Es como encender el motor de un coche que ha pasado décadas en un garaje, pero en el espacio interestelar. Los ingenieros de la NASA han logrado activar con éxito unos propulsores a bordo de la Voyager 1, el primer artefacto humano que viaja más allá del Sistema Solar, después de 37 años sin utilizarlos. Gracias a esta operación, realizada a 20.000 millones de km de distancia, la sonda podrá alargar su vida útil dos o tres años más.
Esta nave, la más lejana y rápida de la NASA, es el único objeto hecho por el hombre en el espacio interestelar, el ambiente entre las estrellas. En vuelo durante 40 años, la sonda dispone de pequeños dispositivos llamados impulsores para orientarse a sí misma y poder comunicarse con la Tierra. Estos propulsores disparan diminutos pulsos, que duran apenas milisegundos, para girar sutilmente la nave espacial de modo que su antena apunte a nuestro planeta. Ahora, el equipo de Voyager puede usar un conjunto de cuatro propulsores de respaldo, inactivos desde 1980.
«Con estos propulsores que siguen funcionando después de 37 años sin uso, podremos prolongar la vida útil de la nave Voyager 1 en dos o tres años», ha dicho Suzanne Dodd, directora de proyecto de Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California.
Desde 2014, los ingenieros han notado que los propulsores que la Voyager 1 ha estado utilizando para orientar la nave espacial se han estado degradando. Con el tiempo, los propulsores requieren más pulsos para emitir la misma cantidad de energía. Pero en el espacio interestelar no hay un taller mecánico cerca para hacer una puesta a punto.
Por ese motivo, el equipo de la Voyager reunió a un grupo de expertos del JPL para estudiar el problema, quienes predijeron cómo respondería la nave en diferentes escenarios y, finalmente, acordaron una solución inusual: intentar que el trabajo de orientación lo tenga un conjunto de propulsores que habían estado dormidos durante 37 años. «El equipo de vuelo de la Voyager desenterró datos de hace décadas y examinó el software que estaba codificado en un lenguaje obsoleto, para garantizar que pudiéramos probar los propulsores de forma segura», explican desde el JPL.
Alivio, alegría e incredulidad
En los primeros días de su misión, la Voyager 1 voló por Júpiter, Saturno y algunas de sus lunas. Para volar con precisión y apuntar los instrumentos de la nave en una mezcla heterogénea de objetivos, los ingenieros utilizaron unos propulsores ubicados en la parte posterior de la nave espacial. Pero debido a que el último encuentro planetario de la Voyager 1 fue con Saturno, el equipo no necesitó emplearlos desde el 8 de noviembre de 1980. En aquel entonces, los propulsores se usaban en un modo de disparo más continuo; nunca habían sido utilizados en los breves estallidos necesarios para orientar la nave espacial.
El pasado martes, los ingenieros dispararon esos cuatro propulsores por primera vez en 37 años y probaron su capacidad para orientar la nave espacial con pulsos de 10 milisegundos. El equipo esperó ansiosamente mientras los resultados de la prueba viajaban por el espacio: tardaron 19 horas y 35 minutos hasta llegar a una antena en Goldstone, California, que es parte de la Red de Espacio Profundo de la NASA. Así que el miércoles los propulsores dieron señal de que fucionaban perfectamente, como si no hubiera pasado el tiempo. Los ingenieros recibieron la noticia entre el alivio, la alegría y la incredulidad.
La prueba del propulsor salió tan bien que es probable que el equipo haga una similar con los de la Voyager 2, la nave espacial gemela de la Voyager 1 que también está en camino de entrar en el espacio interestelar, probablemente en los próximos años.
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MRF
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