La
destitución de Jordi Baiget por destapar la patraña del referéndum del 1
de octubre y dudar de su celebración ha abierto en canal un Govern en
el que nadie quiere hacerse el haraquiri.
Se quejaba Carles Puigdemont este lunes de que El País le comparara con Nicolás Maduro y horas después destituía a uno de sus consejeros por dudar de la celebración del referéndum.
A última hora de la tarde la Generalitat de Cataluña anunció el despido fulminante del consejero de Empresa y Conocimiento, Jordi Baiget, por "pérdida de confianza". En realidad, por tener un arranque de sinceridad en una entrevista y contar la gran patraña del 1 de octubre en estos términos:
"El
Estado tiene tanta fuerza que probablemente no podremos hacer el
referéndum". "¿Se aprobará una norma legal catalana para que se pueda
hacer? Sí. Pero en el minuto 1 vendrá la suspensión. Ahí irán tanto en
contra que quizás tendremos que hacer algo diferente, y algo diferente
se puede asemejar a un 9-N", señaló.
Sus palabras provocaron un terremoto tal en Cataluña, con la CUP y ERC pidiendo su cabeza, que al final Puigdemont optó por cortar por lo sano y apearlo de su Gobierno.
Pero con la destitución del consejero
díscolo no se acaban los problemas del presidente catalán, sino que esta
crisis no ha hecho sino abrir en canal el ya de por sí dividido
Govern.
Uno en el que casi nadie está dispuesto a hacerse el haraquiri, tras ver cómo la Justicia inhabilitaba a Artur Mas, Francesc Homs, Irene Rigau y Marta Ortega por desobedecer al Tribunal Constitucional.
A menos de tres meses del pretendido
referéndum, el independentismo no tiene urnas, ni censo, ni base
jurídica, ni funcionarios dispuestos a inmolarse por el procés, ni tampoco locales en lugares como Barcelona.
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MRF
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