Después de casi un año con un Gobierno en funciones, Mariano Rajoy pudo ser investido presidente, gracias a la abstención del PSOE y el apoyo de Ciudadanos.
Así te lo contamos:
Lo primero que hizo Mariano Rajoy en cuanto la presidenta del Congreso, Ana Pastor, informó del resultado favorable a su investidura fue aplaudir a su grupo parlamentario y dirigirse al escaño de Albert Rivera para estrecharle la mano. Eran cerca de las ocho y media de la tarde, y ahí se puso punto final a una parálisis política de 315 días en España. Rajoylogró ser investido en el Congreso por 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones. Votaron solo 349 diputados, pues Pedro Sánchez había renunciado a su acta por la mañana. El debate y la votación supusieron todo un desgarro para el Grupo Socialista, en el que quince de sus diputados rompieron la disciplina de voto y dijeron «no» a Rajoy, y otros dos se abstuvieron «por imperativo».
En la tribuna de invitados, el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, siguió toda la sesión, sentado junto al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con quien charló largo y tendido. Cuando acabó la sesión, Rajoy anunció que hasta el próximo jueves por la tarde no hará pública la composición de su Gobierno, y los ministros tomarán posesión el viernes. Al llegar había asegurado a sus medios que ya tiene pensado cuál será su Ejecutivo.
La intervención de Rajoy fue mucho más tajante que la de los días previos. Diálogo, sí, pero desde el proyecto político que defiende el PP. Lo dijo muy claro, sin que apenas se escucharan murmullos de protesta desde la bancada socialista, resignada ya a pasar el trago cuanto antes. «No estoy dispuesto a derribar la construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición. No tiene ningún sentido liquidar todas las reformas», advirtió el líder del PP.
Rajoy subrayó que España necesita un Gobierno «para gobernar», algo que parece obvio pero que será la clave a partir de ahora. «No podríamos sobrevivir a un Gobierno que no gobierne porque le faltaran apoyos o le sobraran obstáculos. El precio sería ruinoso». Y el primer apoyo que pidió fue para los Presupuestos.
La respuesta de Antonio Hernando, portavoz socialista, fue un jarro de agua fría al que le faltó credibilidad en el tono: aseguró que no cuente con ellos, porque no confían en él ni en su proyecto. Mucho más agresivo se mostró Iglesias, al asegurar que queda claro que Rajoy no quiere cambiar nada y que después de la sesión de ayer se abre el camino para que Podemos gane las próximas elecciones.
En el debate de ayer, de formato reducido por ser el de la segunda votación, hubo dos diputados que lograron unir los aplausos del PP, PSOE y Ciudadanos. La primera fue Ana Oramas, de Coalición Canaria, cuando afeó a los jóvenes populistas el rencor que llevan dentro, y desde el que poco bueno se puede construir. El segundo fue Antonio Hernando, cuando defendió la dignidad histórica de su partido frente a los ataques sin piedad del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que es uno de esos diputados que hablan como escriben en Twitter, mensajes cortos, hirientes e insultantes.
Además, es la primera vez en la historia de la democracia que uno de los dos grandes partidos se abstiene para que pueda gobernar el otro. Rajoy es el tercer presidente que ha sido elegido en segunda votación en una investidura, después de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 y Leopoldo Calvo Sotelo en 1981. Los 170 votos a favor del candidato del PP están por encima de los que logró Zapatero en su último mandato: 169. Y los votos en contra son los menores que ha obtenido nunca un presidente en un debate así en toda la democracia.
Una vez que el Congreso ha otorgado su confianza a Rajoy como jefe del Ejecutivo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, acudirá al Palacio de La Zarzuela para comunicar al Rey oficialmente el resultado de la votación. A partir de ahí, Don Felipe firmará el Real Decreto del nombramiento, que tendrá que publicarse en el BOE antes de que se produzca la ceremonia de jura del presidente ante el Jefe del Estado. Rajoy anunció ayer en los pasillos del Congreso, cuando acabó el debate, que hasta el próximo jueves no hará público su Gobierno. El presidente volvió a pedir responsabilidad a todos, y ofreció su voluntad para llegar a entendimientos, con límites claros, como son la unidad nacional, la igualdad de los españoles o los compromisos que España tiene adquiridos con la Unión Europea. Rajoy deseó que haya acierto entre todos y que «se serenen los ánimos».
Ahora se abre una etapa en la que el Gobierno y los partidos están obligados a entenderse y llegar a acuerdos si quieren evitar un bloqueo parlamentario que haría imposible el avance de la legislatura. La primera prueba de fuego serán los Presupuestos Generales del Estado de 2017, que el nuevo Ejecutivo quiere llevar al Congreso antes de final de año, para que estén aprobados a finales de febrero o marzo. Rajoy partirá de su acuerdo con Ciudadanos para buscar el entendimiento con el PSOE y el PNV, aunque en esta ley no se necesita mayoría absoluta (176 votos), sino que es suficiente con una mayoría simple, y una abstención, total o parcial, de estos partidos. Si su aprobación es imposible, la legislatura quedaría paralizada nada más echar a andar: sin Presupuestos Rajoy no podrá gobernar. El presidente tendrá en su mano la posibilidad de disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones a partir del 3 de mayo, según establece la Constitución. Algo que, por ahora, «ni se le pasa por la cabeza»
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Lo primero que hizo Mariano Rajoy en cuanto la presidenta del Congreso, Ana Pastor, informó del resultado favorable a su investidura fue aplaudir a su grupo parlamentario y dirigirse al escaño de Albert Rivera para estrecharle la mano. Eran cerca de las ocho y media de la tarde, y ahí se puso punto final a una parálisis política de 315 días en España. Rajoylogró ser investido en el Congreso por 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones. Votaron solo 349 diputados, pues Pedro Sánchez había renunciado a su acta por la mañana. El debate y la votación supusieron todo un desgarro para el Grupo Socialista, en el que quince de sus diputados rompieron la disciplina de voto y dijeron «no» a Rajoy, y otros dos se abstuvieron «por imperativo».
En la tribuna de invitados, el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, siguió toda la sesión, sentado junto al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con quien charló largo y tendido. Cuando acabó la sesión, Rajoy anunció que hasta el próximo jueves por la tarde no hará pública la composición de su Gobierno, y los ministros tomarán posesión el viernes. Al llegar había asegurado a sus medios que ya tiene pensado cuál será su Ejecutivo.
«No tenga miedo»
El candidato del PP obtuvo el «sí» de los 133 diputados de su partido, más los de sus socios electorales UPN (2), PAR (1) y Foro (1), así como de Ciudadanos (32 escaños) y Coalición Canaria (1), a quienes agradeció su «responsabilidad». «No tenga miedo. Si cumple las exigencias de Ciudadanos saldrá todo bien», le aconsejó Rivera durante el debate en tono amigable.La intervención de Rajoy fue mucho más tajante que la de los días previos. Diálogo, sí, pero desde el proyecto político que defiende el PP. Lo dijo muy claro, sin que apenas se escucharan murmullos de protesta desde la bancada socialista, resignada ya a pasar el trago cuanto antes. «No estoy dispuesto a derribar la construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición. No tiene ningún sentido liquidar todas las reformas», advirtió el líder del PP.
Rajoy subrayó que España necesita un Gobierno «para gobernar», algo que parece obvio pero que será la clave a partir de ahora. «No podríamos sobrevivir a un Gobierno que no gobierne porque le faltaran apoyos o le sobraran obstáculos. El precio sería ruinoso». Y el primer apoyo que pidió fue para los Presupuestos.
La respuesta de Antonio Hernando, portavoz socialista, fue un jarro de agua fría al que le faltó credibilidad en el tono: aseguró que no cuente con ellos, porque no confían en él ni en su proyecto. Mucho más agresivo se mostró Iglesias, al asegurar que queda claro que Rajoy no quiere cambiar nada y que después de la sesión de ayer se abre el camino para que Podemos gane las próximas elecciones.
En el debate de ayer, de formato reducido por ser el de la segunda votación, hubo dos diputados que lograron unir los aplausos del PP, PSOE y Ciudadanos. La primera fue Ana Oramas, de Coalición Canaria, cuando afeó a los jóvenes populistas el rencor que llevan dentro, y desde el que poco bueno se puede construir. El segundo fue Antonio Hernando, cuando defendió la dignidad histórica de su partido frente a los ataques sin piedad del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que es uno de esos diputados que hablan como escriben en Twitter, mensajes cortos, hirientes e insultantes.
Investidura excepcional
Esta investidura ha sido excepcional desde muchos puntos de vista. Es la tercera que se ha celebrado en apenas siete meses, y después de dos fallidas, la de Pedro Sánchez y la primera de Rajoy. El candidato del PP ha sido investido por mayoría simple, después de cuatro votaciones (dos en cada debate que ha protagonizado).Además, es la primera vez en la historia de la democracia que uno de los dos grandes partidos se abstiene para que pueda gobernar el otro. Rajoy es el tercer presidente que ha sido elegido en segunda votación en una investidura, después de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 y Leopoldo Calvo Sotelo en 1981. Los 170 votos a favor del candidato del PP están por encima de los que logró Zapatero en su último mandato: 169. Y los votos en contra son los menores que ha obtenido nunca un presidente en un debate así en toda la democracia.
Una vez que el Congreso ha otorgado su confianza a Rajoy como jefe del Ejecutivo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, acudirá al Palacio de La Zarzuela para comunicar al Rey oficialmente el resultado de la votación. A partir de ahí, Don Felipe firmará el Real Decreto del nombramiento, que tendrá que publicarse en el BOE antes de que se produzca la ceremonia de jura del presidente ante el Jefe del Estado. Rajoy anunció ayer en los pasillos del Congreso, cuando acabó el debate, que hasta el próximo jueves no hará público su Gobierno. El presidente volvió a pedir responsabilidad a todos, y ofreció su voluntad para llegar a entendimientos, con límites claros, como son la unidad nacional, la igualdad de los españoles o los compromisos que España tiene adquiridos con la Unión Europea. Rajoy deseó que haya acierto entre todos y que «se serenen los ánimos».
Ahora se abre una etapa en la que el Gobierno y los partidos están obligados a entenderse y llegar a acuerdos si quieren evitar un bloqueo parlamentario que haría imposible el avance de la legislatura. La primera prueba de fuego serán los Presupuestos Generales del Estado de 2017, que el nuevo Ejecutivo quiere llevar al Congreso antes de final de año, para que estén aprobados a finales de febrero o marzo. Rajoy partirá de su acuerdo con Ciudadanos para buscar el entendimiento con el PSOE y el PNV, aunque en esta ley no se necesita mayoría absoluta (176 votos), sino que es suficiente con una mayoría simple, y una abstención, total o parcial, de estos partidos. Si su aprobación es imposible, la legislatura quedaría paralizada nada más echar a andar: sin Presupuestos Rajoy no podrá gobernar. El presidente tendrá en su mano la posibilidad de disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones a partir del 3 de mayo, según establece la Constitución. Algo que, por ahora, «ni se le pasa por la cabeza»
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