La 'oferta' de Pablo Iglesias para mediar entre Rajoy y Puigdemont
es el penúltimo acto de deslealtad del líder de Podemos al país que,
teóricamente, quiere gobernar. Bajo la parente buena intención, Iglesias
se dedica a legitimar de nuevo el proceso cruento e ilegal de separación de Cataluña y a blanquear a su inductor, Carles Puigdemont.
No pretende, en fin, ni restituir la legalidad constitucional,
que es la única democrática; sino aumentar la confusión que él mismo ha
creado sobre la naturaleza del conflicto, equiparando al Estado con los
golpistas o incluso poniendo a éstos por delante.
Podemos está respaldando, de manera decisiva, un Golpe de Estado perpetrado por el movimiento antisistema catalán y sus instituciones
Si Iglesias quisiera ayudar de verdad, ni se sentiría cómodo al lado de Otegi ni consolidaría la burda propaganda sobre la inexistente represión policial ni, por supuesto, reconocería derecho alguno del soberanismo a pisoetar la convivencia ni el Estado de Derecho.
Aún más, sería el primero en denunciar los brutales excesos del separatismo
y la fractura social que ha provocado, para ponerse del lado del
Gobierno y de sus instituciones. Lejos de hacer eso, el líder de Podemos ha echado gasolina al nefando fuego separatista y no ha dudado en criticar al Jefe del Gobierno y al del Estado, que nos representan por definición a todos cuando el desafío es global y afecta a la estructura misma del país.
Proponer una mediación internacional, como ha hecho
Iglesias, es también una afrenta contra España y una ayuda para el
separatismo, que busca legitimarse en las instituciones europeas pese a
la sistemática condena de éstas y su refrendo a la legalidad española.
La Constitución, sin más
En realidad, Podemos está respaldando, de manera decisiva, un Golpe de Estado perpetrado por el movimiento antisistema catalán y sus instituciones, secuestradas
por una locura que exigen la misma respuesta de quienes, en las
instituciones españoles, no sólo pueden sino que deben respetar y hacer
respetar la Constitución.
Si Arrán, las CUP y la Generalitat buscan crear el caos como método para forzar un imposible, Podemos lo expande por toda España en una confluencia
vergonzante de la que todo el mundo debe tomar nota. Pero que además
tenga la desfachatez de presentarse como el hombre bueno preocupado por
el diálogo, es insólito.
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MRF
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