No Al Olvido

miércoles, 10 de enero de 2018

# "Se confirma que ya no vale aquello del España nos roba"...Tertulia Política Con Expósito .Las cenizas del pujolismo...!!!


Un partido enterrado, liquidado en la ruina (Unió), otro abrasado por la corrupción al punto de tener que cambiar de marca -la Convergència refundada como PDECat-, los viejos cimientos de la derechista CiU echada en brazos de la izquierda independentista y antisistema -la CUP lleva años condicionando el rumbo-, y más de la mitad de su electorado perdido por el camino en 25 años de deriva hacia el independentismo. Es el panorama al que se enfrenta el partido cuya presidencia acaba de abandonar Artur Mas, el delfín de Jordi Pujol.
El PDECat concentra esas cenizas del pujolismo. Un cuarto de siglo en el que la vieja CiU ha quedado reducida a unas siglas de accidentado presente e incierto futuro. El PDECat es, hoy por hoy, la caricatura electoral de la desaparecida CiU. Ésta barrió en las urnas durante dos decenios. Un 46,8% de respaldo electoral en 1984, un 45,72% en 1988, el 46,19% en 1992... En 1995, Pujol se garantizó una vez más la Generlaitat con el 40,95%, y en 1999, pese al desgaste de más de veinte años en el poder, todavía cosechó un 37,7%. El pasado diciembre, en las últimas elecciones catalanas el PDECat se tuvo que conformar con el 21,65%.
La CiU de Pujol llegó a copar 70 de los 135 escaños que componen el Parlamento catalán. Era a mediados de los años 90. Pese al desgaste, tras 20 años en el poder, Pujol dejó a CiU con 56 escaños en el 'Parlament' cuando pasó el testigo a Artur Mas. Éste, en su primera cita, le costó a sus siglas 10 escaños de golpe. Fue el batacazó con el que se estrenó de cabeza de lista en 2003, lo que permitió aritméticamente el tripartito PSC-ERC-ICV que se hizo con la Generalitat. Actualmente, la vieja Convergència rebautizada en PDECat se mantiene con 34 escaños, bajo la marca electoral Junts per Catalunya, la última apuesta del particular márketing nominal en el que lleva años sumida la formación de Artur Mas.
La retirada de Jordi Pujol, en 2003, aupó a Artur Mas al liderazgo de Convergència y a ser cabeza visible de CiU. Fue el elegido de Pujol, su apuesta personal, su protegido durante años y en el decisivo momento de la sucesión. Artur Mas llevaba ya muchos años viviendo de la política con el patrocinio de Jordi Pujol, su valedor al calor de las fluidas relaciones que mantenía con la familia de Mas. Precoz en buscar hueco en política, Mas encarriló sus pasos profesionales de la mano de Pujol desde muy joven y se estrenó como concejal en Barcelona en junio de 1987, con 31 años. Desde el salón de plenos barcelonés saltó a la política autonómica -como diputado del 'Parlament'- en junio de 1995. Delfín de Pujol, pasó de formar parte de su gabinete de consejeros a convertirse en heredero de su timón partidista.
El balance final de aquel traspaso es desolador para el viejo catalanismo de corte burgués y conservador: destapada la corrupción, el pujolismo empezó a quemarse en las urnas y a pie de calle. La cascada de escándalos y los procesos judiciales embadurnaron a la vieja CiU a la par que ésta forzaba la máquina hacia el independentismo en busca de nuevos horizontes electoralistas con los que evitar la caída. Al final, sin embargo, Artur Mas -producto de Pujol- no evitó el hundimiento: CiU saltó por los aires, Unió acabó arrastrada hasta la ruina económica con la que se liquidó, Convergència se vio forzada a cambiar de «marca comercial» para lavar su imagen, y el salto al vacío de Artur Mas hacia el secesionismo acabó entregando a su partido a las antípodas ideológicas del mismo, hasta el interesado noviazgo con los antisistema de la CUP. Es la CUP la que lleva varios años condicionando el presupuesto de la Generalitat y la que llegó a forzar a Artur Mas a echarse a un lado y colocar a Puigdemont al frente del «Govern».
Las cenizas del pujolismo se cuentan, entre otras cosas, por cientos de miles de votos. En 25 años ha quedado reducido a la mitad en las urnas, ha alimentado el ascenso de Esquerra Republicana -que en los 80 y 90 fue un partido residual con menos del 10% de apoyo electoral-, abrió la puerta a los antisistema de la CUP para campar con minoritaria pero decisiva fuerza en el 'Parlament', y ha sumido a su partido, el rebautizado PDECat, en un presente accidentado y en un incierto futur, atrapado en un independentismo que intername nte no le deja de causar escombros.

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