En lo que respecta a la cuestión venezolana, el comportamiento
de Sánchez, ese hombre que sobrevive con 84 escaños y desprecia
al Senado que elegimos todos los españoles, dista mucho de
lo que podríamos esperar de un político moderno y avanzado.
Sus tics son de persona con escasa fe democrática. Resulta
que su gobierno -que no la sociedad a la que representa-
está poniendo todo tipo de trabas a la posición común de
la UE ante las horas decisivas que vive un país hermano.
Esa mezquindad solo es superada por la extrema izquierda
de Podemos, que trata de explicar lo inexplicable y justificar
lo injustificable. En todo este proceso de miseria política,
cabe encontrar un punto positivo: los ciudadanos tienen
la oportunidad de saber qué tipo de régimen
le gusta a Pablo Iglesias y qué endebles convicciones
democráticas se gasta el líder del PSOE, que todavía a
estas alturas duda entre la legitimidad de Guaidó y el
sátrapa de Maduro. A medida que los electores mediten
con más profundidad, podrán votar más con la cabeza que
con la testosterona. El instante venezolano encierra,
inevitablemente, su lectura en clave española..Bieito Rubido
http://abcblogs.abc.es/ MRF
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