Las cosas hay que hacerlas bien y, después, contarlasbien, por ese orden
Las empresas -todas, pero sobre todo las más grandes- cada vez más se fijan como fin último satisfacer a todos los agentes con los que interactúan. Cierto es que en los últimos tiempos en los planes de las grandes multinacionales españolas lo que ha primado ha sido apostar principalmente por el mejor bienestar de uno de ellos: el cliente. Mientras tanto, los expertos hablan de que si bien el planteamiento de situar al cliente en el centro de las estrategias empresariales es fructífero, no lo es tanto si se desvincula de la satisfacción que igualmente deben recibir con sus planes el resto de agentes, los llamados grupos de interés. Si uno de ellos es ignorado o cae en el olvido, o desequilibras los esfuerzos por satisfacerles, la empresa lo termina pagando. Siempre. Es de libro.
Los grupos de interés (en inglés, «stakeholders») son grupos de personas dentro de una empresa que tienen objetivos propios (accionistas, empleados, directivos...), de manera que su consecución está vinculada con la actuación de la empresa. Por tanto, será misión prioritaria de la dirección de toda compañía la búsqueda del equilibrio entre los objetivos de los distintos grupos de interés que, en definitiva, son los suyos.
Y... en esas está uno de los principales ejecutivos españoles al frente de una de nuestras grandes multinacionales. José María Álvarez-Pallete al frente de Telefónica. Sabido es que el directivo, en el sillón presidencial desde marzo de 2016, lleva desde entonces planeando el futuro de la nueva Telefónica. Le ha costado, por presiones internas y externas. Pero ya lo tiene. Tenía que elegir: o los políticos, o él. Y ha elegido. Él. Zapatero a tus zapatos. Los políticos deben estar en política, y los empresarios... en las empresas. Y para ello se rodea ya de «su» gente. Con lealtad elevada a la máxima potencia. Y todo para reconducir el futuro de la compañía y satisfacer a todos sus grupos de interés. El pasado 27 de noviembre anunciaba su nuevo plan y el nombramiento de su equipo directivo. Ayer, la renovación del consejo, en la que, un histórico de la operadora, Javier de Paz, parece salir debilitado. Todo para consolidar «la nueva Telefónica», rompiendo definitivamente ataduras con el pasado. Después le tocará a otros órganos clave de gestión y representación de la compañía, muchos de los cuales siguen todavía en manos de los «hombres de paz», impermeables al talento y a la audacia del presidente.
Como decía Álvarez-Pallete en una carta dirigida a todos sus grupos de interés, Saint-Exupéry escribía que «lo esencial es invisible a los ojos». Pues bien, esa es la esencia del nuevo plan. El cambio. Volver a imaginarse el futuro. Un futuro que pasa por seguir siendo valiente y poner a los mejores a gestionar la compañía y dejarles hacer. Los dichos son sabios, pero los hechos son poderosos. Las cosas hay que hacerlas bien y, después, contarles bien. Por ese orden...María Jesús Pérez

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