Sánchez con su yihhad, cada vez con más tufillo suicida, dándole vueltas a su frustración, el PSOE reencontrándose un día y desnortándose el siguiente viendo a ver si recobran camino, que no lo tienen fácil y necesitan tiempo y cabeza, los Podemitas matándose a besos por todas las teles que ya es una “aburrición” lo suyo y que mientras se quieren o se pelean, resultan que se les están comiendo la merienda y se agarran unos cabreos de miedo cuando suben el salario mínimo y se pacta combatir la pobreza energética, y los de Ciudadanos en angustia existencial adolescente de si son o están, si liberales o socialdemócratas y de que mis padres no me comprenden. ¿Y Rajoy?. Pues Mariano en la Moncloa, viendo como se le suicidan todos. El último Aznar, cada vez más avinagrado, con un ataque de “rencorina” ya crónico que le está sentando fatal para la cara.
El año pasado no hubo “copa de Navidad” en Moncloa. Las elecciones fueron el 20-D y el día 21 más bien lo que se pensaba es que al año siguiente no sería precisamente Rajoy quien se comería el turrón en ella. Pero este día 21, vísperas de la lotería, se retornó a la copa. Y Rajoy estaba allí. Y oye, tan tranquilo. Nadie lo iba a decir hacer tan solo un par de meses pero un cierto clima de serenidad, no exento de sus rayos y truenos, que esto es política, parece señorear la escena. De la ciclogénesis al anticiclón, vamos. Aunque ya me dijo el presidente: “Toca madera”.
Estuvo el Presidente muy flanqueado de ministros, amen claro de la anfitriona, su mujer, Elvira, amabilidad y discreción a partes iguales, y no se si faltaba alguno porque con Soraya, Cospedal, Bañez, Montoro, Mendez Vigo, De la Serna me dio para echar un rato. Y lo dicho, no es que escenificaran tranquilidad, es que se les notaba que la tenían. Saben que se van a tener que fajar y ceder en pactos, pero han captado que los otros, más que ellos aún, tienen necesidades implacables y que de estas están saliendo virtudes. Algunas ya contantes y sonantes, el salario mínimo, el déficit de las comunidades, el techo de gasto y el mismo día de la copa el pacto sobre pobreza energética que dejo apagados a los de Podemos que tenían, al respecto, montado títere callejero ese día y se quedaron los cuatro gatos a oscuras y bufando. Los acuerdos de mejoras sociales les están sabiendo a rayos. Y para el PSOE son bálsamo.
La preocupación en Moncloa estaba centrada en lo que de verdad es cada vez más preocupante. En Cataluña. Y ahí era donde se notaba en el presidente que no ocultaba que el voto de los socialistas en el Parlamento junto a separatistas, Bildu y Podemos buscando dejar inerme e indefenso al Tribunal Constitucional ante precisamente quieren socarrar la Constitución y desguazar España le había contrariado profundamente. Pero hasta este disparate, fruto de esa acomplejada bipolaridad socialista, aparecía posibilidad de reparación en una segunda parte.
Que es lo que parece puede derivar buena parte de la legislatura, si es verdad que se logra aprobar el Presupuesto, que esa es la clave para todo lo demás y aunque parece que encaminado cerrado, ni muchos menos, no esta. La oposición ha de pasar de su intento de demolición de todo a las reformas. De derogar sin más y tabla rasa a ver que se elimina y que se mejora. Y hasta a alumbrar incluso leyes estables y consensuadas, como la Educación, tan ansiada, por ejemplo.
La Copa de Moncloa estuvo muy concurrida de periodistas señeros de todo color y gusto y esto también es un síntoma. Porque otras, recuerda uno, no lo estuvieron tanto y es en las ausencias donde se detectan los barruntos de derrota mientras que las presencias no dejan de indicar que al vencedor nunca le faltan socorros.
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MRF
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