España ha vuelto, dijo la titular de Exteriores
cuando juró su cargo. Como si
España hubiese estado perdida, allá por
la Antártida. El adanismo que
acompaña a la izquierda es sencillamente grotesco.
Lo cierto es que, entre los desastres de Sánchez -
heredados de Zapatero-, el desvarío en política
exterior comienza a pasarnos factura.
En la cuestión venezolana parece que el dirigente
socialista es ahora rehén de los comunistas de Podemos.
Mientras Guaidó es recibido en la Casa Blanca,
después de entrevistarse con Boris Johnson, Macron y Merkel,
Sánchez prefiere mantener conversaciones de otra
índole y no recibió al venezolano. La Administración
Trump nos está haciendo pagar estos desplantes,
que perjudican a agricultores, hoteleros y a otros
muchos actores de la economía española.
El remate de ese desatino se evidencia en cómo
Macron nos ha relegado en Europa, al colocar en
nuestro lugar a Polonia, tildada en
España -por cierto- de régimen muy conservador.
En definitiva, que resulta que Arancha González,
la técnica comercial metida a jefa de la diplomacia,
ha logrado que España haya vuelto… a hacer el ridículo
.Bieito Rubido

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