No Al Olvido

miércoles, 12 de julio de 2017

Vigésimo aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco: lo que hemos cambiado desde entonces


Aún no se habían sofocado los rescoldos del mayor éxito policial en la lucha contra ETA, la liberación de Ortega Lara, cuando el jueves 10 de julio de 1997, pasadas las tres de la tarde, el joven concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco Garrido, se dirigía a su trabajo en una consultora de Eibar cuando fue interceptado
a punta de pistola por los etarras Francisco Javier García Gaztelu ‘Txapote’ e Irantzu Gallastegui Sodupe ‘Amaia’. Las dramáticas imágenes que se vivieron aquellos días supongo que han sido vistas por la mayoría de los lectores. Nada que añadir al recuento de unos hechos que han sido correctamente descritos por los medios nacionales en el vigésimo aniversario del secuestro y asesinato del joven edil. De todos los que uno recuerda, fue sin duda uno de los acontecimientos que vertebró en el dolor, en la rabia contenida y en la emoción, a españoles de las más dispares ideologías y procedencias geográficas. De norte a sur, aquella España entumecida por el dolor, se expresó con una sola voz, sin apenas fisuras, a favor de la liberación de Miguel Ángel Blanco. Bajo la perspectiva de todo lo acontecido desde 1997, ha merecido la pena revivir las imágenes de entonces, llenas de punzante emoción, de prolongados recuerdos, para comprender lo mucho que hemos cambiado los españoles.
Lo que más valor ha tenido de las imágenes retrospectivas sobre el secuestro y asesinato del joven Miguel Ángel ha sido el reencuentro con aquel pueblo que, generosa y solidariamente, sin brechas partidarias, antepuso el injusto dolor de una familia española a cualquier matiz ideológico. Españoles de todas las edades y de todos los acentos se fundieron en un abrazo tan fraternal como emotivo y sincero. A la luz de esas imágenes de 1997 nos resulta imposible no lamentar las penumbras actuales.
Recordaba hoy Carlos Herrera que en Córdoba, la alcaldesa no ha querido ni siquiera introducir en el orden del día un recuerdo a Miguel Ángel Blanco. En Cádiz, en Jerez, en San Fernando, en Bilbao, también ahora en Lasarte, se ha esquivado el asunto con excusas de malos pagadores. En Madrid, qué decirles de Manuela Carmena, que ahora vende haber rectificado. La gran pancartera Manuela Carmena no quiso colgar un pancarta en la fachada del Ayuntamiento y entonces, acogiéndose a un convocatoria de la Federación Española de Municipios, ha desplegado una pancarta a pie de calle durante cinco minutos, con el siguiente texto: “Veinte aniversario del asesinato de Miguel Ángel. Madrid con las víctimas del terrorismo”.
En el Ayuntamiento de Lasarte -Lasarte fue el municipio donde se mató a Miguel Ángel- el Partido Socialista se ha abstenido junto a Podemos y al PNV y con el voto de Bildu, lógicamente, en contra, para votar una inciativa para condenar a ETA, realizar un homenaje a los vecinos que padecieron la violencia de etarras y guardar un minuto de silencio en honor a Miguel Ángel Blanco.
Si hace veinte años se destacó como valor fundamental la preciosa vida de un compatriota inocente, hoy debemos destacar con el mismo dolor los odios cainitas en las mentes de millones de españoles. La España sana de 1997 ofreció al mundo un ejemplo de unidad, de firmeza ante el terrorismo y de absoluta empatía con la familia biológica y política del malogrado Miguel Ángel. La España malsana de 2017 celebra estridentemente la muerte de un niño que pretendía ser torero y se regocija con el sufrimiento ajeno cuando las visiones políticas no coinciden.
Cualquier comparación entre la reacción unánime de la población española en esos días con la que se habría producido hoy, nos revelaría sobre todo la involución que ha sufrido esta vieja nación en tan relativo corto espacio de tiempo. De producirse en la actualidad un hecho tan luctuoso, no resultaría descabellado imaginarse a internautas izquierdistas haciendo chistes fáciles sobre el secuestrado por ETA. O al líder del tercer partido con representación parlamentaria aprovechando el durísimo contexto para exprimir toda la bilis almacenada por esas generaciones que, tras la muerte de Miguel Ángel, han sido instruidas en el odio y el resentimiento. De la actitud moral que mantendrían personajes como Garzón, Monedero, Rufián o los de la CUP ante una tragedia similar, pocos de ustedes derraparían en la respuesta. De la de Pedro Sánchez, casi lo mismo.
Por todo ello habrá que colegir, sin refutación posible alguna, que estos últimos 20 años, el pueblo español ha sido víctima de un envenenamiento masivo. La ingestas ideológicas, cuando estas son elaboradas con fórmulas revanchistas, producen efectos tan tóxicos como los que contemplamos a diario. Un sanguinario terrorista descerrajó dos tiros en la cabeza de Miguel Ángel Blanco hace 20 años. El drama de su muerte nos unió. Pero la rememoración de esa tragedia, 240 meses después, no sería completa si no recordásemos también la defunción de todos esos rectos principios y heroicos ideales que de forma tan ejemplar sostuvieron la vida de Miguel Ángel. Por eso es un doble día de luto para nosotros.
http://www.alertadigital.com/ 
MRF

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