Tras tanto achicar agua y tanta batalla palaciega, se confirma la sospecha en torno al derrumbe del fortín. El canguelo de Vara con la maestría del “apparatchik” para dispararse en los pies.
Después
de aguantar carros y carretas, filtraciones interesadas de unos y de
otros bandos, tras soportar la humillación de ser mirados por encima del
hombro, de resignarse a vagar a la deriva de la interinidad durante
meses, ante un escenario que sólo los entusiastas dibujan con opciones
de resurgir, luego de pasar por casi todo, las desgracias siguen sin ser
bastantes para el PSOE .
Tras el desalojo de Pedro Sánchez de Ferraz, urgía restañar heridas con urgencia ante el riesgo cierto de dejar al partido fracturado e inutilizado como alternativa de gobierno. Los meritorios esfuerzos de la Gestora capitaneada por Javier Fernández buscaron aplicar efectos balsámicos en las filas socialistas. El espejismo, sin embargo, se ha desvanecido y sin más conejos en la chistera. Demasiados puentes permanecen rotos entre la cúpula y una gran parte de la militancia.
Así, son observables la desolación de muchos, la inquietud de bastantes, la orfandad de no pocos, el estupor de casi todos los barones autonómicos... Entre ellos, Guillermo Fernández Vara está careciendo de reparos en trasladar en privado su susto en el cuerpo, pues sigue encontrándose con su propia federación profundamente dividida, en la que pugnan visiones contrapuestas. La realidad es así de dura. El extremeño, como todos los alineados con Susana Díaz, se creyó aquello de “muerto el perro, se acabó la rabia”. Pero al “perro” lo dejaron agonizando y vuelve a morder.
La dirección interina de Ferraz ha atravesado todos los estados de ánimo posibles desde que Pedro Sánchez presentase de nuevo sus credenciales, con el inestimable concurso de Javier Fernández dándole la satisfacción de usar la palabra “derrocar” para hablar de su caída o de Mario Jiménez, supuesto portavoz, abriéndose paso entre la prensa al día siguiente de la puesta de largo del proyecto sanchista al grito de “no voy a hablar”. Esas cosas pasan, diría alguno. Como debe estar riéndose Sánchez.
La forma en el que apparatchik ha gestionado la vuelta a escena del ex secretario general han hecho crujir cimientos, o casi. El canguelo es tan real como para haber echado mano de viejas prácticas en el intento de galvanizar los decaídos ánimos de sus huestes. Por ahí medió un fallido intento de colgar a la consultora Llorente & Cuenca, siempre a través de Jordi Sevilla, la financiación de la campaña de Sánchez. Lo dicen los militares: Los malos generales acaban siendo peores que las balas enemigas.
Tras el desalojo de Pedro Sánchez de Ferraz, urgía restañar heridas con urgencia ante el riesgo cierto de dejar al partido fracturado e inutilizado como alternativa de gobierno. Los meritorios esfuerzos de la Gestora capitaneada por Javier Fernández buscaron aplicar efectos balsámicos en las filas socialistas. El espejismo, sin embargo, se ha desvanecido y sin más conejos en la chistera. Demasiados puentes permanecen rotos entre la cúpula y una gran parte de la militancia.
Así, son observables la desolación de muchos, la inquietud de bastantes, la orfandad de no pocos, el estupor de casi todos los barones autonómicos... Entre ellos, Guillermo Fernández Vara está careciendo de reparos en trasladar en privado su susto en el cuerpo, pues sigue encontrándose con su propia federación profundamente dividida, en la que pugnan visiones contrapuestas. La realidad es así de dura. El extremeño, como todos los alineados con Susana Díaz, se creyó aquello de “muerto el perro, se acabó la rabia”. Pero al “perro” lo dejaron agonizando y vuelve a morder.
La dirección interina de Ferraz ha atravesado todos los estados de ánimo posibles desde que Pedro Sánchez presentase de nuevo sus credenciales, con el inestimable concurso de Javier Fernández dándole la satisfacción de usar la palabra “derrocar” para hablar de su caída o de Mario Jiménez, supuesto portavoz, abriéndose paso entre la prensa al día siguiente de la puesta de largo del proyecto sanchista al grito de “no voy a hablar”. Esas cosas pasan, diría alguno. Como debe estar riéndose Sánchez.
La forma en el que apparatchik ha gestionado la vuelta a escena del ex secretario general han hecho crujir cimientos, o casi. El canguelo es tan real como para haber echado mano de viejas prácticas en el intento de galvanizar los decaídos ánimos de sus huestes. Por ahí medió un fallido intento de colgar a la consultora Llorente & Cuenca, siempre a través de Jordi Sevilla, la financiación de la campaña de Sánchez. Lo dicen los militares: Los malos generales acaban siendo peores que las balas enemigas.
Casi resulta lógico que Rafael Simancas, tras compartir días atrás mesa y mantel con Pedro Sánchez, le viese con el pavo subido. Como en sus mejores tiempos. Los mejores para él, claro, no para los demás. Hoy, el PSOE
es tanto o más necesario que ayer. Pero bajo las mismas siglas hay dos
partidos polarizados que, desgraciadamente, prometen seguir en liza más
allá del 39º Congreso.
Ya lo dijo un clásico: el sentido común es el menos común de los sentidos.
Ya lo dijo un clásico: el sentido común es el menos común de los sentidos.
Ricardo Rodríguez MRF
http://www.esdiario.com/
MRF
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