El pasado 16 de febrero la Guardia Civil y las fuerzas auxiliares de Marruecos impedían la entrada en España de más de 200 inmigrantes de origen subsahariano que intentaban saltar la valla de Melilla por dos zonas distanciadas del perímetro fronterizo.
La Delegación del Gobierno explicaba que uno de los grupos estaba formado por 200 inmigrantes y el otro por una decena. El trabajo conjunto de la Guardia Civil y las fuerzas auxiliares marroquíes evitó la llegada a Europa de estas personas, en una acción que evidencia la condición de España de puerta de entrada al VIejo Continente y la posición clave de Marruecos como ‘país contenedor’ de la inmigración ilegal. ¿Siempre?
Atiendan a esta frase: “Esperamos que la UE reconozca en su justa medida todos los esfuerzos realizados por Marruecos en el marco de esta cooperación (bilateral) y su estabilidad en un entorno regional sujeto a profundas convulsiones". La pronunció la pasada semana el ministro marroquí de Agricultura y Pesca, Aziz Ajanuch y tiene, de alguna manera, cierto tono de advertencia. Porque, como ocurre con Turquía, Europa depende, en cierto modo, de la voluntad de Marruecos para contener la inmigración desordenada de África. Y, como con Turquía, cabe pensar que, ‘mejor llevarse bien’.
En su discurso, el titular de Agricultura continuaba recordando que "las relaciones con nuestro socio histórico (en referencia a la UE) han estado marcadas, en los últimos meses, por algunos movimientos que necesitaron una posición clara por nuestra parte", en referencia al duro comunicado emitido por su departamento el pasado 6 de febrero advirtiendo de las "graves consecuencias" que causarán las "trabas" al acuerdo agrícola firmado en 2012, parcialmente anulado por un tribunal en diciembre 2015. Las graves consecuencias, especificó el ministro, podrían manifestarse “en el terreno comercial y en la política migratoria” si Marruecos asume el papel de "gendarme" de la frontera sur de Europa sin ser valorado por ello.
A lo largo de 2016 10.700 inmigrantes irregulares fueron detectados cuando intentaban llegar a España a través de las rutas africanas, según los datos de la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex), difundidos recientemente y en los que se subraya el incremento -un 46 % más que en 2015 y un 21 % más que en 2011- de este fenómeno. “En el caso de España -explica la Agencia- la presión fue especialmente fuerte por vía marítima: más de 8.000 inmigrantes detectados al intentar llegar desde Marruecos y Argelia, sobre todo en el estrecho de Gibraltar.
Que Europa necesita la ayuda de socios norafricanos es evidente. La pregunta es, ¿a qué precio? Lo deja claro, de nuevo, el ministro de Agricultura, esta vez en una entrevista con la Agencia EFE: Marruecos espera "una señal política" de la UE que "reconozca el papel de Marruecos" y "el esfuerzo extraordinario que hacemos en la frontera sur".
Muy enfadado por el hecho de que "ciertos barcos marroquíes hayan sido ralentizados en algunos puertos europeos" dejó claro que no quieren pasar el resto de su mandato “yendo a los tribunales de las distintas ciudades de la UE, siendo bloqueados aquí o allá”. “Nosotros queremos trabajar, y que nuestros agricultores no estén en la incertidumbre, sin saber qué les pasará mañana cuando sus productos agrícolas o pesqueros lleguen a las fronteras de la Unión Europea".
A renglón seguido, y tras explicar que en el seno de la UE hay "discordancias en lo referente a Marruecos entre la Comisión, el Consejo, las cortes de justicia y los eurodiputados”, Ajanuch insistió en las "graves consecuencias" de las "trabas" al acuerdo agrícola de 2012. "¿Cómo queréis (los europeos) que hagamos el trabajo de bloquear la emigración africana y hasta la marroquí si hoy Europa no quiere trabajar con nosotros?". "¿Por qué vamos a seguir haciendo de gendarmes y darles empleo (a los africanos establecidos en Marruecos)? ¿Para exportar adónde?. El problema de la emigración es muy costoso para Marruecos, y Europa debe apreciarlo en su justo valor". Las cartas están sobre la mesa.
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MRF
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