Bardem insulta y se retracta
Ignoro si el vehículo de Bardem es de gasolina, diésel, híbrido o eléctrico. Tampoco sé, ni me interesa, si tiene calefacción central o no. No tengo la menor idea sobre si, en cambio, disfruta de un casoplón caldeado con energías renovables o se da más a los combustibles fósiles. ¿Es tan partidario del jet privado como lo es del Falcon nuestro presidente en funciones? De lo único que estoy seguro es de que cada vez que gobierna el PP aparecen «los Bardem». No estoy hablando de una familia, no me dedico a la cuestión, sino a la casta o élite de la izquierda que coge la pancarta y tira de megáfono e insulto en cuanto detecta a alguien del Partido Popular al frente de un gobierno. Desde 2002, con el Prestige, pasando por la guerra de Irak y hasta la crisis económica, por supuesto solo con Rajoy de presidente, es una constante vital de nuestra democracia. La izquierda caviar de toda la vida reaparece para recordarnos que si gobierna la derecha es una anomalía.
Al actual alcalde de Madrid, la izquierda lo estigmatiza con una caricatura rancia y le llama Martínez, como si tener un apellido terminado en «ez» rebajara el nivel social e intelectual del aludido a una categoría inferior de persona. Martínez Almeida, más bien bajito y del Aleti, puede poner en su currículum de abogado del Estado que Javier Bardem le llamó estúpido a él y al presidente de Estados Unidos en la misma frase. Con el PP en Madrid han vuelto las huelgas de autobuses municipales y «los Bardem». Sin duda, ambos acontecimientos auguran al alcalde de Madrid una larga carrera política.
Para intentar arreglar el ridículo hecho tras la manifestación del viernes, Javier Bardem ha tratado de sacar la pata afirmando en su disculpa que «el insulto ilegitimiza cualquier discurso y conversación». Faltan comillas para resaltar que el verbo «ilegitimizar» no existe salvo que se te escurra el prejuicio caviar: un gobierno del PP siempre es ilegítimo. Nos está quedando claro que la izquierda también ha privatizado la lucha contra el cambio climático. Y por lo tanto, Martínez Almeida es el hereje local. La anterior alcaldesa, Manuela Carmena, dejó el centro sin coches, olvidándose de quienes lo atraviesan cada día por trabajo y también de la vida cotidiana en los barrios de la ciudad, especialmente de aquellos donde más la votaron. Esas calles que nada importan a «los Bardem», allí no vive precisamente la élite....Juan Pablo Colmenarejo

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