La presidenta
andaluza, y aspirante en las primarias, ha sacudido el avispero de la
Federación de Madrid. Cada apoyo le cuelga el cartel de “mejor
candidata” pero toma sus posiciones.
La secuencia de zancadillas, componendas, pactos y traiciones, todo eso forma parte de la historia del PSOE
como, acaso, forma parte de la esencia misma de la política. Pero ese
partido centenario está ante todo en vísperas de cerrar la puerta a una
etapa y comenzar a poner un pie delante de otro para dibujar un nuevo
futuro. Con su llegada al trono de Ferraz, Susana Díaz aspira a desencadenar un cierre de filas en cada una de las franquicias socialistas y desactivar posiciones incendiarias.
No resulta una cuestión menor, sino principal, porque necesita convertirse en la gerente
de un partido unido, cohesionado y dispuesto a empujar del carro y
transmitir confianza y – si el alcanza el ánimo – optimismo. La gestión
política y la orgánica son cara y envés de un mismo proyecto que se
complementan. En esa encrucijada, Díaz necesitará
rodearse de un equipo que aúne carácter y predicamento, que consolide su
liderazgo como secretaria general ante una Legislatura espartana y que
genere confianza y respeto entre las bases y los barones. En el
horizonte se adivinan turbulencias ante la llegada de nuevos líderes
regionales.
En Madrid ha coagulado ahora mismo un incontrolable frente de respaldo a la Doña capitaneado por Tomás Gómez y sus huestes, tutelado por Elena Valenciano y Eduardo Madina, jaleado por Puri Causapié y Antonio Miguel Carmona, asistido por David Lucas. En ese mejunje anda también el ex sanchista José Cepeda. Todos ellos le han colgado el cartel de “mejor candidata posible” a Susana Díaz y se muestran prestos a actuar como fuerza de intervención rápida a cualquier orden del Palacio de San Telmo, dedicados en cuerpo y alma a visitar distintas agrupaciones, recabando apoyos, encargándose de la logística en cada desembarco de la andaluza, etc., etc.
En los prolegómenos de la batalla interna, la presidenta de la Junta ha contenido las fricciones entre los apoyos madrileños para la toma del poder nacional dentro del PSOE y, a tal fin, ha eludido designar un “jefe de obras”. Esa pretensión ha quedado en stand by por dictamen de Máximo Díaz Cano. Imagínense al secretario general de la Presidencia andaluza, reuniendo a los Gómez, Causapié, Carmona, Cepeda, … encerrados para estrechar lazos... Al principio, seguro, risas y chistes. Pero al pasar los minutos, y pasar, unos y otros empiezan a tener muy vista la cara del vecino. Sacar de ahí un referente con la que ir haciendo familia mediaba un abismo.
La intención era buena pero tal vez antagónica con la idea de lograr una piña alrededor de un cabeza de puente. Tan utópico que la búsqueda de la figura prometía convertirse para Susana Díaz en misión de riesgo. “En ese estanque merodean demasiados tiburones”. La frase corresponde a un susanista que despacha como puede a estos animales del PSM que huelen la sangre en el mar. Díaz Cano cosechó un sonoro fracaso en su misión, aunque se las arregló para disfrazar la derrota metiendo el gusanillo de la competición entre los apoyos a su jefa. El envite del halago, al menos, se ha decantado claramente a favor de Antonio Miguel Carmona, que en materia de dar coba con proyección mediática es maestro, talento sin parangón posible.
En Madrid ha coagulado ahora mismo un incontrolable frente de respaldo a la Doña capitaneado por Tomás Gómez y sus huestes, tutelado por Elena Valenciano y Eduardo Madina, jaleado por Puri Causapié y Antonio Miguel Carmona, asistido por David Lucas. En ese mejunje anda también el ex sanchista José Cepeda. Todos ellos le han colgado el cartel de “mejor candidata posible” a Susana Díaz y se muestran prestos a actuar como fuerza de intervención rápida a cualquier orden del Palacio de San Telmo, dedicados en cuerpo y alma a visitar distintas agrupaciones, recabando apoyos, encargándose de la logística en cada desembarco de la andaluza, etc., etc.
En los prolegómenos de la batalla interna, la presidenta de la Junta ha contenido las fricciones entre los apoyos madrileños para la toma del poder nacional dentro del PSOE y, a tal fin, ha eludido designar un “jefe de obras”. Esa pretensión ha quedado en stand by por dictamen de Máximo Díaz Cano. Imagínense al secretario general de la Presidencia andaluza, reuniendo a los Gómez, Causapié, Carmona, Cepeda, … encerrados para estrechar lazos... Al principio, seguro, risas y chistes. Pero al pasar los minutos, y pasar, unos y otros empiezan a tener muy vista la cara del vecino. Sacar de ahí un referente con la que ir haciendo familia mediaba un abismo.
La intención era buena pero tal vez antagónica con la idea de lograr una piña alrededor de un cabeza de puente. Tan utópico que la búsqueda de la figura prometía convertirse para Susana Díaz en misión de riesgo. “En ese estanque merodean demasiados tiburones”. La frase corresponde a un susanista que despacha como puede a estos animales del PSM que huelen la sangre en el mar. Díaz Cano cosechó un sonoro fracaso en su misión, aunque se las arregló para disfrazar la derrota metiendo el gusanillo de la competición entre los apoyos a su jefa. El envite del halago, al menos, se ha decantado claramente a favor de Antonio Miguel Carmona, que en materia de dar coba con proyección mediática es maestro, talento sin parangón posible.
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MRF
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