Tenéis toda la razón, «nadie puede cambiar el pasado», pero, oye, tampoco prostituirlo
Vamos a hablar en serio, ¿de acuerdo? Pasemos por alto vuestro lenguaje ofensivamente pueril («lo sentimos de veras», decís); obviemos, y os aseguro que es difícil, el léxico trilero («superemos el conflicto»); sorteemos a duras penas vuestro hiriente cinismo que categoriza a los muertos y mutilados entre los que lo merecían y los que no, entre culpables e inocentes («...que no tenían una participación directa…»); pensemos que sólo es un mal chiste el intencionado sinécdoque de pueblo que sufre, el vuestro, y el mío, que por lo visto no es el mismo pero si mereció vuestra pólvora; mofémonos, sin apenas contener las lágrimas de rabia, de vuestra desmemoria histórica, vuestra diarrea temporal y, venga, la semilla de la hidra germinó por culpa «del bombardeo de Gernika...»; reconozcamos, y vaya si cuesta, vuestra inteligencia sibilina al dirigiros a los «ciudadanos y ciudadanas» porque hay que ir complaciendo a quienes aspiran a ser vuestros aliados naturales en esta nueva etapa.
Y vale, tenéis toda la razón, «nadie puede cambiar el pasado», pero, oye, tampoco prostituirlo. Releyendo vuestro libelo no tengo ni un ápice de duda de que es lo que ocurrirá, lo que ya estará sucediendo mientras tecleo. Ese lenguaje que no mata, pero que hiere, ofende, humilla y castiga a quien de verdad merecen algo más que un insulto travestido de falso perdón. Las víctimas, esas que a muchos más allá de vosotros parecen molestar. Esas que unos míseros mercaderes de urnas intentan patrimonializar y otros, los peores, arrumbar y silenciar.
No, aquí hubo quienes pusieron la nuca y vosotros apretasteis el gatillo. Ellos, vuelvo con arcadas a leeros, no tienen que reconocer «ninguna responsabilidad contraída».
Ya puestos, y como andáis de falsa contricción y yo intento ser siempre conciliador, os hago una petición, un gesto. La próxima vez, encended el monitor, colocaros detrás de vuestra mesa, y juntos, como buenos gudaris que sois, os quitáis al unísono el verdugo que apenas tapa vuestra desvergüenza. Así, mirando a cámara nos vais diciendo quién mató a esas víctimas de vuestro terrorismo, que no conflicto, cuyos crímenes aún faltan por resolver.
No garantizo que no se reaviven las llamas de Gernika, contáis con muchos pirómanos a este lado de la fabulada muga. Al tiempo. Ya, ahora, en Alsasua.
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