La situación actual de Cataluña y el País Vasco
es fruto de una manipulación relativamente
reciente y egocéntrica, alentada por
las burguesías de aquellos territorios.
El resto de España ha correspondido a ello
con una generosidad y una ceguera históricas,
que nos llevan hasta el momento presente:
un presidente de escasa formación intelectual
se rinde ante un grupo de representantes –
algunos inhabilitados– de solo una parte de
los catalanes, dispuestos a hacer saltar por
los aires a España tal y como la conocemos.
Todo es mortal en esta vida: mueren las personas,
los imperios, las naciones…
El problema viene cuando esa caída te coge a ti debajo.
La tesis no es mía, es de Francesco Guicciardini.
Sánchez, que desprecia cuanto ignora –por ejemplo,
el pasado de su propio país–, está
dispuesto a que caigan encima de nuestras
cabezas los escombros de España.
Menuda forma de pasar a la Historia, pero ese es su empeño.
Mientras, los banqueros catalanes
aseguran que no se dan las condiciones
para regresar y el Gobierno central
agravia a las comunidades
en que no les han votado. Unos fenómenos.
Bieito Rubido
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