Es una muy mala noticia para España que los socialistas continúen, día a día, estrechando lazos con partidos que solo buscan dañar al Estado
El líder del PSOE comienza hoy en Galicia la precampaña electoral para las próximas autonómicas, donde piensa volcarse para intentar que Alberto Núñez Feijóo no obtenga su cuarta mayoría absoluta consecutiva. Si se diera el caso, para ello debería contar con el apoyo de los separatistas del Bloque Nacionalista Galego, de la misma manera que en los comicios vascos, que se celebran también el próximo Domingo de Ramos, parece haber elegido ser, en ese caso, el socio de los nacionalistas del PNV, favoritos para la victoria según señalan los sondeos. Cada vez es más diáfano que el sanchismo tiene entre sus características la predilección por los pactos con los partidos que no forman parte del bloque constitucional, porque aunque no se atreva a decirlo públicamente parece absolutamente incómodo en el texto del 78, como si se hubiera contagiado del discurso sobre el modelo de Estado que le sugieren los socios que va eligiendo por el camino, todos refractarios a la Constitución y mayoritariamente adversos a la unidad de España, por ejemplo.
Por eso a Sánchez no le ha provocado complicación alguna pactar con ERC, PNV y Bildu en el Congreso de los Diputados, sabedor de que favor con favor se paga, y ello debería ser correspondido en otros gobiernos o parlamentos autonómicos. En realidad se trataba de tejer una red de aliados que supusiera una especie de cordón sanitario para los partidos constitucionalistas del centro-derecha. Por eso en cuanto surge la posibilidad, Sánchez mira en Galicia al BNG, como mirará a ERC en cuanto se convoquen las autonómicas catalanas. Porque la costumbre viene de lejos y porque quizá parte de la opinión pública haya olvidado que el PSOE ya fue socio de los separatistas catalanes en dos legislaturas, la de Pasqual Maragall y la de José Montilla. Y de aquellos lodos viene este barrizal, agravado en este caso pues varios dirigentes de ERC se encuentran condenados por intentar un golpe contra el Estado y pese a ello Sánchez ha decidido elegirles como socios.
Es una mala noticia que el PSOE haya emprendido esta deriva que le ha hecho olvidarse de España y que presenta un pronóstico poco halagüeño al cimentarse en aliarse con formaciones que buscan dañar al Estado o hacerlo cada vez más débil para que sea más sencilla la secesión. Por eso la llamada «mesa de diálogo» que este miércoles Sánchez le ha montado al inhabilitado Quim Torra en La Moncloa es un grave error que no servirá para apaciguar a unos separatista que han entendido que a Sánchez si se le presiona un poco, cede. En menos de un mes a ERC le ha cedido la mesa, y al PNV, la gestión de la Seguridad Social y de las cárceles. Y ya estará rondando en su cabeza lo que le cederá al BNG....
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