Imaginen ustedes que un ladrón entra en una vivienda en ausencia de sus dueños, se lleva cuanto encuentra de valor, dinero, joyas, incluso objetos personales y escapa a su provincia donde consigue que le facilitan presentarse a las elecciones europeas y logra un escaño en su parlamento, con lo que obtiene la inmunidad. Pese a ello, es juzgado y condenado. ¿Creen ustedes que justamente? Presiento que la inmensa mayoría dirá que bien condenado está al ver, junto al robo un fraude de ley, esto es, usar la ley para burlarla. Pero el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sostiene que, al haberse impedido a Oriol Junqueras tomar posesión como parlamentario europeo, la Justicia española violó sus derechos. Con lo que, desde el punto de vista racional, la Justicia europea comete dos injusticias: no tener en cuenta el citado fraude de ley y dar más importancia a una technicality, «detalle menor de la ley que puede conducir a un resultado injusto» (English Mcmillan Dictionary ) que a un robo. Se argüirá que no fue éste el caso. Responderé que la sedición es una de los delitos más graves, castigado hasta hace poco con la pena de muerte, al afectar a la estabilidad de un Estado y a la seguridad de sus ciudadanos. Aparte de ir acompañado de malversación de fondos públicos, el peor de los robos. Que los magistrados de la Corte europea no debían tenerlas todas consigo lo demuestra que no se atrevieron a decir que no había habido delito e incluso han dejado al Tribunal Supremo español la última palabra. Con lo que violan otra de las normas procesales: ser claros en el veredicto, limitándose a darle una patada hacia delante y liarlo aún más de lo que está.
El primer damnificado es la Justicia española que ha quedado manchada, con gran contento de los secesionistas. Pero la primera víctima ha sido la negociación PSOE-ERC, a punto de cerrarse, que Esquerra decidió suspender hasta ver como reacciona Sánchez a la nueva situación. De momento, retrasa su investidura y la salida de la cárcel de Junqueras, que desde su celda pide a los suyos continuar la negociación. Le han dicho que lo harán, pero sin renunciar a la autodeterminación y a la libertad de los presos. Nos imaginamos al presidente en funciones planeando cómo dar lo que no puede.
Entre los daños colaterales está en primer lugar el creciente recelo hacia una Justicia europea que con su proliferación y contradicciones está dañando el proyecto más ambicioso del Viejo Continente en su historia. No hay que olvidar que aún estamos en la «Europa de las Naciones», y éstas, como sus leyes e instituciones, deben ser respetadas por los burócratas comunitarios. Urge establecer que en la UE mandan sus miembros, no sus funcionarios. El Parlamento Europeo ha recibido a dos prófugos de la Justicia española, Puigdemont y Comín como miembros sin esperar a que se resuelva su caso. Así no se consolida la Unión Europea. Así se la dinamita....José María Carrascal
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