Se gestiona la incomunicación. Se controla el mensaje. Se limita la exposición y se deriva a entornos protegidos. La comunicación del Gobierno se caracteriza por esas premisas. Incluso la rueda de prensa de los viernes posterior al Consejo de Ministros ha dejado de ser la principal cita de la semana. Sus protagonistas no son los primeros espadas de la realidad política. Evitar profundidad. Restar trascendencia. Ese es el plan.
Y reducir los impactos. Ayer desde La Moncloa se anunciaba que el presidente visitaría hoy las instalaciones de Ifema junto a la ministra de Transición Ecológica, pero se advertía preventivamente de que «el seguimiento del recorrido del presidente será solo para cámara y fotógrafos». Hay que preservar su figura de cualquier contacto con los redactores. No vaya a ser que alguno quiera escribir un artículo. O peor, no vaya a ser que quiera hacer una pregunta en un ambiente más desenfadado. La anécdota es la tónica habitual desde el inicio del mandato.
El presidente en funciones tiene prevista una rueda de prensa este lunes en el marco de la Cumbre del Clima que arranca ese día en Madrid. A la espera de conocer el formato exacto de la misma, será la primera que el también líder del PSOE conceda después de conocerse la sentencia de los ERE en la que fueron condenados dos expresidentes de su partido, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Lo eran, además, cuando sucedieron los hechos juzgados. En Ferraz, la sede del partido, solo habló entonces José Luis Ábalos. En una comparecencia comunicada a la prensa con apenas media hora de antelación. Declaraciones en las que rechazó que el PSOE pudiese considerarse vinculado al caso.
Sánchez tampoco ha comparecido desde entonces y no ha explicado, si no es él, quién debe asumir las responsabilidades políticas tras una dura sentencia sobre dos históricos de su partido a los que había respaldado: «Chaves y Griñán son personas honestas. Yo confío en su inocencia», dijo en julio de 2016. Constatado su errado diagnóstico, las explicaciones brillan por su ausencia. Esa comparecencia de prensa será además la primera tras el 10 de noviembre. La semana inmediatamente siguiente a las elecciones Sánchez tuvo una rueda de prensa en La Moncloa junto al futuro presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Un formato que solo permite dos preguntas a cada uno de los comparecientes. Ante otras visitas de este rango Sánchez ha evitado incluso comparecer, pero ese día necesitaba esas dos preguntas para pronunciar por primera vez las dos palabras que cambiaban el rumbo y abrían la negociación con ERC. Lo que pasaba en Cataluña ya no era una crisis de convivencia, sino una «crisis política».
Las negociaciones ya oficiales han estado presididas por la opacidad informativa. No se han dado explicaciones de por qué el PSOE se dispone a emprender un camino opuesto al que Sánchez defendía en cada mitin de la campaña electoral. Ni expliaciones por abrir una vía de diálogo, ni tampoco por el pacto con Podemos al margen de una carta a la militancia en la que decía: «Es el único camino real para evitar el bloqueo». Una reflexión contraria a la aritmética. Pero muy realista si se decide no explorar ninguna otra vía. Ni coger el teléfono.....
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