Civilización significa que la muerte no es lo contrario de la vida. Pero no pienses sólo en la Resurrección.
Las historias de amor a veces se terminan. Los romances, los matrimonios, el fulgor del enamoramiento cuando no toca. Las historias de amor a veces se terminan porque somos imperfectos, finitos, caprichosos, indolentes, poco agradecidos. No podemos cambiar nuestra condición -aunque, francamente, podríamos mejorarla un poco.
Pero sí podemos cuidar del amor, sobre todo cuando sangra la herida. Podemos ser generosos también cuando duele la despedida. Puede cambiar la situación, pero somos nuestro amor y es barbarie romper las fotografías. ¿Qué harás con tanto resentimiento? ¿De qué te servirá tratar de convencerte de que no le quieres? La muerte no es lo contrario de la vida. Mai no mor qui estima.
Somos custodios del amor, que es el gran don de Dios. Él no mira nuestros defectos, pues nunca votó Ciudadanos. Él se fija en cómo amamos, en cómo cuidamos de las otras almas, en cómo las llevamos. Nuestros defectos los da por descontados, y la indolencia, y el flagrante desprecio con que algunos días tratamos lo que nos dio. Su amor es mirarnos cuando mecemos el dolor y lo convertimos en esperanza, y no espera de nosotros que no dudemos, que no gritemos, que no caigamos, sino que sostengamos con cada fibra de nuestro ser su regalo enamorado.
De nada te servirá odiar, ni silenciar, ni vivir de espaldas a lo que amas, porque es lo que te define aunque te hiera, porque es a lo que tiendes aunque sientas que te quiebra. Las historias suelen terminarse pero la muerte no es lo contrario de la vida y Él permitió que le matáramos a su Hijo para demostrárnoslo. ¿Qué crees que vas a matar tú? ¿De qué crees que estás hecha, de qué memoria crees que vienes?
Y todos nos hemos vendido, y todos nos hemos negado, y todos hemos pisoteado el Amor como si viviéramos en praderas que no piensan que hay que ganar la vida. Todos hemos sido mezquinos, y algo peor, ingratos. Pero aquí estamos, cuna del amor, cuna del dolor, cuna de lo que perdura de nosotros a lo largo del tiempo, y más allá de nuestro tiempo cuando llega la hora y se nos acaba. Cuna de Dios, también nosotros le mecemos, y Él nos mira cuando lo hacemos y nota el balanceo, y se regodea en el amor que incluso en la más desconsolada tristeza somos todavía capaces de dar.
Y tú dices que quieres no depender de tus sentimientos. ¿Pero de qué creías, criatura dolcíssima que fóres, que estaba hecho el Cielo?.. Salvador Sostres... http://abcblogs.abc.es/ MRF
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