Con él llegó la hora de la verdad, el debate que el PSOE no puede retrasar más. Susto o muerte... antes de Halloween. Abstención y, luego, pelea con Podemos por el control de la izquierda.
¿Es Pedro Sánchez otra muesca en el revólver de Mariano Rajoy? Eso aseguran al unísono pedristas y podemitas. Evidentemente, el PP sabía hace tiempo que el desbloqueo de la situación política pasaba por un cambio de rumbo en el PSOE. Y que esto se produciría cuando Sánchez dejase de pilotar la nave. Sí. Pero de ahí a decir que la longa manus de Rajoy ha estado detrás del esperpento en Ferraz hay mucho trecho. Pocas dudas caben sin embargo de que, en cierto modo, a Sánchez le ha perdido el intento de reproducir un estilo que es “exclusivo” de Rajoy. Tanto ha forzado el “quien resiste gana”, convirtiéndolo en un traje prêt-à-porter, que ha terminado quemando el molde y contaminando todo lo que le rodeaba.
Turno ahora de Javier Fernández
para unir el partido tras un incendio tan aparatoso. Sus resistencias
iniciales a hacerse cargo de la Gestora sólo han sido comparables a las
que le puso a José Luis Rodríguez Zapatero cuando quiso
traérselo a Madrid para hacerlo ministro de Industria. El entonces
secretario general de la federación socialista asturiana tenía
totalmente encandilado al ex líder del PSOE. Pero Fernández, ingeniero de minas y muy vinculado al sindicato UGT, tenía claro cuál era su máxima aspiración política: sustituir a Vicente Álvarez Areces como presidente del Principado. Así que apartó de su camino el cáliz que le ofreció Zapatero. Ahora, en cambio, con las ambiciones colmadas, no ha podido declinar el papel que le reservaba Susana Díaz.
Y con él llegó la hora de la verdad, el debate que el PSOE ya no puede retrasar más. Un susto o muerte... antes de Halloween. Abstención para dejar gobernar a Rajoy y, luego, pelea con Podemos
por el control de la izquierda, o terceras elecciones y, probablemente,
acabar devorado por las urnas. La numantina resistencia de Sánchez ha dejado sin tiempo y sin salida positiva al partido. Fernández
lo ha interiorizado rápidamente: "Hemos cometido casi un delito de
silencio al rehuir el debate sobre qué era lo mejor para el partido y
para España".
Casi la mitad del grupo parlamentario es proclive a la indisciplina si se le pide abstenerse. El magma de la erupción volcánica del PSOE sigue ardiendo
Ahora Sánchez no está. Lo han echado, sí. Pero el problema de fondo sigue ahí, sin resolverse, con la Ejecutiva saliente, como mínimo -los César Luena, Adriana Lastra, María González Veracruz, Susana Sumelzo,
etc.-, deseosa de ver cómo “se queman” sus “compañeros” en ese cambio
de rumbo. Tampoco parece que “tiren la toalla” los socialistas de
Madrid, País Vasco, Comunidad Valenciana, La Rioja, Aragón, Baleares,
Galicia, Castilla y León y Cataluña. Y casi la mitad del grupo
parlamentario es proclive a la indisciplina si se le pide abstenerse. El
magma de la erupción volcánica del PSOE sigue ardiendo.
“España está desconcertada y nosotros algo más”, reconoce en privado Ximo Puig, uno de esos barones vencedores de la batalla contra Sánchez. De ahí que en este momento al socialismo sólo le quede hacer
de la política el arte de lo posible. Y lanzarse al vacío incluso
descontando la contestación interna. Para eso ha llegado a Ferraz Javier Fernández, que de momento ha buscado la complicidad de Mariano Rajoy:
“No puede pedirme que le salve el primer año de Legislatura y sus
principales medidas económicas. No puede hacernos eso”, confesaba días
atrás el presidente de la gestora a personas cercanas.
Desmontar el poder a Podemos
Por eso se tomó como “un triunfo" que (tras
una discreta conversación telefónica de ambos) el presidente del
Gobierno en funciones negase rotundamente la imposición de “condiciones o
exigencias” a los socialistas. Claro, sigue siendo el PSOE
quien debe decidir si desea morir en diciembre, o si, apoyado en las
razones de Estado y en la responsabilidad, prueba su capacidad para ir
desmontando el poder mediático y municipal que, con sus errores, le ha
dado a Podemos. La discreción de Javier Fernández
es total, pero naturalmente “no suelta el teléfono móvil tratando de
suavizar las resistencias” en el partido. En su entorno no niegan que
"en estos momentos en el PSOE hay mar de fondo", si bien confían “en que todo quede en nada".
Mientras los menos airean la posibilidad de sacarse de la manga a Ángel Gabilondo como candidato independiente si volvemos a las urnas, Fernández ha cambiado el repertorio de la orquesta. “La peor de las soluciones es ir a elecciones” o “Abstenerse no es apoyar al PP”
fueron sus primeros recados de calado a los suyos tras la reunión de la
nueva gestora. Reflexiones que nada tienen que ver con el machacón “No
es no” de la etapa Sánchez. “Blanco y en botella”,
certifica un reputado diputado socialista andaluz, por más que queden
pocos días para impregnar del nuevo aroma a las bases y cuadros
renuentes. Por supuesto, una semana después de la caída de Sánchez se percibe un cambio de discurso oficial.
Ahora
bien, ¿ese viraje apagará el fuego interno que consume al partido?
¿Bastará para desmontar a quienes, alegando “coherencia” con lo
prometido a los votantes, siguen en el “no” porque cambiar de actitud
dejaría a Podemos como “única alternativa fiable” al PP?
“A este capítulo del socialismo todavía le faltan unas cuantas páginas
por escribir”, me vaticina un diputado de los “díscolos” del Grupo Socialista.
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