En «España, entre la rabia y la idea», el historiador recopila sus artículos dominicales #en ABC en torno a la identidad nacional
A los que reivindican España no solo como un espacio constitucional de derechos. A los hastiados de «la España que bosteza». A los que anhelan la tierra de Velázquez, de Cambó y de Machado como una nación completa, capaz, en lo bueno o en lo malo, de helar o hervir la sangre. A todos ellos el historiador Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) les escribe «España, entre la rabia y la idea» (Alianza Editorial), un libro que emplea los artículos publicados durante dos años en ABC para pedir la vuelta a una conciencia nacional. A España como un sentimiento cantado por artistas, políticos e intelectuales del siglo XX.
-Los españoles siempre entre la rabia y la idea...
-Expresa muy bien lo que ha sido la historia intelectual de España en este siglo largo que trato en el libro. Esa mezcla de pasión, rabia, razón, idea… El libro ofrece una reflexión muy importante para la actualidad. Tanto desde la rabia como de la idea, la razón como la pasión, todos los españoles de una ideología u otra, ateos o agnóstico, de izquierdas o derechas, sindicalistas o curas; todos ellos tenían una idea de España que trataron de defender a veces de la forma más cruel. No es hasta hoy, una época de confusión y crisis, cuando por primera vez se ha producido la impugnación de España. Ahora, más que nunca, hay que recordar que España ha existido y ha sido cantada con emoción durante siglos.
-Por primera vez se ha cuestionado la continuidad de España, ¿cómo hemos llegado a esta situación?
-La situación actual avergonzaría a los intelectuales del 98. Hemos tenido guerras civiles muy dolorosas, pero en ninguna de ellas se discutió la idea de España, aunque cada uno de los bandos defendieran una u otra forma de entender el país. La negación de España se produce en un momento de confusión, donde una parte de la sociedad catalana ha elegido la utopía y ha aumentado allí una conciencia excluyente basándose en mentiras. Curiosamente, esta crisis no ha producido el mismo efecto en la conciencia del resto.
-¿El resto de España ha renunciado a una conciencia nacional?
-Sí, la conciencia nacional hay que educarla desde niño y es el gran fallo de estas últimas décadas. A partir de la Transición, en oposición a un patriotismo franquista exagerado, nos han dejado a todos los españoles sin nación. Crear conciencia nacional en España se ha desechado por ser algo rancio y obsoleto; en cambio, se ha permitido con la ayuda de una izquierda desorientada que se desarrolle una conciencia en los casos vasco y catalán.
-A falta de España como sentimiento, ¿quién ha ocupado este espacio?
-El hecho regional ha sustituido a lo que fue el hecho nacional en el siglo XIX. Ha habido una gran preocupación en estos años por crear ciudadanos catalanes, vascos y de las autonomías, mientras se descuidaba la educación de ciudadanos españoles. Hemos entrado en un localismo casi de aldea, donde nos interesaba más el río que está delante de casa que los grandes ríos o los grandes poetas. Eso ha sido muy lesivo desde el punto de vista político y cultural.
-¿Reivindicar la cultura es alimentar el sentimiento nacional?
-Más allá del orgullo democrático, hay que reivindicar un patriotismo cultural, como la superpotencia que es España, tanto de la literatura y el arte como de la reflexión filosófica. Pensemos en la escuela de Salamanca; no hay tal vez una institución en el mundo tan importante desde la Academia de Platón.
-En fechas recientes Colau ha calificado al Almirante Cervera de «facha». ¿Todo lo español es fascismo?
-Nos han quitado los instrumentos para defender España y nos han hecho creer que sentirse español es algo rancio y casi fascista. Es dolorosísimo que la izquierda admita cualquier desahogo sentimental en el caso de los nacionalistas catalanes o vascos, pero que el patriotismo español les horrorice. Lo que en Europa es pura caverna no lo es en España, porque la izquierda le ha dado cierta legitimidad. Es dramático que la pitada al himno español sea motivo no de vergüenza, sino de reflexión sobre si es o no libertad de expresión.
-Otra cosa que usted denuncia como inédita en el libro es el propio separatismo catalán.
-Hay que decirles a los separatistas que son unos farsantes. Hay que decirles que ni siquiera obedecen a la tradición del catalanismo conservador. El independentismo actual es un atentado contra el verdadero catalanismo, que era integrador y luchaba por estar en la cabeza industrial de España.
-Más mal que bien, al final España sobrevive en Cataluña. ¿Cómo?
-España sigue resistiendo porque, ya lo decía Bismarck, «es un país muy fuerte. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido». Pero no deja de ser triste hasta dónde ha llegado el independentismo. Lo de Cataluña es un drama causado por la dejación de España: el Estado ha desaparecido allí. La cuestión es que los separatistas se han precipitado, pero si llegan a retrasar un poco el desafío hubiéramos tenido que decir adiós a España. Si en diez años todo sigue igual con las escuelas y las competencias habrá una situación irreversible.
-Son artículos que se han publicado en ABC, ¿por qué eligió este diario?
-ABC ha tenido siempre una idea clarísima de España y nunca se le ha ocurrido entrar en veleidades de si existía o no. Esa es la gran tradición de este diario, que me encantaría que siga cultivando en los próximos años. Es el mejor ejemplo de lo que debe ser el patriotismo cultural, que a través de la afirmación de las grandes obras españolas está fomentando el sentimiento de adhesión y amor a España....http://www.abc.es/ MRF
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