No Al Olvido

domingo, 23 de abril de 2017

Francia.Cuatro candidatos y dos proyectos para Francia (y Europa)..El debate entre globalismo e identidad nacional pasa a las urnas y los franceses deberán decidir qué dos candidatos pasan a la segunda vuelta. Los sondeos respaldan a Macron y Le Pen, aunque los últimos comicios han mostrado su limitado acierto...!!!


Llegó el gran día. Tras meses de debates y una intensa campaña del miedo contra Marine Le Pen, los franceses deberán decidir hacia qué corriente desean guiar a su país: continuar por la senda globalista impulsada por el presidente, François Hollande, o apostar por un proyecto de identidad nacional alejado de Bruselas -no de Europa- y que apuesta por recuperar las competencias del Estado, ahora en manos de la Unión Europea.
Se trata de una de las primeras vueltas más disputadas que se recuerdan: el socioliberal Emmanuel Macron, la líder de la derecha alternativa Marine Le Pen, el conservador François Fillon y el neocomunista Jean-Luc Mélenchon están en una horquilla de entre cuatro y cinco puntos, según todas las encuestas.
 Francia decide entre dos proyectos. Ya ocurrió en Austria, donde finalmente venció el candidato Verde, o en Holanda. En Francia, Macron representa el discurso de las élites globales -aquellas que se alinearon en favor de Hillary Clinton y respaldan las decisiones de Bruselas- y ha recibido el apoyo de importantes cargos de la UE que entienden que el futuro del órgano comunitario pasa por estos comicios. Le Pen, sin embargo, apuesta por un proyecto patriótico basado en la defensa de la identidad francesa. Un debate al que España, como casi siempre en materia exterior, permanece ajeno.
 El ataque islamista del jueves en París, enésimo suceso violento desde que fue proclamado el Estado de Emergencia allá por noviembre de 2015, marcó el último día de campaña y sirvió para ejemplificar las diferencias entre los cuatro candidatos con opciones de llegar a la segunda vuelta que se disputará el próximo 7 de mayo. A Emmanuel Macron, candidato independiente amparado por buena parte de las élites de Bruselas y el Establishment mundial, los ataques terroristas le parecen "algo inevitable".
El exministro de Economía socialista se apuntó de esta manera a las tesis del alcalde de Londres, Sadiq Khan, y apostó por revisar algunas de las cláusulas del Estado de Emergencia. La respuesta de Marine Le Pen no se hizo esperar: "La batalla contra el terrorismo únicamente comenzará a igualarse cuando los franceses recuperen sus competencias en materia de fronteras". "El espacio Schengen se ha mostrado incapaz de controlar la situación que vive Europa. Es algo que ni los mayores partidarios de Bruselas pueden negar", sentenció.
François Fillon, candidato conservador de Los Republicanos, aprovechó la ocasión para cargar contra Hollande, pero no puso en duda las medidas migratorias de Bruselas ni su validez ante la situación que vive el continente. Jean-Luc Mélenchon, el antisistema que ha abandonado 'La Internacional' de cara a los comicios, adoptó el discurso de Podemos y pidió que el atentado "no sirviera para crear una sociedad con más miedos y fobias". Ni una palabra acerca de la evidente amenaza islámica que sufre el país o la inseguridad en las principales ciudades.

Hablar de pinza en Francia es algo de otra época. El tablero europeo y la caída de la socialdemocracia -que ha encontrado rivales a izquierda y derecha- hacen imposible valorar la situación francesa con un lenguaje ya convertido en patrimonio de anteriores comicios. Un ejemplo revelador. Hace unas semanas Manuel Valls anunció que iba a dar su apoyo a Emmanuel Macron, dejando de lado al candidato de su partido, Benoît Hamon, quien le venció en las primarias de enero. El exprimer ministro afirmó estar convencido de que el Frente Nacional de Le Pen "está más fuerte de lo que nos dicen los sondeos" y precisó que es posible que la candidata obtenga en la primera vuelta del 23 de abril un 30% de los votos, lo que -según su análisis- le pondría en disposición de ganar la segunda vuelta el 7 de mayo.
La primera gran victoria de Le Pen le ha llegado antes de conocerse los resultados en las urnas. Y es que los grandes perdedores de la política francesa se arremolinan en torno a Macron, incluso dejando a su propio partido de lado.

Macron fue nombrado en 2014 -con apenas 36 años- ministro de Economía, Finanzas e Industria y no tardó en enfrentarse a las bases del partido socialista. De hecho, nada más asumir la cartera ministerial, criticó duramente la propuesta del líder del partido, François Hollande, de introducir un impuesto del 75% para los más ricos. Hace menos de un año lanzó su propio movimiento político, En Marche!, que causó estupor entre sus antiguos compañeros de formación.
El candidato independiente, sin embargo, ha ido recibiendo apoyos progresivos de cargos importantes socialistas que apelan a la "necesidad de luchar contra el populismo" para abandonar a Hamon. Con su popularidad creciendo como la espuma, Macron ha cargado con dureza contra Le Pen y ha censurado los puntos capitales de su programa.
"Francia quiere caras nuevas para un proyecto que rompa con la tradición del último quinquenio y los últimos veinte años", sentenció en el primer debate electoral.

La candidata del Frente Nacional ha logrado poner de acuerdo a todas las ideologías políticas: europeístas, socialdemócratas y comunistas se han unido para denunciar los "peligros" de un programa que apuesta por la identidad nacional, la recuperación de las competencias básicas cedidas a Bruselas y la defensa de las fronteras. Si logra vencer el 7 de mayo, Le Pen renegociará con los dirigentes de la Unión Europea varias cláusulas y las someterá a referéndum para cononocer la opinión de los ciudadanos.
En Bruselas lo tienen claro. Una victoria de Le Pen pondría en jaque el llamado proyecto europeo tras la consumación del Brexit y la formación del Grupo de Visegrado. Las decisiones de la canciller alemana, Angela Merkel, en materia migratoria y la proclamación del 'Welcome Refugees' provocaron la llegada masiva de miles de delincuentes y decenas de terroristas entre el verdadero flujo de refugiados de guerra. El espacio de libre circulación Schengen se ha mostrado incapaz de controlar la situación y los islamistas se han aprovechado de sus lagunas para sortear a las autoridades y atentar en las principales ciudades europeas.
 La Unión Europea vive un proceso de declive prácticamente imparable. Esta reflexión, realizada por el premio Nobel de Economía, Oliver Hart, viene a constatar lo que los últimos comicios estaban demostrando: los ciudadanos están hartos de la socialdemocracia, de las decisiones personalistas de Bruselas y de las políticas de los principales líderes europeos. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, prometió "vestir ropa de luto" en caso de victoria de Le Pen el próximo mes de mayo. Unas declaraciones sin precedentes de un dirigente comunitario que el pasado 14 de diciembre ya mostraba su predilección por Fillon, el candidato de Los Republicanos.

No obstante, Bruselas fue más allá hace un mes. La Unión Europea decidió estudiar levantar la inmunidad judicial a Le Pen por denunciar las atrocidades llevadas a cabo por los terroristas del Estado Islámico en Siria e Irak. El grupo islamista emprendió hace casi tres años una guerra contra Occidente y su cultura, pero en la Unión Europea siempre han restado trascendencia a sus peligros. Los atentados en Francia, Bélgica o Alemania parecían haber hecho despertar a las élites, pero el discurso de lo políticamente correcto no tardó en retornar a los estrados comunitarios.
Una posible victoria de Le Pen es una terrible noticia para aquellos que buscan adoctrinar sobre el islamismo en Francia y las autoridades sauditas lo saben. La dictadura islámica tiene a Francia en su punto de mira. La evidente islamización que vive el país ha provocado que el régimen de Riad considere el territorio francés como el escenario ideal para difundir su particular visión del islam. Hace unos meses, Pierre Conesa, exalto funcionario de Defensa francés, desvelaba los 8.000 millones aportados por las autoridades saudíes para difundir la “palabra de Mahoma” por todo el mundo.

A finales de agosto, el Elíseo anunció la creación de una fundación y de varias asociaciones religiosas cuyo principal propósito era buscar financiación con la intención de seguir construyendo mezquitas y formando nuevos imanes. El objetivo del Gobierno de París pasaba por reorganizar las instituciones islámicas existentes en el país y evitar la radicalización de los más jóvenes. El plan del Gobierno de Hollande recibió los aplausos de buena parte de la ciudadanía, pero muchos otros no tardaron en señalar sus fallas. Y es que resulta paradójico que las autoridades reconozcan lo que ocurre en las mezquitas nacionales y no tomen medidas directas para evitarlo.
Esta misma semana las Femen volvieron a la carga contra Le Pen en París, donde dos activistas interrumpieron su alocución con los senos al aire. La primera de ellas saltó al escenario con un ramo de flores, justo cuando la candidata del Frente Nacional hablaba sobre los derechos de las mujeres. Minutos más tarde, otra mujer saltó al estrado en el que se encontraban los medios gráficos y Le Pen se vio obligada a parar de nuevo. "Algunos tienen problemas para escuchar la verdad. Hubiera sido mejor que se quedara, habría aprendido algo", sentenció Le Pen.
 A comienzos de 2017, varias activistas interrumpieron un acto del Frente Nacional al grito de "Marine, feminista fictia". Estas militantes de las Femen pensaban, como el resto de sus compañeras, que los derechos de las mujeres se defienden mejor semidesnuda y su protesta llegaba sólo unos días después del gesto de Le Pen frente al gran muftí de Líbano en el mes de febrero.
Durante su vista a Beirut, la candidata del Frente Nacional estrechó lazos con la comunidad musulmana pero reafirmó sus valores negándose a cubrir su cabello frente a Amin al-Husayni. "Pueden transmitir mis respetos al gran muftí, pero no me voy a cubrir", explicó Le Pen, que recordó que en una reunión en 2015 con el egipcio Ahmed el-Tayeb, el gran imán de al-Azhar (un prestigioso título islámico sunita), no se le pidió que llevara un pañuelo en la cabeza.
Cuando François Fillon logró superar a Nicolas Sarkozy y Alain Juppé en las primarias de Los Republicanos, los medios se apresuraron a señalar al conservador como el enemigo perfecto para Le Pen. Sin embargo, los escándalos posteriores al inicio de la precampaña le han retirado le etiqueta de favorito al republicano, que va cuarto en los sondeos, y deberá responder ante la justicia por el caso de empleos ficticios.
Pero ni la encrucijada judicial ni los problemas dentro de su propio partido han frenado a Fillon, que ha atacado a Le Pen siempre que ha tenido oportunidad. El programa económico del Frente Nacional ha sido muy comentado y el político conservador también criticó la decisión del Frente Nacional de convocar una votación para estudiar la salida de la Unión Europea.

Desde hace dos semanas, los sondeos sitúan al sorpresivo Mélenchon en tercera posición por delante de Fillon. Aunque su nombre no haya copado las portadas hasta ahora, se trata de un histórico dirigente del Partido Comunista que ha recibido el apoyo de Podemos desde España y que ha secado prácticamente el caladero de votos del socialista Hamon.
El comunista decidió abandonar 'La Internacional', que dejó de sonar en sus mítines, y apostó por 'La Marsellesa' para tratar de arañar votos de las bases obreras, muy descontentas con Hollande y favorables a Le Pen, y de las clases sociales más perjudicadas por la crisis. El candidato de La Francia Insumisa está a 4 puntos porcentuales de Macron, que en la primera vuelta de este domingo quedaría segundo con el 23% de los sufragios, 2,5 puntos menos de lo que se le auguraba en marzo.
El programa de Mélenchon es sencillo: fuera de la UE, fuera de la zona euro, contra la OTAN, contra la mundialización liberal, contra Hollande… y con ese programa de izquierda radical está recogiendo los votos de los decepcionados del socialismo gubernamental, del ala izquierda de los socialistas y de comunistas. No obstante, al contrario que Le Pen, ha enarbolado ahora la bandera francesa con claros tintes electoralistas en un país ávido de referentes nacionales tras ser golpeado duramente por el terrorismo islamista en los últimos años.
El candidato radical ya fue protagonista en 2012, cuando a dos semanas de la primera vuelta las encuestas lo situaban en tercera posición, ligeramente por detrás del socialista François Hollande y del saliente conservador Nicolas Sarkozy. Entonces fue víctima del voto útil que prefirió reforzar al candidato socialista, lo que dejó a Mélenchon con poco más del 10% de los sufragios, un resultado decepcionante para él.
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MRF

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