Colau (amiga de Iglesias) e Iceta (afín a Sánchez), revela una fuente socialista, han vuelto a engrasar las deterioradas relaciones entre los líderes socialista y populista que han mantenido contactos durante todo el mes de agosto para conformar un acuerdo de Gobierno. Esos contactos secretos han abierto las costuras en las dos formaciones: en el PSOE han supuesto el enfrentamiento sin cuartel de Sánchez con los barones, contrarios a que con 85 escaños su líder se entregue a fuerzas que quieren romper España; y en Podemos han reavivado el choque de estrategias de Iglesias, proclive a colocarse y colocar a sus compañeros en el Consejo de Ministros de Sánchez, y su número dos, Errejón, defensor de posibilitar ese Ejecutivo sin mostrar ansias de poder. «Un Podemos más amable y que no dé miedo», como replicó en Twitter a su jefe de filas.
Sánchez pasará hoy un examen definitivo cuando se abran las urnas en el País Vasco y en Galicia
Gobierno del cuarto de hora
Tanto el presidente en funciones como el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en absoluta sintonía contra Sánchez, creen que los malos resultados que auguran los sondeos (la pérdida de la mitad de los escaños en el País Vasco y el sorpasso de las Mareas en Galicia), junto al descontento de los presidentes autonómicos con Ferraz, llevará a que en pocas horas el líder socialista desista de formar un Gobierno al que Rajoy ha dado de vida «un cuarto de hora» y Rivera poco más, unos «tres cuartos».Tanto Rivera como Rajoy se han manifestado en contra de lo que sería un Gobierno débil y poco duraderoEl propio dirigente de Ciudadanos ha ido elevando los decibelios en su crítica al que fuera su socio hace unos meses. De hecho, ha llegado a aconsejarle que «antes de iniciar ningún tipo de contacto con otros partidos empezara con sus barones». Sin embargo, Sánchez ha conseguido eludir ese «ruido» convocando al Comité Federal (el octavo en seis meses) el próximo sábado sin reunir antes a la Ejecutiva, donde como mínimo 12 de sus 36 miembros, entre otros Tomás Gómez y García-Page, son abiertamente discrepantes con su estrategia. Con 17 dimisiones sus intenciones hubieran sido frenadas en seco. Pero Ferraz ha decidido evitar esa eventualidad citando solo mañana a la Comisón Permanente, integrada por responsables de área fieles a la dirección.
En el PP se sigue la crisis interna socialista como determinante para desatascar la situación en un sentido u otro. Aunque Rajoy insiste públicamente en que los números «le dan» al PSOE (con el voto afirmativo de Iglesias, la antigua Convergència, PNV y Coalición Canaria y la abstención de ERC y Bildu), en su entorno ya hablan de que las terceras elecciones son casi inevitables. La Moncloa posee encuestas que hablan de un nuevo repunte en sus apoyos (podría ganar entre 3 y 5 escaños), pero en modo alguno resolvería el actual bloqueo político. Sin embargo, el presidente en funciones espera que esta noche las noticias que le lleguen de su tierra natal le insuflen oxígeno con vistas a otra contienda electoral el 18 de diciembre. Los buenos augurios de Núñez Feijóo, que podría consolidar su mayoría absoluta convirtiéndose en el único presidente autonómico que reforzara sus votos desde que entró en crisis el bipartidismo, revalidará la marca PP e indirectamente señalará el nombre del posible recambio de Rajoy. Su insistente discurso de autocrítica contra la corrupción (ver entrevista en ABC el pasado viernes) le ha dotado de un perfil atractivo –consagrado en las urnas– con vistas a la futura renovación del PP. Hoy se la juega al todo o nada: ha advertido que o será presidente de la Xunta o se marchará. Para ello ha batallado de aldea en aldea contra el partido de Albert Rivera en busca del voto útil que, si se diluye en Ciudadanos, podría arrebatarle la presidencia. Como le ha ocurrido a su paisano Rajoy.
También los comicios vascos tendrán lectura nacional. Será importante saber si Podemos se consolida como alternativa populista al viejo discurso nacionalista, aunque la demoscopia sitúa de nuevo a Íñigo Urkullu como lendakari, con el probable apoyo de un debilitado PSE. No obstante, la elección del presidente vasco no requiere de las mayorías exigidas para designar al jefe del Gobierno español. Pero de lo que digan las urnas vascas también dependerá la estrategia de los nacionalistas en el Congreso, donde modulan un discurso pragmático, a ratos alejado de los independentistas catalanes: votos a cambio de inversiones y más autogobierno. Para ello tanto les da Rajoy como Sánchez.
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MRF
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