En Villaluenga del Rosario, un pueblo de 438 habitantes de la Sierra de Cádiz, están de enhorabuena. Desde hace dos semanas sus vecinos disfrutan del primer cajero municipal de España, con el que por fin pueden acceder al efectivo las 24 horas del día. «Solo tres establecimientos tenemos la opción de cobrar con datáfono. Si la gente iba a la panadería o a cualquier otro sitio sin efectivo no podía comprar», cuenta a ABC Carlos, dueño del Mesón Rural Los Caños, de la localidad gaditana.
«La idea del ayuntamiento es muy buena, esperemos que funcione», comenta Diego Olmo, propietario de dos negocios que no disponen de dispositivos para cobrar con tarjeta. Alejandro, otro comerciante que gestiona el Museo del Queso de Villaluenga del Rosario, reconoce que la falta de cajero les hacía perder «muchas ventas».
El ayuntamiento ha contratado el nuevo servicio tras suscribir un acuerdo con la multinacional Cardtronics. El convenio, de cuatro años de duración, contempla que si se supera un número mínimo de operaciones y de retiradas de efectivo, la empresa abonará una tasa al consistorio y si no, será la alcaldía la que pagará a Cardtronics con los beneficios obtenidos por la publicidad que el cajero lleva inserta en dos pantallas laterales. «El coste en ningún caso sobrepasará los 300 euros para las partes», afirma a ABC el alcalde de Villaluenga del Rosario, Alfonso Moscoso.
El cajero que había en el municipio desapareció hace cuatro años y Unicaja, la única entidad con sucursal allí, se decantó hace unos meses por un agente financiero que atiende a los clientes por las mañanas. «La ruralidad no puede significar exclusión en ninguno de los sentidos», recuerda Moscoso.
Menos servicios
El proceso es imparable. La España vaciada se queda sin sus gentes y también sin liquidez. A cierre de 2018, cuatro de cada diez municipios (3.399 de 8.132) carecían de cajero automático, lo que dificulta el manejo del dinero en metálico a aproximadamente un millón de personas, según datos del Banco de España. Desde hace una década, el número de cajeros ha descendido un 17%, hasta los 51.391 del año pasado.
Patricia Súarez, presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), dice que en el futuro la falta de cajeros «no supondrá un inconveniente, pero todavía no hemos alcanzado ese nivel de digitalización».
Por eso, Suárez apunta que se puede hablar de «exclusión financiera», ya que «las personas mayores tienen una brecha digital importante». En este sentido, la presidenta de Asufin defiende que la formación es esencial, pero que «mientras llega ese momento, que no es fácil porque siempre requiere de un tiempo, habrá que pensar medidas paliativas».
Malas perspectivas
Lejos de solucionarse, el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada prevé que, con el actual ritmo de cierre de sucursales, en 2025 en torno al 5% de la población española tendrá muchas dificultades para acceder al dinero en efectivo, y cerca de tres millones de personas estarán en «grave riesgo de exclusión financiera».
Y es que el efectivo continúa siendo el medio más habitual de pago en España, tal y como revela la encuesta hecha en 2017 por el Banco de España, según la cual, el 53% de la población utiliza billetes y monedas como principal forma de pago, seguido por la tarjeta de débito con un 41%.
Solo en algunos segmentos, como el de los «millennials» –menores de 35 años– la tarjeta supera al metálico. Según datos analizados por BBVA Data y Analytics, las retiradas en efectivo suponen el 20% de las transacciones hechas por los jóvenes.
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