No Al Olvido

sábado, 15 de febrero de 2020

# Adiós hasta Luego Mi querida Vecina de Matarrosa. del Sil..La vida está al otro lado del miedo.. No me Duele Tu Muerte .Me duele el Dolor de los que Te Querían..Me duele la Esencia de Tus Buenos Días y Tu Son Risa Espontanea ....!!!


No hace falta apelar a lo trascendente 
para darnos cuenta de nuestra infinita pequeñez
Suele decirse que la muerte es un misterio. 
Pero lo realmente misterioso es la vida.
 ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? 
¿Qué queda de nosotros tras la muerte? 
Salvo que uno tenga una firme fe religiosa, 
estas preguntas no tienen respuesta. 
La única certeza que está presente 
a lo largo de nuestra existencia es 
la seguridad de la muerte. 
Como dice la liturgia católica que da comienzo a 
la Cuaresma, «polvo eres y en polvo te convertirás». 
Esa frase se me ha quedado grabada desde niño.

El filósofo rumano Cioran escribe en sus Cuadernos: 
«Cuando hemos comprendido que nada 
tiene una realidad intrínseca, 
que nada existe, ya no necesitamos ser salvados: 
estamos salvados y somos desgraciados para siempre».

La reflexión es clarividente porque 
la salvación reside en renunciar a toda 
esperanza tras asumir que 
la condición humana es frágil y perecedera, 
que nuestro destino está en manos del azar. 
En la medida que aceptamos que nada 
tiene una realidad intrínseca, que no poseemos 
una esencia, como señala Cioran, 
podemos hallar el consuelo de gozar de la belleza trágica 
y salvaje del mundo.
No sé bien cómo expresar ese sentimiento que 
desborda la fuerza expresiva de las palabras, pero 
lo que quiero decir es que hay que prescindir del ego, 
de la vanidad, de la pura apariencia para conectar 
con ese flujo de la vida que nos arrastra a lo imprevisible.

Es un error pensar en la existencia como 
algo estático porque, como apuntaba Heráclito, 
estamos hechos de tiempo. 
Nadie se baña dos veces en el mismo río. 
El tiempo es cambio, evolución perpetua, inestabilidad y caos.
 No hay orden en el Universo, hay destrucción creativa.

Y nuestra vida es menos que un destello en el curso infinito 
del tiempo, al igual que nuestro sistema 
solar es un minúsculo y remoto lugar en un espacio 
formado por cientos de miles de millones de galaxias. 
La individualidad es un puro engaño porque todo 
lo que existe y lo que vemos es un momento 
del devenir eterno de la apariencia.

No hace falta apelar a lo trascendente para darnos 
cuenta de nuestra infinita pequeñez y de la inutilidad de 
nuestros desvelos frente al poder de la nada. 
Pero ello no evita esa sensación de perplejidad ante 
la muerte y el infortunio que nos rodea.

Todo conocimiento es fruto del sufrimiento. 
Nada se aprende si no es a través de la pérdida y la negación. 
La ciencia es un espejismo de la razón. 
Nos hace creernos invulnerables, pero nuestra 
salvación reside en aceptar la tiranía inexorable de la nada.

Los científicos sostienen que estamos hechos del polvo de las estrellas, 
lo que no hace más que agudizar el absoluto misterio de 
la vida tan absurda como inexplicable. Nunca podremos comprender 
la dolorosa individualidad de los seres en 
un mundo regido por las implacables leyes de la física.

Nada es. Y estas dos palabras son profundamente 
contradictorias y antagónicas porque la nada no existe 
por definición y el ser carece de esencia. 
Estamos perdidos 
en la playa infinita del tiempo...MRF

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