Aunque Sánchez esté ahí en minoría controla a su presidenta, la vasca Isabel Celáa, a quien ha bastado demorar la convocatoria hasta esta tarde, después del Comité Federal, para neutralizar la pretensión de los críticos de impugnar la presencia de Sánchez y los suyos liderando el Comité Federal y exigir la constitución de una gestora que lleve las riendas del partido hasta que se celebre el congreso extraordinario; una cita ésta que, si triunfan las tesis de Susana Díaz y los barones, no será nunca antes de que haya nuevo gobierno. Aún así, los tres críticos de la comisión no se dan por enterados y ayer por la tarde entregaron su «dictamen» en la sede de Ferraz: toda la Ejecutiva está «disuelta», no en «funciones» como argumenta ella misma, y no cabe en la reunión de hoy hacer caso a la convocatoria y calendario de congreso extraordinario que pretende Sánchez.
Renuncia
A lo más que ha accedido el secretario general es a abstenerse de presentar al inicio del Comité el informe político. Pero tiene trampa porque no hay informe; se trata de una convocatoria en la que se va a tomar conocimiento de la dimisión de los 17 críticos para forzar su marcha y la aprobación del calendario de avales que tendrán que presentar los candidatos.Sánchez se guardaba aún un as en la manga: compareció anoche, por sorpresa, en la sede federal, para anunciar que si hoy el Comité Federal decide abstenerse en otra investidura de Rajoy, él dimitirá ya que «no podré administrarla» en tanto no cree en ella. El secretario general de los socialistas se reafirmó en su idea de «no es no» y advirtió a los 290 integrantes del Comité Federal que lo que votan hoy es «O montar una gestora, como algunos pretenden, para que lleve al PSOE y a que gobierne Mariano Rajoy a través de la abstención, o deciden los militantes en un congreso y mantenemos el no a Rajoy e intentamos un gobierno alternativo de cambio y transversal, como aprobó el Comité Federal».
Éste no es un debate reglamentario sino «político», insistió, y hay que poner las cartas boca arriba como él estaba haciendo en ese momento. Pero ese es un debate falaz para los críticos, como han venido sosteniendo Fernandez Vara y los barones en los últimos días, porque lo que pretende el todavía lider socialista es ser reelegido en un congreso para luego tener manos libres y pactar un gobierno con Podemos y los independentistas de ERc y la ex Convergència, algo a lo que ellos no están dispuestos. Sánchez reivindicó anoche, por contra, que el PSOE tenga como «única voz» la de los militantes, porque son «la base de la organización», un «ejemplo» para todos los dirigentes socialistas porque, «sin ellos, no existiría el PSOE».
Fue llamativo verle comenzar su primera intervención pública en la sede de Ferraz, tras la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva con muestras de agradecimiento a los «múltiples» mensajes de apoyo que ha recibido de las bases, y proclamó que una de sus funciones como líder es «reivindicar el debate». «En una organización de izquierdas el debate es sano, nunca es fractura», destacó para, acto seguido, abogar por debatir «hasta la extenuación».
Hoy no se escenificarán dos «comités federales», como se especuló ayer en medio del caos que vive el PSOE; sí habrá pelea por el control de la histórica sala Ramón Rubial en el sótano de Ferraz. Una pelea por captar el voto de cada uno de los 290 miembros del máximo órgano entre congresos, que comenzó anoche Sánchez con su alocución. Porque, como ambos sectores han querido llegar hasta aquí sin negociar nada, se va a votar la composición de la mesa del Comité Federal y no es descartable que haya que votar hasta la colocación de la Ejecutiva, empezando por el líder.
Los críticos quieren forzar esas votaciones porque, a diferencia de lo que ocurre en la Comisión de Garantías, en esa mesa son minoria. Por más que la presidenta del Comité Federal, a su vez secretaria provincia en Sevilla y «mano derecha» de Susana Díaz, Verónica Pérez, intentará el jueves entrar en Ferraz a la voz de «la autoridad soy yo». No pasó del hall, según reconoció ella misma. Los otros dos son el veterano dirigente vasco Rodolfo Ares -el PSE está sin fisuras con Sánchez- y la catalana Nuria Marín, del PSC, que también apoya masivamente al secretario general.
Si gana, no tendrá rival
La composición de la mesa que salga en esa primera votación dará una idea de la relación de fuerzas entre Pedro Sánchez y Susana Díaz en la tormentosa sesión de mañana, que solo puede acabar de dos maneras: con Sánchez dimitido y una gestora que convocará el Congreso extraordinario después de que haya gobierno, lo que interesa a Susana Díaz para postularse a la Secretaría General ya en 2017, una vez que esta guerra civil socialista sea un recuerdo; o con un Sánchez victorioso que, probablemente, sería nombrado secretario general el 12 de octubre —sin necesidad de primarias el día 23— porque Díaz y los críticos renunciarían a presentar rival.De hecho, sería una derrota de la baronesa andaluza en toda regla después de haber puesto toda la carne en el asador para desalojar de Ferraz a su adversario Sánchez. Una operación que va a dejar, pase lo que pase hoy, una profunda herida en los socialistas. De hecho, la Ejecutiva «en funciones» hizo ayer un nuevo llamamiento a la calma y a que los afiliados no se manifiesten hoy ante la sede federal; ni a favor los muy activos «sanchistas» en las redes, ni en contra del secretario general. Y además, pidió a la Delegación del Gobierno que refuerce el dispositivo habitual de seguridad en previsión de posibles disturbios.
El sector crítico llega hoy en aparente superioridad entre las federaciones, gracias al tirón de Andalucía. Pero la victoria no es segura: las divisiones pueden volcar la balanza. Agrupados por federaciones, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón son las más nítidamente encuadradas en el «bando crítico», y ello hace que la balanza pueda inclinarse a su favor. Sin embargo, la adhesión de Cataluña, Baleares, País Vasco y una mayoría de la de Madrid podría dar la sorpresa a favor de Sánchez.
Ha llegado el gran día, el Comité Federal en el que Pedro Sánchez y sus críticos, con Susana Díaz a la cabeza, van a decirse a cara de perro lo que llevan un año insinuándose con medias palabras. Y además, lo van a hacer midiendo fuerzas desde el minuto uno: Sánchez, para seguir controlando el PSOE desde la Secretaría General y presentarse en las primarias como garante del «no es no», a fin de que los 180.000 militantes apoyen masivamente su reelección como secretario general; y Díaz y los otros presidentes regionales -Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page, Javier Fernández, Javier Lambán y Ximo Puig-, para impedírselo. Menos Puig, obligado a delicados equilibrios por su acuerdo de gobierno con Podemos y Compromis, los otros cinco son claramente partidarios de forzar una abstención en otra investidura del PP, porque creen que ir a terceras elecciones es «una locura».
Esos barones no reconocen ya la legitimidad del secretario general ni autoridad de la Ejecutiva «en funciones», como ésta se definió ayer en un comunicado donde hacía un llamamiento a los militantes para que no vengan esta mañana a Ferraz, en previsión de disturbios. Altercados que ambas partes llevan 48 horas «calentando» con una batalla jurídico-formal que tiene por escenario la Comisión de Garantías, órgano burocrático por excelencia pero que, cuando se lucha «casa por casa», como en toda guerra civil que se precie, está resultando crucial.
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MRF
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