples sistemas que hemos ideado para aprovechar la energía renovable (hidráulica, eólica, fotovoltaica, solar de concentración, geotermia, mareomotriz, etc) tienen numerosas limitaciones que hacen que, a pesar de que nos permitirían acceder a cantidades grandiosas de energía, aún serían solo una fracción del total actual: estimo que haciendo las cosas de la mejor manera posible podríamos producir por medios renovables entre el 30 y el 40% de lo que se consume hoy en día.
—¿Y qué pasa con el 70 o 60% que sería necesario para funcionar al ritmo actual?
—Ese 30-40% sería más que suficiente para cubrir las necesidades reales de toda la Humanidad, y de una manera más equitativa que la actual, puesto que la mayoría de la energía simplemente se desperdicia porque tiene un sentido económico hacer eso, desperdiciarla. Si nuestro sistema económico no estuviera orientado al crecimiento sin fin y exponencial, si el objetivo de la sociedad no fuera el consumo por el consumo, con esa cantidad de energía tendríamos más que de sobras. Por tanto, no es un problema tanto físico o de ingeniería como de organización de la sociedad. ¡El problema es antes social que técnico!
—¿El capitalismo extractivista y consumista tiene futuro?
—Rotundamente, no. Eso no quiere decir que no le queden aún algunos años por delante, quizá un par de décadas, si hablamos de Europa. Pero sin duda está dando las boqueadas. Sin energía abundante y barata el capitalismo, tal y como lo entendemos ahora mismo, está condenado. Tendrá que evolucionar, y en eso estamos.
—¿Las leyes de la física pueden orientarnos sobre qué sistema económico se hace necesario en el momento presente?
—Está claro que la imposibilidad de continuar haciendo crecer nuestra huella material (energía y minerales) en un planeta que, no lo olvidemos, aunque grande es finito, implica que tarde o temprano tendremos que optar por un sistema económico que no necesite del crecimiento para funcionar. Opciones al respecto hay muchas; a algunos, por preferencia ideológica, les gustarán más unas u otras. En eso la ciencia no puede decidir, pues es una cuestión completamente opinable. Lo que sí que está claro es que tendremos que tender a un sistema que en alguna medida sea estacionario, que respete los límites biofísicos que nos impone el planeta.
—¿Es posible un mundo confortable basado en el decrecimiento?
—No es incompatible. La idea del decrecimiento es que ya nos hemos pasado del nivel adecuado para mantener ese sistema estacionario que necesitamos y que durante un cierto tiempo tendremos que decrecer, pero una vez llegado al nivel adecuado la idea sería mantenerse allí de manera indefinida. Pero, como he dicho, la mayoría de la energía se malgasta, al igual que la mayoría de los materiales. No necesitamos gastar tanto para vivir bien; incluso, con un sistema económico adecuado, podríamos reducir más de 10 veces nuestro consumo y a pesar de ello vivir incluso mejor que ahora.
—¿Eliminar los coches diésel es una medida que contribuirá a reducir la contaminación como dice la ministra?
—Sin duda que eliminar los coches de diésel reduciría la contaminación, qué duda cabe. Claro que de todas las máquinas que funcionan con diésel no son los coches lo que más contamina. Por ejemplo, el FairFuelUK Report del 2017 mostraba como en el área de Londres los coches de diésel representaban solo el 11% de todas las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx). Lo que más NOx produce en Londres (más del 60% del total) son las calefacciones, los camiones, las furgonetas, la maquinaria pesada y por supuesto los barcos. Poner el acento en los coches es un tanto absurdo, porque todo lo demás contamina también, mucho, y mucho más que los coches.
¿Y la ministra no lo sabe?
—Es una manera de ganar un poco de tiempo.
—Como leonés, al menos de origen, ¿Qué diagnóstico hace la provincia ‘descarbonizada’?
—No solo de origen sino militante: suelo mencionar que soy leonés, a pesar de vivir en Cataluña desde hace 16 años y hablar fluidamente el catalán. Sobre el futuro del carbón, tengo sentimientos encontrados. Creo que no se han hecho todos los esfuerzos posibles para planificar un futuro para después del carbón, sobre todo pensando en quienes más lo van a sufrir, que son los habitantes de la zona minera (y no solo los mineros: el impacto económico en los valles mineros afecta a todos los sectores). Pero consumir menos carbón es bueno ambientalmente y además nos permite prepararnos para un futuro en el que tampoco tendríamos carbón aunque quisiéramos – simplemente, creo que no se ha preparado lo suficientemente bien. Pero por otro lado me consta que desde el punto de vista del Estado se considera al carbón nacional un recurso estratégico, porque lo es. Es prácticamente el único combustible fósil presente en España en cantidades significativas. Si dentro de un par de décadas España tiene problemas para suministrarse de petróleo, siempre podrá recurrir al carbón para cubrir sus necesidades más básicas (no sólo para la producción de calor: el carbón, mediante el proceso de Fischer-Tropsch, puede convertirse en un sustituto del petróleo —no es muy eficiente—, pero se puede usar a escala limitada). Así que me gustaría saber cuáles son los planes de contingencia que se manejan. Y creo que a los ciudadanos también les gustaría saberlo.
Pero ¿los combustibles fósiles deben abandonarse cuanto antes?
—El carbón será un recurso en el corto plazo. En el largo desaparecerá. Bien por agotamiento, bien por motivos ambientales.
—¿Con las minas pasó como con al pastor con el lobo?
—No creo que eso sea culpa de los ciudadanos: culpa será, en primer lugar, de los propietarios que sabían que el negocio se tendría que cerrar, y posiblemente también en parte de las administraciones que no fueron lo suficientemente diligentes para asegurar una salida adecuada. Quizá los primeros creyeron que habría moratorias y a las segundas les fue más cómodo mirar para otro lado. Lo que no deja de ser curioso es cómo este cierre de minas, que afecta a toda Europa, se está efectuando en Alemania, donde cierran minas de hulla y antracita (las pocas que les quedaban en el Rhur) pero abren minas a cielo abierto en Sajonia para explotar… ¡¡lignito!!, que es un carbón de mucha más baja calidad y más contaminante. Hay muchísima hipocresía europea, y quizá por exceso de buena fe en España no se han jugado todas las bazas que se tenían.
—La idea que se ha transmitido es que hay que cerrar porque contaminan. ¿Es cierto?
—Es una mezcla de los dos problemas. Sin duda las vetas más productivas de antracita y hulla hace décadas que se acabaron en León, pero el proceso de declive es algo lento y progresivo, es como explicaba al principio ese «descenso de nuestro sueldo energético». El problema de la contaminación es real y debe ser abordado, y el declive de los recursos también es real y también necesita ser abordado. Falta es un poco más de transparencia y planificación: se han de dar alternativas viables.
https://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/ MRF
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