Pese a entrar en la Moncloa con el propósito de “acabar con el
enchufismo y la endogamia”, Sánchez ha continuado colocando en altos
cargos de la Administración Pública a personas afines al PSOE
En 1912 Benito Pérez Galdós escribía que los políticos “no harán más que
favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante
con los farolitos…” En 2018 la experiencia confirma que cada vez que en España
se produce un cambio de Gobierno, el Ejecutivo entrante coloca a sus afines
en los altos cargos de la Administración y de las principales empresas públicas,
muchas veces anteponiendo su trayectoria en los partidos a la experiencia en el sector.
“Han de pasar años, lustros tal vez, quizá medio siglo largo” para que
el modelo cambie, decía el autor de los 'Episodios Nacionales'.
Pero ni cien años han sido suficientes. Según pone de manifiesto
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
en el estudio ”Goverment at a glance 2017”, España es el país de
la Unión Europea donde más cargos cambian con la llegada de un nuevo Gobierno.
Si se toman en consideración todos los Estados que forman parte del organismo,
se sitúa en el nivel más alto junto a Turquía y Chile.
LA ROTACIÓN AFECTA HASTA EL 100% DE LOS ALTOS CARGOS
En general, 21 de los 35 países analizados realizan cambios que afectan
entre un 95 y 100% a los secretarios de Estado, lo que parece razonable
ya que son responsables de ejecutar la acción del Gobierno, con quien
comparten su visión política. La excepción está en Canadá, Alemania, Japón,
Luxemburgo, Países Bajos, Nueva Zelanda y Noruega, donde
la remodelación no afecta a más del 5% de los cargos.
Lo sorprendente es que en la mayoría de Estados no suelen producirse
rotaciones en los altos funcionarios públicos. Solo en 5 países -Chile,
Hungría, Eslovaquia, Turquía y España- la alteración alcanza a un porcentaje
de entre el 95 y el 100%. En el caso de los altos directivos de las empresas
públicas, únicamente Chile, Turquía y España cambian hasta el 100% de los mandos.
LOS RIESGOS DE LA POLITIZACIÓN DE LA FUNCIÓN PÚBLICA
El resultado es la politización de la función pública, pues en
lugar de atender con objetividad al interés de todos los ciudadanos,
sirve al poder Ejecutivo. Como explica Jordi Solé Estalella, presidente
de la Federación de Asociaciones de Cuerpos Superiores de la Administración Civil
del Estado (Fedeca), en no pocas ocasiones el único mérito valorado para designar
a los altos directivos es su “lealtad política”, ya que no es inusual que
carezcan de “experiencia en el sector”. Esto da lugar a que se rodeen de una
“legión de asesores sufragados por todos” que no serían
necesarios si se nombrara al profesional adecuado.
Además, en el caso de los altos funcionarios, cuando cesan por la
caída del Gobierno, rara vez vuelven a sus puestos de origen sino
que suelen ser recolocados en “lugares de reposo” donde permanecen
con una retribución mayor hasta que tienen ocasión
de “volver a desempeñar altos cargos”, señala Solé.
EL CLIENTELISMO DE SÁNCHEZ ANIDA EN LA ADMINISTRACIÓN
Pese a llegar a la Moncloa tras la moción de censura con el propósito
de “acabar con el enchufismo y la endogamia”, Pedro Sánchez ha continuado
con este sistema clientelar. El 22 de junio, tan solo 16 días después
de nombrar a sus ministros, puso a Vicente Fernández Guerrero
–hombre de confianza de la ministra
de Hacienda, María Jesús Montero- al frente de la Sociedad
Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Holding que abarca 15 empresas
-Correos, Navantia, Tragsa, Cetarsa, Hunosa, Ensa o Enusa, entre otras-
con una plantilla de 73.000 personas. El día 26 su Consejo de Administración
quedó constituido por diferentes vocales procedentes
de las Secretarías de Estado del Gobierno.
Casi un mes después colocó al frente de Correos a Juan Manuel Serrano,
su jefe de Gabinete hasta que llegó a la Moncloa –cuando
fue sustituido por Iván Redondo-, y su principal apoyo durante las primarias.
Lo mismo hizo con el exministro socialista de Administraciones Públicas
Jordi Sevilla, asesor económico de Sánchez y nuevo presidente
del Grupo Red Eléctrica.
Llamativos también son los casos de Óscar López y de José Félix Tezanos.
El primero es el nuevo presidente de Paradores de Turismo, pese a que no
se le conoce ningún tipo de experiencia en la materia más allá de su carrera
política. En cuanto a Tezanos, es el nuevo presidente del CIS. Histórico socialista,
en el primer barómetro del centro bajo su dirección colocó al PSOE como el primer
partido en intención de voto con una diferencia de 8 puntos respecto a la encuesta anterior.
EL DIRECTIVO PÚBLICO COMO REMEDIO A LA ROTACIÓN
Si bien este sistema de designación pudo tener sentido durante la
Transición ya que los altos cargos administrativos procedían
del Franquismo, hoy parece que no tiene otra razón de ser más que sustentar el clientelismo.
Por eso, desde la federación apolítica Fedeca, que aglutina a 47 asociaciones
profesionales de funcionarios –desde abogados del Estados a inspectores de Hacienda
o de la Seguridad social, entre otros-, apuestan porque se ponga en práctica
la figura del directivo público que contempla el artículo 13 del Estatuto Básico
del Empleado Público, cuya designación debe ceñirse a los “principios de mérito
y capacidad y a criterios de idoneidad”, para poner
fin al clientelismo que anida en la Administración
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