Daesh, el autodenominado Estado Islámico, puede hacer desaparecer en poco tiempo su actual formato de califato territorial en Irak y Siria para mutarse en otra realidad. Todo indica que perderá la guerra convencional sin por ello disminuir su éxito en la batalla de las ideas. La aldea global que ha creado Internet es su principal arma de reclutamiento. El coordinador antiterrorista de la Unión Europea, Gilles de Kerchove, acaba de revelar a «Le Soir» que se han detectado «30.000 sitios ilegales en internet que difunden la yihad», la «guerra santa» contra Occidente. El hecho de que los operadores y proveedores no estén obligados a conservar los metadatos, los datos sobre el tráfico y la localización de usuarios, desde el pasado mes de diciembre, «plantea un problema para los servicios de inteligencia y la Policía», según Gilles de Kerchove.
Una vez que se halle sin territorio, crece además la posibilidad de que Daesh llegue a un pacto con Al Qaida para establecer una suerte de «califato virtual», que sume las fuerzas de los dos grandes movimientos yihadistas mundiales. La muerte -anunciada por Rusia, y casi confirmada por EE.UU- del fundador de Daesh, Al Bagdadi, podría desbrozar el camino de la alianza.
¿Por qué no lo han hecho hasta la fecha? En realidad, Daesh y Al Qaida comparten lo fundamental: aspiran a imponer el islam a nivel global tanto en los territorios de mayoría musulmana (Dar al Islam), como en los de mayoría infiel (Dar al Harb). Ambos movimientos armados son salafistas, es decir, seguidores de la interpretación literal y radical del Corán según el modelo de los primeros califas. El núcleo duro de Al Qaida y de Daesh se ha formado en las enseñanzas de la secta saudí wahabí, celosa del cumplimiento estricto de la ley islámica, la sharía.
Las diferencias se han producido por los personalismos y la estrategia política. Desde los atentados del 11-S, el movimiento Al Qaida ha privilegiado el impulso de franquicias mundiales, en África y en Asia, para extender su mensaje y desestabilizar regímenes. La Primavera Árabe le dio la oportunidad de intentar el asalto al poder en varios regímenes árabes, que considera infieles e ilegítimos por su colaboración con Occidente. En cambio, Daesh ha preferido concentrarse en la conquista militar de territorio en Irak y en Siria, donde -tras proclamar el califato- ha desarrollado desde 2014 los instrumentos burocráticos de un sucedáneo de Estado.
El eventual retorno masivo de yihadistas europeos, tras la caída de Mosul, encuentra un terreno abonado para propagar el nuevo modelo de califato ubicuo. La inteligencia sueca reveló esta semana que -solo en ese «paraíso nórdico» aún ajeno al yihadismo- la policía controla los movimientos de 2.000 radicales musulmanes. La policía española, más partidaria de actuar que de dar información, estima por su parte que, de los 1.500 lugares de oración registrados en España, el 6 por ciento difunde «mensajes radicales».
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MRF
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