Científicos han anunciado el descubrimiento de los vasos transcorticales (TCVs), unos conductos que comunican los huesos con el exterior y que podrían permitir buscar nuevos tratamientos para la artritis
Las sondas espaciales han explorado Marte y los físicos se han adentrado en el mundo íntimo de las partículas cuánticas, pero todavía existen rincones desconocidos dentro del cuerpo humano. Como prueba de que es así, basta con recordar que en los últimos años se ha descubierto un nuevo órgano,una nueva forma e importantes indicios de la presencia de bacterias viviendo dentro de células del cerebro.
El motivo de que así sea no es la desidia de los científicos, sino que las herramientas experimentales tienen unos límites que pueden ocultar la realidad. Este es lo que ha ocurrido también hasta que una investigación, que se acaba de publicar en Nature Metabolism, ha podido informar del descubrimiento de todo un sistema circulatorio en el interior de los huesos largos de ratones. Los indicios apuntan, además, a que también estarían presentes en seres humanos.
El estudio, dirigido por Anika Grüneboom, investigadora en la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania), ha revelado la existencia de unos canales que comunican regiones del interior de los huesos, el endostio, con el exterior, el periostio. Dichos conductos, que han recibido el nombre de vasos transcorticales (TCVs por sus siglas en inglés), son claves para el paso de células, la reabsorción del hueso y la regulación de la inflamación. Además, prometen ser útiles para buscar tratamientos contra dolencias como la artritis reumatoide.
«Los resultados del elegante estudio de Grüneboom y compañía nos llevan a reconsiderar asunciones básicas sobre la anatomía de los huesos, su fisiología y su funcionamiento, y nos llevan a considerar (...) potenciales estrategias terapéuticas para solucionar la inflamación y los daños a los tejidos de las artritis reumatoides», escriben Christopher Ritchlin y Iannis E. Adamapoulos en un artículo de análisis publicado en Nature Metabolism.
Hasta ahora, se había asumido que las arterias entran en los huesos largos, como la tibia o el radio, y permiten que la sangre atraviese la médula y pueda salir por el otro extremo. Sin embargo, esto no explicaba la velocidad de difusión de la sangre a través de los huesos. De hecho, esta velocidad es tan alta, que se aprovecha en los campos de batalla para reanimar a soldados caídos: cuando las venas no son una opción muy viable, se hacen transfusiones intraóseas y se logra una respuesta muy rápida.
Ahora, los investigadores han hallado la que podría ser la causa de esta rápida reacción. Los investigadores han hallado un sistema de canales que atraviesan los huesos largos perpendicularmente, en relación con su eje principal, y que conectan el interior con el exterior en el hueso compacto. Según las conclusiones de Grüneboom y compañía, la mayoría de la sangre que entra y sale de los huesos lo hace a través de esta ruta.
Además, han averiguado que esos conductos son el camino que toman unas células conocidas como neutrófilos, y que tienen un importante papel en la inflamación de los huesos, una respuesta defensiva que puede producir daños y activarse de forma descontrolada, provocando por ejemplo artritis y otras enfermedades degenerativas.
De hecho, los investigadores averiguaron que los ratones enfermos de artritis inflamatoria tienen más vasos transcorticales (TCVs), y también que los ratones más viejos tienen menos capacidad de producir estos conductos. Ambas cosas tienen implicaciones para tratar esta dolencia y estudiar el envejecimiento de los huesos.
Por el momento, estos canales solo se han localizado en los huesos de ratones. Pero se han observado evidencias de lo que parecen ser los mismos conductos en huesos humanos. Las técnicas experimentales todavía no han permitido confirmar todavía que también sean vasos transcorticales (TCVs).
Los autores han podido averiguar todo esto gracias a varias modernas técnicas de toma de imágenes, como la microscopía de rayos X y una técnica de miscrocopía de fluorescencia, la LSFM (por sus siglas en inglés). También porque fueron capaces de «clarear» los huesos de los ratones usando una solución capaz de degradar los ácidos grasos. De esa forma, pudieron ver con facilidad el flujo en los vasos sanguíneos en el interior de los huesos.
Las conclusiones de este estudio coinciden con una investigación reciente en la que se informó del hallazgo de conductos similares entre el cráneo y la superficie del cerebro en ratones, y otros que hablan de conexiones entre la médula y el líquido sinovial, en las articulaciones.
Según Ritchlin y Adamapoulos «las implicaciones» de este trabajo «son múltiples y potencialmente de gran importancia». Sobre todo para tratar las artritis reumatoides, pero también porque la existencia de estos canales es clave para estudiar el remodelado del esqueleto, a través de las células que lo degradan y lo sintetizan......
https://www.abc.es/ciencia/ MRF
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