Un padre y su hija seremos siempre el propósito de Dios realizado, la naturaleza siguiendo su pulsión más íntima y preciosa
De entre todos los desastres que produce el feminismo, está el creciente número de mujeres que hablan de la maternidad como una presión social, una carga, y naturalmente un acto de imposición machista. Y una vez más, para justificar el deprimente enfrentamiento a sus instintos, oponen el ser madre a su libertad como hacen para convertir el aborto en un logro.
El feminismo ha desdibujado a la mujer en su esencia y la ha hecho sentir incómoda en su condición. No ser madre no es un acto de libertad ni de afirmación de absolutamente nada. Abortar no es ser libre ni mucho menos ganar. La sexualidad no es ninguna construcción social ni la maternidad una conspiración del patriarcado. Se puede no ser madre pero el último sentido, la última finalidad y la última utilidad de una mujer es ser madre: lo mismo digo de un hombre y de ser padre.
El lunes registré la que creo que hasta ahora ha sido la experiencia más humillante de mi vida, que fue acudir a un parque acuático. Pero la conciencia de dos cosas me permitió vivir un día feliz, otro día feliz de mi vida. La primera fue que era inútil tratar de preservar mi dignidad, porque se quedó en la puerta. Sin nada ya que defender, me dejé ser en el espanto y descubrí que cuando me relajo tengo una casi hermosa capacidad de fluir. La segunda fue que vi a mi hija pasarlo tan bien y reírse tanto con su amigo Joan, que fui feliz como una prolongación de su felicidad. Velo tus noches y tu alegría y yo soy quien más pañales te ha cambiado, quien más biberones te ha dado, quien a más lugares y más remotos y más degradantes como este Marineland te ha llevado, y no eres una carga y ser tu padre es mi libertad y no al revés; y soy muy hombre cogiéndote en brazos, limpiándote los mocos, llevándote a la escuela o al doctor Brotons, preparándote la cena, en la feria con tus amigas. Y no somos una construcción social ni una conspiración. Ser tu padre es mi continuidad. No tuve ni que pensarlo para sentirme muy bien en el parque acuático: me bastó con verte para darme cuenta de repente que yo también sonreía. Un padre y su hija seremos siempre el propósito de Dios realizado, la naturaleza siguiendo su pulsión más íntima y preciosa. Somos el corazón de la alegría. La Tierra es libre y el Cielo está abierto porque tú y yo somos la redención y la esperanza, la explicación total, la más delicada metáfora de la ternura, y no habrá jamás en el mundo ningún padre que quiera a su hija más de lo que yo te quiero a ti. Ser tu padre no es una reflexión o un derecho ni siquiera es una elección. La libertad y el amor son los dos grandes dones de Dios. ¿Cómo podría ser yo sin ti?
Hacer sentir incómodas a las mujeres su maternidad, en la más alta condición que una mujer puede alcanzar, que es la de ser madre, es la más cruel violencia psicológica que se puede ejercer, una forma de degradación de la feminidad que tendría que hacernos sospechar de la maldad intrínseca del feminismo. No os dejéis amedrentar, no renuncieis a la Gracia que os ha sido concedida de gestar vida y de alumbrarla; ser madre es la única libertad decisiva, la luz de Dios sobre la Tierra estremecida. Os lo dice un hombre feliz entre flotadores y toboganes, sonriente con la sonrisa de su hija incluso en este siniestro museo de todo lo que en mi vida he procurado no ser; no os dejéis robar la naturaleza, la esperanza, el destino. El resentimiento sólo trae dolor y sólo el amor es fértil y perdura. Ser padre y ser madre, ser familia, es lo que hemos venido a hacer, y cualquiera que quiera enfrentaros a esta misión fundamental no es sólo vuestra enemiga sino la gran enemiga de la Humanidad.
Ser madre es la victoria del Belén sobre todas las tiranías. ¿Por qué crees que a mi hija le puse Maria?....Salvador Sostres
No hay comentarios:
Publicar un comentario