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jueves, 29 de marzo de 2018
# Cultura..Baltasar Queija, la épica historia del legionario en el que se inspira la canción del «Novio de la muerte».Video .La Legion (Spain)- Novio de la Muerte - Subtitulada..!!!!
Una de las canciones más famosas de la Semana Santa es la tonadilla que, según se dice, fue creada en 1921 a partir de los versos de un soldado muerto en batalla
Un camarero español (de Huelva, para ser más exactos) que apenas superaba el metro cincuenta de altura y cuyos huesos acabaron en el Tercio de Extranjeros (la actual Legión) por una mezcla de casualidad y falta de liquidez. Quizá esta sería la forma más idónea de definir a Baltasar Queija Vega, el primer militar de este cuerpo (creado por Millán Astraypara combatir contra los rifeños en primera línea de batalla) que cayó en las tierras del norte de Marruecos. Su historia podría haber sido olvidada, pero es a día de hoy famosa porque (según cuenta la leyenda) unos versos que este soldado había escrito antes de morir en batalla (hallados, por cierto, en su cadáver) fueron los pilares sobre los que se edificó la tonadilla más famosa de la que, en la actualidad, es una de las unidades de élite de nuestro ejército: el «Novio de la muerte».
El triste fallecimiento de Baltasar Queija se produjo el 7 de enero de 1921, en plena campaña del ejército español en Ceuta y Melilla. Y fue además una muerte que, aunque inauguró la lista de los caídos en la futura Legión, podría haber caído fácilmente en el olvido. Sin embargo, su historia se evoca cada vez que (en pleno 2017 como estamos) los caballeros legionarios entonan el «Novio de la muerte» en ocasiones tan especiales como las procesiones de esta Semana Santa. Gracias a ellos, las vivencias de este héroe no caerán jamás en el olvido ya que, al fin y al cabo, su vida y su muerte están ligadas de forma ineludible al devenir de uno de los himnos militares más famosos del Ejército.
El niño se hace legionario
Baltasar Queija de la Vega (quien se inscribió en el ejército español como Baltasar Queija Vega) vino al mundo el 26 de marzo del año 1900 en el pueblo de Minas de Riotinto (Huelva). Al menos, así lo afirma Antonio García Moya (subteniente de infantería ligera) en su dossier «El primer muerto de la Legión». Nuestro protagonista, futuro poeta y héroe del Tercio de Extranjeros, fue uno de los ocho hijos de Baltasar Queija y Josefa Vega.
A día de hoy, no se conoce demasiado sobre su infancia más allá de que viajó hasta Santa Cruz de Tenerife para ganarse la vida como camarero. En esas andaba cuando, allá por el año 1920, este español se enteró casi por casualidad de la creación de la Legión Española.
Esta unidad (llamada entonces Tercio de Extranjeros) había nacido apenas unos meses antes de la mano del coronel José Millán Astray. Un hombre que, harto de ver como los soldados enviados desde España a combatir en Marruecos morían a cientos por carecer de experiencia para enfrentarse a los rifeños, ideó un cuerpo entrenado específicamente para resistir las duras condiciones de África. El cual, curiosamente, fundó siguiendo el ejemplo de la Legión Extranjera francesa e incluyendo en su ideario muchas similitudes con el código samurái.
Desde el principio no hubo requisitos a la hora de permitir el acceso a esta unidad. Para los mandos, valía igual un español que un marroquí. De hecho, su fundador jamás despreció a los africanos, pues consideraba que «un extranjero vale por dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora».
Hacia África
Fue en octubre cuando Queija se dio de bruces con un cartel de reclutamiento de la Legión Española. Un pasquín en el que se podía ver la silueta de un combatiente bajo el siguiente rótulo: «Alistaos en el Tercio de Extranjeros». Junto a este, se incluía una extensa información sobre las pagas y las bondades de la nueva unidad: «En la Legión encontraréis un buen haber, primas de enganche, comida sana y abundante, excelente vestuario...».
La información, según parece, fue sumamente atractiva para Baltasar, quien decidió hacer el petate y unirse para empezar a combatir en África, donde los rifeños estaban dando más de un quebradero de cabeza a España.
«A ello ayudaría la sustanciosa prima de enganche de 700 pesetas pues, el 9 de octubre, firmó con el Tercio de Extranjeros un compromiso por cinco años. Antes de embarcar recibiría 2,5 pesetas diarias como viático, suficiente para la manutención hasta llegar a Algeciras, donde embarcó rumbo a África», explica el autor en su dossier. Una vez allí fue asignado a la 6ª Compañía de Ametralladoras de la Segunda Bandera», explica el experto.
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