El alcalde de León, José Antonio Díez (PSOE) reaviva la pretensión de «romper» la comunidad
A río revuelto, ganancia de pescadores. Es el refrán al que debe agarrarse el alcalde de León, el socialista José Antonio Díez, para desempolvar y reabrir el debate de la reforma del mapa de las comunidades y pedir la suya propia para León, junto a Salamanca y Zamora, resucitando el viejo Reino de León, «enterrado» hace ya más de un siglo. Ahora que los independentistas catalanes quieren sacar tajada para sus aspiraciones secesionistas dentro de las negociaciones con las que el PSOE de Pedro Sánchez ha entregado a ERC la formación del Gobierno, Díez parece haber visto la rendija perfecta para intentar abrir la puerta y colar su debate.
Bien es cierto que su discurso no es nuevo, y ya estando en la oposición en el Ayuntamiento de León el socialista alzó la voz en este sentido. Pero ahora la diferencia radica en el altavoz que le brinda la Alcaldía y que en sus declaraciones –y ahora hechos– como regidor esta legislatura han ido casi más allá que el partido tradicionalmente de corte más leonesista, la Unión del Pueblo Leonés (UPL). Todo sin olvidar que su compañero de filas y alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha contribuido con sus palabras a atizar y avivar las chispas de la histórica fricción y rivalidad entre ambos territorios.
En una especie de competición por ver quién hace la declaración más sonora y pedir foco para sí mismos, Óscar Puente y José Antonio Díez han elevado el tono del enfrentamiento, que más allá de la disputa entre ambas ciudades tensa al conjunto de Castilla y León. Hasta el momento culmen vivido este viernes en el pleno del Ayuntamiento de la capital leonesa. De las palabras a los hechos: aprobación de una moción en la que se acordó remitir a las Cortes autonómicas y al Congreso su acuerdo sobre «el derecho a la constitución como comunidad autónoma de la Región Leonesa».
Cierto es que la iniciativa partió de la UPL, que aprovechando que el alcalde aireaba de nuevo sus aspiraciones leonesistas y no dispuestos a dejarse robar el «leit motiv» que sustenta su existencia, encontró el resquicio para que Díez se retratase. Y el regidor no lo dudó. Entró al trapo. Con su voto y también su voz dijo sí a «romper» Castilla y León. «La y copulativa entre Castilla y León lejos de unir marca la diferencia», justificó, alegando «una centralización abusiva» y «un agravio que se refleja en la pérdida demográfica y de proyectos de desarrollo». Ayer, en declaraciones a la Agencia Ical, Díez insistía en su pretensión de dar al traste con casi 37 años de devenir autonómico de la que el 25 de febrero de 1983 fue la última autonomía en constituirse. Aunque con algún matiz y tras encontrarse con el «rechazo» de su partido a nivel regional y federal «a la segregación de la autonomía leonesa». Reiteraba sus pretensiones, pero a la vez abogaba por abrir «un diálogo y una mesa de diálogo y debate para abordar la cuestión de la autonomía de la Región Leonesa» y se mostraba «abierto a otras propuestas para solventar esta situación de agravio tras casi 40 años de desgobierno del Partido Popular en la Junta de Castilla y León».
Ese victimismo, la reclamación de más infraestructuras y mayores inversiones para una provincia que en el reparto de fondos por parte de la Junta siempre ha salido beneficiada, amparan ahora esa reclamación de un territorio que, cierto es, encabeza la constante pérdida de población que acusa el conjunto de Castilla y León. Sin olvidar ese continuo medirse y compararse con Valladolid, sede de buena parte de la administración autonómica en una comunidad sin capital oficial. «Se ha centralizado todo en Valladolid y en Castilla», cuestionaba de nuevo ayer Díez, quien durante el último año –primero desde la oposición y luego como alcalde– ha tenido que escuchar la voz de su compañero de partido Óscar Puente reclamando más y más para las orillas del Pisuerga. Como «discurso del odio» llegó a calificar el regidor leonés las palabras de su colega vallisoletano, poco dado a morderse la lengua, presto a meterse en todos los charcos e incluso fabricarlos cuando ni siquiera los hay. Fue él quien hace un año abrió ese melón que ahora Díez, con bastón de mando, quiere explotar.
«Garantiza la unidad»
Pero la realidad es que más allá del apoyo de la UPL –que fue de quien partió la iniciativa de la polémica y se mantiene fiel al discurso que sustenta su iniciativa, aunque cada vez con un respaldo en las urnas más limitado– y del único concejal de Podemos –al que ni los suyos apoyan–, José Antonio Díez se ha topado con el rechazo prácticamente frontal. El PSOE, que aprovechó la coyuntura para cargar contra el PP y la Junta, ha mostrado su rechazo a Díez.
Y ni siquiera en los territorios directamente afectados ha encontrado eco. El secretario general provincial del PSOE de Zamora, Antidio Fagúndez, rechazó ayer los «conflictos identitarios». «Tenemos otras prioridades y, aunque respetamos el sentimiento nacionalista y de reivindicación en León, un tanto utópico ahora mismo, en la posición en la que está España no hacen falta nacionalismos, sino ser generosos», afirmó.
«El Gobierno de Castilla y León garantiza la unidad y la integración de nuestra comunidad», escribió en Twitter el presidente de la Junta, el popular Alfonso Fernández Mañueco. «España no puede permitirse las aventuras territoriales del socialismo», señaló en alusión a esa iniciativa, que se suma a unas palabras de José Antonio Díez en las últimas semanas en la misma dirección y que Mañueco ha llegado a comparar con el secesionismo catalán. La de la capital no ha sido la única moción en este sentido. También salió adelante en tres pueblos, con el voto incluso a favor de los ediles populares....
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