Aunque no haya logrado colocarse entre los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta de las presidenciales francesas, el extrotskista y uno de los más veteranos de esta elección, Jean-Luc Mélenchon, ha llegado a una posición inimaginable hace tan solo seis meses: ha quedado a escasa distancia de François Fillon, uno de los grandes favoritos hasta hace unos meses.
[Lee Macron y Le Pen, a la segunda vuelta en Francia]
Incombustible izquierdista, salido de un Partido Socialista francés que ahora casi repudia, en estas elecciones Mélenchon dio un giro en su estrategia con respecto a 2012, cuando en sus mítines se hablaba de América Latina y de Hugo Chávez al ritmo de grupos como los Saltimbanquis y del himno de campaña «On lâche rien» («No abandonamos»), que compartían su Front de Gauche con las protestas francesas de la extrema izquierda.
«Este año tuvo la astucia de adoptar una forma pragmática y presentarse como un hombre bueno, tranquilo, sabio, justo… y ha ganado tantos, tantos votos…», explica a ABC el profesor emérito de Filosofía de la Sorbona Nicolas Grimaldi.
El preferido de los conocidos como jóvenes «bobo» (burgueses bohemios) de París ha cosechado seguramente muy buenos resultados entre quienes en sus primeras elecciones votaron socialista.
Nieto de españoles y antiguo ministro socialista en el Gobierno de la cohabitación entre Jospin (socialista) y Chirac (conservador) de 2000 a 2002, estas elecciones eran al mismo tiempo su gran y quizá última oportunidad al Elíseo francés, tras no colmar sus expectativas en 2012, cuando François Hollande se hizo con el voto útil de la izquierda anti Sarkozy.
En esta ocasión llegaba al frente de la plataforma Francia Insumisa, que aglutina a varios partidos de izquierdas.
En sus discursos defendió la regulación de los mercados, la planificación ecológica y el diálogo sindical. Quería renegociar los tratados europeos y, si Europa no aceptaba sus exigencias, amenazó con sacar a Francia de la UE.
Ni Plan A ni plan B, Mélenchon no llegará al 7 de mayo, pero su agenda puede influir en el ganador de la segunda vuelta.
«Encontramos los discursos de Mélenchon en la Educación Sentimental, de Flaubert, propios de 1848. Lo que más me fascina y me espanta es el entusiasmo que suscitan palabran tan arcaicas hoy. Es como un drama muy arcaico, su éxito en la muchedumbre», agrega Grimaldi.
El peor escenario para las finanzas francesas eran los extremos del espectro Mélenchon-Le Pen y, aunque no se vaya a dar finalmente, este tándem ha estado muy cerca de verse las caras en el día más decisivo que se recuerda en Francia en las últimas décadas.
http://www.abc.es/
MRF
[Lee Macron y Le Pen, a la segunda vuelta en Francia]
Incombustible izquierdista, salido de un Partido Socialista francés que ahora casi repudia, en estas elecciones Mélenchon dio un giro en su estrategia con respecto a 2012, cuando en sus mítines se hablaba de América Latina y de Hugo Chávez al ritmo de grupos como los Saltimbanquis y del himno de campaña «On lâche rien» («No abandonamos»), que compartían su Front de Gauche con las protestas francesas de la extrema izquierda.
«Este año tuvo la astucia de adoptar una forma pragmática y presentarse como un hombre bueno, tranquilo, sabio, justo… y ha ganado tantos, tantos votos…», explica a ABC el profesor emérito de Filosofía de la Sorbona Nicolas Grimaldi.
Pánico en la derecha
Sin embargo, el inesperado resurgir de Mélenchon en las encuestas no ha sido suficiente para darle el billete a la segunda vuelta. «Ha habido una suerte de pánico en la derecha; directivos de empresas importantes votan por Macron por miedo a Mélenchon, para que no sea el contrincante de Marine Le Pen», añade el filósofo.El preferido de los conocidos como jóvenes «bobo» (burgueses bohemios) de París ha cosechado seguramente muy buenos resultados entre quienes en sus primeras elecciones votaron socialista.
Nieto de españoles y antiguo ministro socialista en el Gobierno de la cohabitación entre Jospin (socialista) y Chirac (conservador) de 2000 a 2002, estas elecciones eran al mismo tiempo su gran y quizá última oportunidad al Elíseo francés, tras no colmar sus expectativas en 2012, cuando François Hollande se hizo con el voto útil de la izquierda anti Sarkozy.
En esta ocasión llegaba al frente de la plataforma Francia Insumisa, que aglutina a varios partidos de izquierdas.
En sus discursos defendió la regulación de los mercados, la planificación ecológica y el diálogo sindical. Quería renegociar los tratados europeos y, si Europa no aceptaba sus exigencias, amenazó con sacar a Francia de la UE.
Ni Plan A ni plan B, Mélenchon no llegará al 7 de mayo, pero su agenda puede influir en el ganador de la segunda vuelta.
«Encontramos los discursos de Mélenchon en la Educación Sentimental, de Flaubert, propios de 1848. Lo que más me fascina y me espanta es el entusiasmo que suscitan palabran tan arcaicas hoy. Es como un drama muy arcaico, su éxito en la muchedumbre», agrega Grimaldi.
El peor escenario para las finanzas francesas eran los extremos del espectro Mélenchon-Le Pen y, aunque no se vaya a dar finalmente, este tándem ha estado muy cerca de verse las caras en el día más decisivo que se recuerda en Francia en las últimas décadas.
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